domingo, 30 de septiembre de 2012




     “¡La Historia justifica lo que uno quiera! No enseña absolutamente nada, ya que lo contiene todo y da ejemplos de todo. Es el producto más peligroso que la química del intelecto haya elaborado…” 

Paul Valéry, Regards sur le monde actuel






“-“Quid est veritas”, como decía un conocido mío hace tantísimos años. En parte se trata de un cúmulo de tonterías. Para comenzar, si se divide la base exacta de la pirámide por el doble exacto de la altura, calculando incluso los decimales, no se obtiene el número Pi sino 3,1417245. La diferencia es pequeña, pero importante. Además, un discípulo de Piazzi Smyth, Flinders Petrie, que también fue quién midió Stonehenge, dice que cierto día sorprendió al maestro limando los salientes graníticos de la antecámara real, para que sus cálculos encajaran… Quizá no fueran más que habladurías, pero lo cierto es que Piazzi Smyth no era un hombre que inspirase confianza, bastaba ver cómo se hacía el nudo de la corbata. Sin embargo, entre tantas tonterías también hay algunas verdades incontestables. ¿Quieren tener la bondad, señores, de acompañarme a la ventana? - La abrió de par en par con gesto teatral y nos invitó a asomarnos, nos mostró a lo lejos, en la esquina de su calle y la avenida, un quiosquito de madera donde debían de venderse billetes de lotería. –Señores- dijo-, les invito a que vayan a medir aquel quiosco. Verán que la longitud del entarimado es de 149 centímetros, es decir, la cien mil millonésima parte de la distancia entre la Tierra y el Sol. La altura posterior dividida por el ancho de la ventana da 176/56 = 3,14. La altura anterior es de 19 decímetros, que corresponde al número de años del ciclo lunar griego. La suma de las altura de las dos aristas anteriores y de las dos aristas posteriores da 190 X 2 + 176 X 2 = 732, que es la fecha de la victoria de Potiers. El espesor del entarimado es de 3,10 centímetros y el ancho del marco de la ventana es de 8,8 centímetros. Si reemplazamos los números enteros por la letra alfabética correspondiente, tenemos C10 H8, que es la fórmula de la naftalina. -Fantástico- dije-. ¿Lo ha verificado? –No. Pero un tal Jean-Pierre Adam lo hizo con otro quiosco. Supongo que todos estos quioscos tienen más o menos las mismas dimensiones. Con los números se puede hacer cualquier cosa. Si tengo el número sagrado 9 y quiero obtener 1314, fecha en que quemaron a Jacques de Molay, una fecha señalada para quien como yo se considera devoto de la tradición caballeresca templaria, ¿qué hago? Multiplico por 146, fecha fatídica de la destrucción de Cartago. ¿Cómo he llegado a ese resultado? He dividido 1314 por dos, por tres, etcétera, hasta encontrar una fecha satisfactoria…” 

  Umberto Eco, El Péndulo de Foucault, pág. 373/374.






     “Ni fue tampoco un simple “accidente” en el curso de la historia alemana. Sin las condiciones únicas en que alcanzó prominencia, Hitler no habría sido nada. Cuesta imaginarle cruzando el escenario de la historia en cualquier otro período. Su estilo, su tipo de retórica, privados de tales condiciones, no habrían tendido atractivo. Las repercusiones que tuvieron en el pueblo alemán la guerra, la revolución y la humillación nacional, y el miedo intenso al bolchevismo en amplios sectores de la población, proporcionaron a Hitler su plataforma. El explotó las condiciones brillantemente. Fue, más que ningún otro político de su época, el portavoz de los temores, resentimientos y prejuicios extraordinariamente intensos de la gente ordinaria que no se sentía atraída por los partidos de la izquierda o los anclados en los partidos del catolicismo político. Y ofreció a esa gente, más que ningún otro político de su tiempo, la perspectiva de una sociedad nueva y mejor, aunque se tratase de una sociedad que parecía descarnar en “auténticos” valores alemanes con los que esa gente pudiese identificarse. En el mensaje de Hitler la visión del futuro iba de a mano de la denuncia del pasado. (…) “Un salto a la oscuridad” fue como describió un periódico católico el nombramiento de Hitler para la cancillería. Y los había, y no sólo en la izquierda derrotada, que preveían un desastre. “Habéis entregado nuestra sagrada Patria Alemana a uno de los mayores demagogos de todos los tiempos”, escribió Ludendorff (que tenía experiencia de aquello sobre lo que escribía) a su antiguo compañero de guerra Hindenburg. “Yo profetizo solemnemente que este hombre maldito arrojará nuestro Reich al abismo y llevará nuestra nación a una miseria inconcebible. Las generaciones futuras os maldecirán en vuestra tumba por lo que habéis hecho.” 

Ian Kershaw, Hitler Ediciones Península SA, Barcelona 1999, pág.423/424






Contigo he comprendido que la humedad/ Es algo que se seca y se olvida./ Gracias a ti he sabido que la verdad/ Es sólo un cabo suelto de la mentira./ Por eso sé que perderte/ No era quedarse sin nada,/ La muerte es sólo la suerte/ Con una letra cambiada.” 

Joaquín Sabina, Embustera, del Álbum Vinagre y Rosas






     “Lo que llamaba la atención en Baudolino era que, dijera lo que dijera, miraba de soslayo a su interlocutor, como para advertirle que no lo tomara en serio…” 

Umberto Eco, Baudolino, pág. 23



viernes, 28 de septiembre de 2012




     El plan original era que Ragnarök tuviera dos manifestaciones paralelas: por un lado las obras plásticas y por la otra una especie de compendio o ensayo sobre los fragmentos literarios e historiográficos que conformaron la “fuente” teórica de mi versión del ocaso de las religiones. Y si bien he intentado ir compilando el material mientras trabajo en las obras que van plasmando mi versión de las distintas caras de Ragnarök, el desparramo de información, la abundancia de textos, y el entrecruzamiento que mi curiosidad dispersa provoca entre los temas, los autores y las fuentes, hacen que me resulte irrealizable sistematizar los textos que van conmigo mientras trabajo en esta serie. Claudico reconociendo que lo que voy subiendo a este blog es la única manera (muy tirada de los pelos) de cumplir con mi programa original. Subir acá los textos con referencia a lo que estoy haciendo (ahora, sobre la Cruzada Albigense mientras trabajo sobre La Santa Inquisición II) es lo más aproximado a ese “ensayo” sobre Ragnarök que imaginaba podría escribir.






     Tal vez cuando acabe con estas obras y ya ande abocada en otra cosa –quien sabe cuando- decante por si solo ese texto paralelo, o no. No sé. Me cuesta ordenar las cosas, es tanto lo que quiero compartir, la selección de textos que por más de quince años he venido acumulando y marcando, los libros de todo tipo que parecen encajar como piezas en un puzzle. Tanto y tan desparramado; empiezo por un libro y cuando transcribo un párrafo que me parece señero recuerdo algo vinculado que figura en otro o lo asocio con otra imagen que me surgió en la relectura… y así se entretejen tantos vínculos, desordenados y caprichosos, y quiero compartir todo pero me alboroto y dar un orden y un sentido a este desparramo se me vuelve imposible. 

      A veces creo estar maldecida por Borges y ser yo una especie de Funes el memorioso”, un ser maldito que no puede leer algo sin recordar doscientas cosas al mismo tiempo. Y pretender trasmitirle a alguien más (el “otro”, el espectador, el lector, el amigo o el enemigo) un resumen entendible de ese Aleph de imágenes y palabras coincidentes en un punto es imposible. No soy clara y sospecho que nadie entiende nada. Vísteme despacio que estoy apurado dicen que decía Napoleón, por lo que asocio e intento ir lento y hacer de una cosa por vez.






Otro texto sobre la matanza de Béziers:

  Béziers, la ciudad mártir de la Cruzada, está muy cerca, y la matanza efectuada sobre toda su población (100.000 personas) por los cruzados de Simón de Montfort, el 22 de Julio de 1209, católicos y cátaros incluídos, todavía no se había olvidado e su época. En su corazón anidó el odio contra la Iglesia católica, que era entonces sinónimo de cristianismo, de modo que para él ambos estaban englobados dentro de una versión común. Los atestados de os interrogatorios que los inquisidores nos han legado son bastantes moderados en lo que respecta a las apreciaciones achacadas a los herejes sobre Jesús de Nazaret. Podemos juzgarlo nosotros mismos; …el “Manual del Inquisidor” del dominico Bernard Gui (1261-1331), titulado Practica, nos proporciona a este respecto preciosos detalles: “La Cruz de Cristo no debe ser ni adorada ni venerada, ya que nadie adora o venera el patíbulo en el que su padre, un familiar o un amigo ha sido ahorcado.” (…) “Item, niegan la encarnación de Nuestro Señor Jesucristo en el seno de María siempre virgen y sostienen que no adoptó un verdadero cuerpo humano, ni una verdadera carne humana como la tienen los otros hombres en virtud de la naturaleza humana, que no sufrió ni murió en la cruz, que no resucitó de entre los muertos, que no subió al cielo con un cuerpo y una carne humanos, ¡sino que todo ello sucedió de modo figurado!”. Es fácil comprender semejante prudencia en la transcripción de las respuestas: el hecho de mantener y relatar la verdadera opinión de los “perfectos” sobre Jesús de Nazaret habría significado destruir la labor depurativa de los Padres de la Iglesia y la de los monjes copistas. Ello explica el que hayan llegado a nuestras manos tan pocos atestados completo del interrogatorio de los “perfectos”. (…) En la época en que se desarrolla el inicio de la Cruzada los nobles tolosanos, los vasallos de los condes de Foix y de los Trencavel, los vizcondes de Béziers, si no han recibido ya el “consolamentum” de los “perfectos” cátaros, todos ellos son, en su mayoría, “creyentes”. (…) Y las nobles familias vasallas de los condes de Foix y de los vizcondes de Béziers, los Fanjeaux, los Laurac, los Mirepoix, los Durban, los Saissac, los Chateauverdun, los de I´Isle-Jourdain, los Castelbon, los Niort, los Dufort, los Montreal, los Mazerolles, los des Termes, de Minerva, de Pierrepertuse, etc., por no citar sino a las familias principales, cuentan todas con “herejes revestidos” entre sus miembros, y todos los otros son “creyentes” o simpatizantes. Pero Raimundo-Roger, conde de Foix, es más encarnizado todavía que su soberano Raimundo VII, conde de Tolosa. Juzguen ustedes mismos. En primer lugar, vive prácticamente rodeado de herejes. Y, de cara a los privilegiados de la Iglesia católica y sus clérigos, no se siente en modo alguno acomplejado por ello, cosa que horroriza a Pierre des Vaux de Cernay, cronista acérrimamente católico de la Cruzada. De modo que, al poseer la jurisdicción de Pamiers junto con el abad de Saint-Antonin, hace todo lo necesario para asquear a éste y obligarlo a renunciar. Así, por ejemplo, autoriza a dos caballeros de su séquito a instalar a su anciana madre en la abadía. Pero como dicha señora es una “perfecta” bastante conocida, los monjes de Saint-Antonin la echan de allí sin contemplaciones, como una apestada de aquella época. (…) Raimundo-Roger acude a Saint-Antonin con sus hombres de armas y sus oficiales, echa al abad y a los canónigos, hace demoler parte de la capilla… En el curso del inevitable saqueo de la capilla, los hombres de armas rompen un crucifijo de madera maciza, y utilizan sus astillas como mano de mortero para machacar las especias de sus comidas. Otro día, los caballeros del séquito de Raimundo-Roger descuelgan de la cruz a un Jesús de tamaño natural, lo visten con una cota de malla y lo toman como diana en la justa llamada del “estafermo”, juego de armas reservado a los hidalgos y caballeros nobles y a cada lance le gritan que “se redima”. Se denomina “estafermo” a un maniquí de madera, montado sobre un eje giratorio asentado sobre una base, que lleva atado en el brazo izquierdo, extendido, un escudo de torneo, y en el brazo derecho, también extendido, un largo y sólido garrote. Si el justador golpeaba torpemente con su lanza, y al galope, el escudo del maniquí y no se agachaba a tiempo sobre el cuello del caballo, el maniquí giraba sobre sí mismo bajo el efecto del choque, y asestaba automáticamente un garrotazo en la nuca o en la espina dorsal del torpe caballero. Sin comentarios. Practicar un orificio e introducir un palo a modo de eje en la base de un Cristo de tamaño natural, para convertirlo luego en un guiñol irrisorio, que servía de diana en un juego de armas, demuestra el poco caso que los nobles “creyentes” cátaros hacían del Jesús de la Historia.”

Robert Ambelain, Jesús o el secreto mortal de los Templarios Grupo Editorial Planeta SAIC, Buenos Aires 2005 pág.19/21








miércoles, 26 de septiembre de 2012



     Revolviendo entre mis libros, me detengo en la historia del Papa Inocencio III (Lotario de Segni) quien fuera el pontífice que ordenó la cruzada albigense. Leo en El sueño de Inocencio de Gerardo Leavaga

    “¿De veras podría unir las Iglesias de oriente y occidente al devastar Constantinopla? ¿De veras lograría socavar la herejía provocando tantas muertes en el Languedoc? Si la cristiandad unida, imbatible, era deseable para todos, ¿por qué, entonces, había tanta resistencia? “Qué cómodo sería que el demonio existiera”, resolvió. “Todo sería cuestión de culparlo, de atribuirle todo aquello que la figura de Dios no basta para explicar”. Predicaba la existencia de un solo Dios pero, en la práctica, necesitaba dos: uno para justificar el bien y otro –el demonio- para justificar el mal. “Los cátaros no están del todo equivocados”, llegó a decirse. Luego recapacitó: lo cómodo, lo verdaderamente cómodo, sería que Dios existiera. “Sólo tendría que ponerme en sus manos. Dejárselo todo a Él”. Pero el problema, lo sabía, era suyo. No del diablo ni de Dios.” 

(Editorial Planeta Mexicana, Mexico 2006, pág. 294).






     “En una mañana dieron muerte a todos los habitantes de la ciudad, desde los ancianos cátaros perfectos a los niños católicos recién nacidos. En la época anterior a la pólvora, matar a tanta gente en tan poco tiempo requería un empeño salvaje que supera la imaginación. Los cruzados resentidos por haber perdido el botín de la próspera Béziers debían consolarse pensando que habían hecho el trabajo de Dios con gran eficacia. Esa magnífica victoria aseguraba la salvación personal. En su carta a Inocencio, Arnaud se maravillaba de su éxito. “Casi veinte mil ciudadanos fueron pasados a cuchillo, con independencia de la edad y el sexo – escribió- La venganza divina ha sido majestuosa.” La mente humana había cruzado un umbral.” 

Stephen O´ Shea, Los Cátaros, Ediciones B Argentina, Buenos Aires 2005, pág. 122.






     “Yahvé escucha en silencio las acusaciones del señor Savater. Éste es el mandamiento que menos vamos a discutir. Nadie, ni los más escépticos y menos entusiasmados por las prohibiciones, rechaza este impedimento: no matarás. Es imprescindible y necesario, pero reconoce que estamos frente a una gran contradicción. En la historia se ha matado más en tu nombre que en el de los demás dioses… Perdón… perdón… no te enfades, ya sabemos que no hay más dioses que tú, y que los demás son falsos. Lo que si debes reconocer es que utilizándote como escusa se han declarado terribles guerras, cometido saqueos, se han asesinado a millones de hombres, mujeres y niños. ¿Recuerdas la guerra de los albigenses? Seguro que sí. En una ciudad habían decidido pasar a cuchillo a los pobres albigenses. Le preguntaron al obispo cómo hacer para reconocer quiénes eran herejes y quiénes no antes de ejecutarlos, entonces tu representante en la tierra recomendó matarlos a todos, ya que Dios reconocería a los suyos.”

Fernando Savater, Los diez mandamientos en el siglo XXI, Random House Mondadori SA, Buenos Aires 2004, pág. 87.






     “Arnaud Amaury dijo…, en lengua vernácula: “Caedite eos. Novit enim Dominus qui sunt eius.” (Matadlos a todos; Dios reconocerá a los suyos)…” 

Stephen O´Shea, obra citada, pág. 120.






     Ciertamente la matanza del Languedoc no fue asunto de la Inquisición (Domingo de Guzmán es contemporáneo pero su obra se dimensiona a posteriori), pero la tragedia de los cátaros en manos de la iglesia romana es como el compendio de lo que vendrá, la evidencia de que la cruz poco tiene que ver con una presunta fe y mucho con los juegos del poder político y económico. Fui educada (infructuosamente, claro está) en la fe católica; cumplí un par de años con el catesismo previo a la primera comunión, recibí catequesis los seis años del Colegio de monjas donde me recibí de perito mercantil, cumplí con un adoctrinamiento ad hoc para confirmarme ya adolescente, hice retiros religiosos y cursé teología, derecho canónico y derecho eclesiástico en una universidad jesuita. Y jamás me hablaron de la cruzada albigense (ni de todo lo demás, claro está). Lamentablemente esa falta de “información”, tal vez no intencional, tal vez pura ignorancia de quienes me “guiaron” en la fe, lo único que ha hecho fue convencerme de que todo lo que siempre me repitieron era mentira.





     Hoy en mi Ragnarök solo quiero detenerme en los hechos. Tanta gente muerta. Tanto sin sentido. Para mi, esos hechos brutales que siglos después me escandalizan y me espantan son una realidad que –sin valorarla puntualmente- creo que debe ser más conocida. Sólo pretendo que eso que yo ignoré (pese a un exceso de educación) sea información común y accesible. ¿Por qué? Por respeto a los muertos que sostienen los cimientos de la majestuosa iglesia católica.





     Cuando visité San Pedro en el Vaticano (más allá de mi fastidio por tener que ponerme un pañuelo sobre el pelo, por aquel anacronismo de “que el cabello de las mujeres perturba a los ángeles) lo que más me impresionó fueron las marcas en el piso que señalaban el tamaño de otras basílicas, ya que ninguna podía ser mas grande que la de Roma. “-¿Las miden?- recuerdo haber preguntado al sacerdote que servía de guía. “-Por supuesto. Ninguna puede ser más grande que el Domo de Roma, la casa del Vicario de Cristo en la tierra.” ¿Se puede perder tiempo en semejante estupidez? Obviamente si, ya que en eso están ocupados y nos lo muestran a los turistas como factor de suma importancia religiosa. Recuerdo también haber mirado el piso donde se señalaba el tamaño de la Basílica de La Plata, en Buenos Aires, y sentir físicamente que no estaba parada sobre mármol sino sobre cadáveres. Esa sensación me acompaña hoy, pero cada vez me enoja más que se pretenda que esos cadáveres no tengan nombre. Muertos anónimos para la gloria de dios. Un espanto.






     Se que mis cuadros no harán demasiado para cambiar la historia. Pero al menos siento que mi indignación se concreta en imágenes y tal vez, aunque sea sólo un espectador el que lo perciba, esa injusticia que me subleva será una pizquita más conocida y en esa mínima proporción, espero se honren las víctimas de la “fe” de mi infancia.




domingo, 23 de septiembre de 2012

   


MUSEO 

En el Congreso de Tucumán resolvimos dejar de ser españoles; nuestro deber era fundar, como los Estados Unidos, una tradición que fuera distinta. Buscarla en el mismo país del que nos habíamos desligado hubiera sido un evidente contrasentido; buscarla en una imaginaria cultura indígena hubiera sido no menos imposible que absurdo. Optamos, como era fatal, por Europa y, particularmente, por Francia… (…) Cuando yo era chico, ignorar el francés era ser casi analfabeto. Con el decurso de los años pasamos del francés al inglés y del inglés a la ignorancia, sin excluir la del propio castellano.” 

Jorge Luis Borges, Prólogos con un prólogo de prólogos, Alianza Editorial, Barcelona 1998, pág. 7/8





En primer lugar, te diré que como español (Ortega y Gasset) tenés una obligación moral con nosotros. Está muy bien que nos hayan enviado Pizarros y Corteses que se entretenían en matar indios de la mañana a la noche con intervalo sólo para rezar. Está muy bien que nos hayan enviado todos los vagos, los bandidos, los segundones y otras basuras que les molestaban en España. Pero ahora el karma, la hora del karma ha llegado. Son ustedes en parte responsables de lo que sucede aquí. No están libres de culpa y cargo. No son ustedes inocentes. Y es por ello que con ustedes uno es más susceptible y más desafiante que con otros.” 

Victoria Ocampo, carta a José Ortega y Gasset, Julio 1930.






El problema no consiste en saber si (estas personas) son mejores o peores que los (cristianos) que van al santuario. Me estaba preguntando quiénes somos nosotros. Nosotros, que pensamos que Hamlet es más real que el portero de nuestra casa. ¿Qué derecho tengo a juzgar a estos, yo que voy buscando a madame Bovary para armarle un escándalo?” 

Jacopo Belbo dixit en El péndulo de Foucault – Umberto Eco, Confesiones de un Joven Novelista, Random House Mondadori SA 2011 pag. 76






Más, pensé de pronto: “No, mas hoy, mas luego, es lo mismo/ ¡quiero sondar el abismo de la que gobierno yo!”/ Llamé, gemí… ¡No salió!... Aullé como hambrienta loba;/ En sus puertas de caoba grabé con sangre su nombre…/ ¡Y entre besos gritó un hombre; “Cambió de rey esta alcoba”!

Almafuerte, Mancha de Tinta






“Después reflexioné que todas las cosas le suceden a uno precisamente, precisamente ahora. Siglos de siglos y sólo en el presente ocurren los hechos; innumerables hombres en el aire, en la tierra y en el mar, y todo lo que realmente pasa me pasa a mi…” 

Jorge Luis Borges, El jardín de los senderos que se bifurcan



sábado, 22 de septiembre de 2012




     Mi nueva versión de La Santa Inquisición, la albigense, me tiene de lo más satisfecha. Comencé a esbozarla y el posicionamiento de la figura central resultó limpio y contundente. Cuando una obra arranca con tanta claridad por lo general el resultado final es muy a mi gusto.

      Y si bien es apenas el principio y poco se ve sobre la base, el contorno de una calavera se adivina y me complace. Como Casaubon y Belbo en sus charlas, uno una cosa con otra (calavera, Hamlet, la búsqueda de identidad), y mientras contemplo el trabajo del día me viene a la cabeza la cuestión de los seudónimos, heterónimos y ortónimos. ¿Qué soy yo? Lo más real de mi persona. Tal vez exista otra variante, otra manera de denominar a quien es en paralelo a la persona que se supone que es.

      Aunque no es tampoco “suponer”. Es ser, mas o menos, dos personas distintas. Yo, en mi vida “civil”, tan normal, tan intrascendente; y yo, en mi vida verdadera, tan rara, tan intensa, tan satisfecha de la diferencia. Tenemos distintos nombres y realmente distinta manera de pensar y de sentir. Distinto grado de compromiso con lo que hacemos. 

     ¿Heterónimos? No, digo yo, porque no somos ficciones (ninguna de las dos). Las dos vivimos en el mundo real e interactuamos con el entorno. Cada cual con sus cosas, cada cual en su propio ámbito. Mucha gente (la mayoría) que trata con una ignora la existencia de la otra.

    ¿Seudónimos? Tampoco. Yo no soy un nombre falso para que en mi vida “civil” ignoren mi realidad de artista, como si tal cosa me avergonzara o me pareciera impropia. Simplemente, somos dos realidades diferentes y escindidas. Doble vida. Aunque la verdadera sea yo, la otra es anterior y me genera cierta dependencia. Cierto apego sentimental. Todo esto es bastante absurdo…






     Charles Dodgson, diácono de la iglesia anglicana y profesor de matemática y lógica en Oxford, era Lewis Carroll, aunque muy pocas veces reconoció públicamente su seudónimo. No contestaba las cartas cuando llegaban a nombre de Carroll a su domicilio de Christ Church. Las devolvía con la leyenda “desconocido”.






     Cuentan que una tarde en que José Regio tenía pensado encontrarse con Fernando Pessoa este apareció, como de costumbre con algunas horas de retraso, declarando ser Álvaro de Campos y disculpando a Pessoa por no haber podido acudir a su cita.






Ricardo Reis repara en que por debajo de su puerta asoma un rayo de luz, habrá olvidado la luz encendida, son cosas que le pasan a cualquiera, metió la llave en la cerradura, abrió, sentado en el sofá estaba un hombre, lo reconoció inmediatamente pese a llevar tantos años sin verlo, y no le pareció irregular encontrar allí a su espera a Fernando Pessoa, dijo Hola, aunque dudó de que le respondiera, no siempre el absurdo respeta a la lógica, pero el caso es que respondió, dijo Hola y le tendió la mano, después se abrazaron, Que, cómo va eso, uno de ellos pregunta, o los dos, no tiene importancia… (…) pero, dígame ahora, qué es lo que le trajo a Portugal. Ricardo Reis sacó la cartera del bolsillo interior de la chaqueta, extrajo un papel doblado, hizo como que se lo entregaba a Fernando Pessoa, pero este lo rechazó con un gesto diciendo, Ya no sé leer, léalo usted, y Ricardo Reis leyó, Muerto Fernando Pessoa Stop Salgo para Glasgow Stop Álvaro de Campos, cuando recibí este telegrama decidí regresar, me pareció como un deber, Es muy interesante el tono de la comunicación, es Álvaro de Campos sin duda, en tan pocas palabras se le nota una especie de satisfacción maligna, casi diría una sonrisa…” 

José Saramago, El Año de la muerte de Ricardo Reis, pag. 99/100.-






Si después de yo morir quisieran escribir mi biografía/ No hay nada más sencillo. Tiene sólo dos fechas/ La de mi nacimiento y la de mi muerte./ Entre una y otra todos los días son míos. Fernando Pessoa/Alberto Caeiro -- Poemas inconjuntos






miércoles, 19 de septiembre de 2012




     Después de tres días de fiebre, lo único que rescato del desagradable estado de semi-alucinación permanente y la convicción de que mi cerebro se estaba resquebrajando como una porcelana vieja, es la inesperada visualización de La Santa Inquisición II: La cruzada albigense – Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos. Inesperada porque estaba aprontándome para empezar a trabajar en La Inquisición en América, compilando material sobre el Tribunal de Extirpación de Idolatrías, creado en 1570, versión americana de la Inquisición para la vía libre al exterminio de los “idólatras” originarios.

      Pero la fiebre y mi subconsciente maltratado por la peste, lidiando con mi La lista de los Ángeles, pese no haber podido disfrutar a pleno todavía mi reciente adquisición de The Male Nude de David Leddick, de editorial Taschen, y la eterna presencia de los cátaros (que no se por qué comparecieron cada vez que por la noche la temperatura rostizaba mi cabeza) me aportaron la certeza absoluta de que tenía que postergar mi versión americana y avocarme a la albigense. Y, créase o no (o créase que estoy absolutamente loca), hasta podía escuchar a voz del Arnaud Amaury en mi delirio febril. 


  “Albi, de “albigense”, la más célebre herejía de todos los tiempos. (…) “Matádlos a todos, Dios reconocerá a los suyos.” El único lema del conflicto cátaro que ha pasado a la posteridad se atribuye a Arnaud Amaury, el monje que dirigió la cruzada de los albigenses. Un cronista refirió que Arnaud dio su orden fuera de la ciudad comercial mediterránea de Béziers, el 22 de Julio de 1209, cuando los guerreros cruzados, a punto de tomar la población por asalto tras haber abierto brecha en sus defensas, se dirigieron a él en busca de consejo sobre como distinguir al católico creyente del cátaro hereje. Las sencillas instrucciones del monje fueron obedecidas, y todos sus habitantes –más o menos veinte mil- asesinados indiscriminadamente.” Stephen O´Shea Los Cátaros Ediciones B S.A. Buenos Aires 2005, pàgina 19/24 La nota correspondiente que aparece a página 336 de la obra de O´Shea agrega: “Esta orden apareció por primera vez en DIALOGUS MIRACULORUM del monje cisterciense Cesáreo de Heisterbach, que escribió su admirativo relato de la cruzada unos treinta años después de finalizada. (…) No obstante, modernos eruditos han señalado que esas palabras se hacen eco de pasajes de Timoteo 2,2,19 y los Números 16, 5, Como señala el escrupuloso Malcom Lambert en la p. 103 del The Cathars (La otra Historia de los Cátaros): ´Según ello, es más probable que estas palabras salidas de la boca de un miembro de la jerarquía (es decir, Arnaud Amaury) sean auténticas´.







domingo, 16 de septiembre de 2012

   

MUSEO


 “Por divertirse, a veces, suelen los marineros / cazar albatros, grandes pájaros de los mares, / que siguen, de sus viajes lánguidos compañeros, el barco en los acerbos abismos de los mares. / Pero sobre las tablas apenas los arrojan, / esos reyes del cielo, torpes y avergonzados, / sus grandes alas blancas miserablemente alojan, / y las dejan cual remos caer a sus costados. / ¡Que zurdo es y que débil ese viajero alado! / El, antes tan hermoso, ¡qué cómico en el suelo! / ¡Con una pipa uno el pico le ha quemado, / remeda otro, renqueado, del inválido el vuelo!/ El poeta es como ese príncipe del nublado / que puede huir las flechas y el rayo frecuentar; / en el suelo, entre ataques y mofas desterrado,/ sus alas de gigante le impiden caminar.” 


 El Albatros, Charles Baudelaire, Las Flores del Mal.






“Delante de una sola persona podemos saber si es masa o no. Masa es todo aquel que no se valora a sí mismo –en bien o en mal- por razones especiales, sino que se siente ´como todo el mundo´, y, sin embargo, no se angustia, se siente a sabor al sentirse idéntico a los demás. (…) Cuando se habla de ´minorías selectas´, la habitual bellaquería suele tergiversar el sentido de esta expresión, fingiendo que el hombre selecto no es el petulante que se cree superior a los demás, sino el que se exige más que los demás, aunque no logre cumplir en su persona esas exigencias superiores. Y es indudable que la división más radical que cabe hacer en la humanidad es ésta en dos clases de criaturas: las que se exigen mucho y acumulan sobre sí mismas dificultades y deberes, y las que no se exigen nada especial, sino que para ellas vivir es ser en cada instante lo que ya son, sin esfuerzo de perfección sobre sí mismas, boyas que van a la deriva. (…) La división de la sociedad en masa y minorías excelentes no es, por tanto, una división de clases sociales, sino de clases de hombres, y no puede coincidir con la jerarquización de clases superiores e inferiores. (…) Hoy asistimos al triunfo de una hiperdemocracia en que la masa actúa directamente sin ley, por medio de materiales presiones, imponiendo sus aspiraciones y sus gustos. (…) Lo característico del momento es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho a la vulgaridad y lo impone dondequiera. (…) La masa arrolla todo lo diferente, egregio, individual, calificado y selecto. Quien no sea como todo el mundo, quien no piense como todo el mundo, corre el riesgo de ser eliminado. Y claro esta que ese ´todo el mundo´ no es ´todo el mundo´. ´Todo el mundo´ era, normalmente, la unidad compleja de masa y minoría discrepantes, especiales. Ahora todo el mundo es sólo la masa.”

 José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, Círculo de Lectores S.A., Buenos Aires 1983, pag. 20/30.






“Desde la Revolución francesa ha ido afianzándose la viciosa y cretinizante inclinación a hacer creer a todos que los genios (dejando ahora al margen su obra) son seres humanos más o menos parecidos en todo al resto de los demás mortales. Nada más falso. Y, si esto es falso para mí, que soy el genio de más amplia espiritualidad de nuestra época, el auténtico genio de los tiempos modernos, es todavía más falso para aquellos genios que alcanzaron la cumbre del renacimiento, como Rafael, genio casi divino. Este libro va destinado a probar que la vida cotidiana de un genio, su sueño, su digestión, sus éxtasis, sus uñas, sus resfriados, su sangre, su vida y su muerte son esencialmente diferentes a los del resto de la humanidad. Este libro único es, pues, el primer libro escrito por un genio. Diría aun más, por el único genio que ha conocido la suerte única de haberse casado con la genial Gala, la Única mujer mitológica de nuestro tiempo.-“ 

  Salvador Dalí, Diario de un Genio, Tusquets Editores, Barcelona 1992.






“No es lo mismo ser que estar/ No es lo mismo estar que quedarse, que va/ Tampoco quedarse es igual que parar/ No es lo mismo/ Será que ni somos, ni estamos/ Ni nos pensamos quedar/ Pero es distinto conformarse o pelear/ No es lo mismo… es distinto/ No es lo mismo arte que hartar/ No es lo mismo ser justo que ¡qué justo te va!... (verás)/ No es lo mismo tú que otra, entérate,/ No es lo mismo/ Que sepas que hay gente que trata de confundirnos/ Pero tenemos corazón que no es igual, Lo sentimos… es distinto/ Vale… que a lo mejor me lo merezco/ Bueno… pero mi voz no te la vendo/ Puerta… y lo que opinen de nosotros/ Léeme los labios, yo no estoy en venta.” 


No es lo mismo Alejandro Sanz, del álbum No es lo mismo









viernes, 14 de septiembre de 2012

   


Reconciliándome con Ragnarök.

      Hice las paces con mi proyecto de Buho Oráculo (familiarmente conocido como Pequeño Batman) y tras largas horas de meditación contemplativa creo haber encontrado una solución para su postura chanfleada y su inestable verticalidad. Voy a incorporar al grupo una Anfisbena, la serpiente de dos cabezas que no se sabe si va o si viene. 

        Borges refiere a la Anfisbena en las páginas 14/15 de su El Libro de los Seres Imaginarios: 

"La Farsalia enumera las verdaderas o imaginarias serpientes que los soldados de Catón afrontaron en los desiertos de África; ahí están la Parca “que enhiesta como báculo camina” y el Yáculo, que viene por el aire como una flecha, y “la pesada Anfisbena, que lleva dos cabezas”. (…) El Tesoro de Brunetto Latini –la enciclopedia que éste recomendó a su antiguo discípulo en el séptimo círculo del Infierno- es menos sentencioso y más claro: “La Anfisbena es serpiente con dos cabezas, la una en su lugar y la otra en la cola; y con las dos puede morder, y corre con ligereza, y sus ojos brillan como candelas.” (…) Anfisbena, en griego, quiere decir ´que va en dos direcciones´."






En la Gran Enciclopedia de los Seres Mágicos – The Cryptozoological Society of London (una delicia que encontré en una librería de descarte de la Av. Corrientes y por la que pagué cincuenta pesos –menos de diez dólares-) dice respecto de la Anfisbena

“…las dos cabezas les permiten estar siempre despiertas, pues una vigilará mientras la otra duerme; eso explicaría, sin duda, su gran perspicacia. (…) …para tener más estabilidad cuando corre a mucha velocidad, a menudo la anfisbena coge la cabeza posterior por la garganta con la cabeza anterior. Inevitablemente, a veces se producen caídas, en cuyo caso puede rodar como un aro hasta recuperar el equilibrio.”

(Páginas 88/89 Carroll & Brown Limited, edición en español Barcelona 2000).






     El diseño de mi Anfisbena personal sería una especie de ocho plano sobre el que se apoyaría el Buho (ampliando su base y así dándole más estabilidad) y saliendo de cada mitad el resto del cuerpo de la serpiente que se extenderá en paralelo a la espalda de las alas extendidas, y pasando por la nuca del León Medusa culmina en las dos cabezas que salen hacia delante, una a cada lado del monito Gagool, Pongo peso atrás y distribuyo la proporción general del conjunto, tratando a la vez de compensar la asimetrías de las alas. Algo así:





En resumen: una armatoste mayor al armatoste que ya es.






jueves, 13 de septiembre de 2012

     Debo haberme puesto decididamente insufrible con mis quejas sobre mi absoluta e irreparable ineptitud para el dibujo de figuras masculinas. Realmente me frustra no lograr avances en la búsqueda de la estética que pretendo para comenzar a conformar mi La Lista de los Ángeles. Me plagio a mi misma y juego con el mismo tratamiento que antes funcionó con las figuras masculinas. Pero mientras que el esbozo cartográfico me satisface en Portulano






cuando aplico el mismo criterio a un boceto para mis Ángeles ¡es decepcionante!






     Uno de mis escasos amigos (quien no me toma demasiado en serio, afortunadamente para todos), me envía un recorte con un artículo de opinión firmado por Mario Vargas Llosa sobre Damien Hirst. Transcribo lo que me marcó con resaltador, supongo su versión de “consuelo” que quiso brindar a mi desazón creativa y queja monótona: 


  Damian Hirst… habla de su trayectoria con una desarmante sinceridad, explicando… sus opciones… Hubiera querido ser pintor pero advirtió que pintaba muy mal y optó por los collages en los que se sentía menos deficiente… Uno de sus méritos es haber demostrado que en nuestra época se puede ser un artista, incluso de gran prestigio, sin demostrar destreza alguna en lo que se refiere a pintar o esculpir… No es exagerado decir que se trata de un honesto embaucador, que, en un mundo en el que ahora todo vale, donde el auténtico talento y el funambulismo andan confundidos, él pasa sus mercancías por lo que verdaderamente son, sin escrúpulos ni pretensiones, dejando que se ocupen de envolverlos en argumentos y justificaciones de densa tiniebla y especiosa dialéctica, esos críticos, galeristas y marchantes que, como los publicistas alquimistas de Saatchi, saben convertir todo lo que brilla en oro, vender gato por liebre e imponer su propia tabla de valores y jerarquías en medio de la confusión que ha remplazado las viejas certidumbres y patrones estéticos.-“ 

Diario La Nación del 23 de Junio de 2012, pág. 29 “EL HONESTO EMBAUCADOR” – MARIO VARGAS LLOSA.






     Lamento decir que poco me consuela (ni de cerca). Yo soy una dibujante que pretende saber dibujar y una pintora que pueda vencer las limitaciones de la técnica para lograr la expresividad que necesito para decir lo que quiero decir. Y tampoco produzco los millones que produce Hirst cosa que en definitiva, intuyo, hace que poco le importe reconocer –alegremente- su fraude (millonario).-.



martes, 11 de septiembre de 2012



Nuevas (malas) desde Ragnarök.

     Desastroso es el único calificativo aplicable al resultado de mi trabajo en los últimos días. Por una parte, mi Tótem de papel sólo sabe poner en evidencia los errores de estructura y de diseño que acumulo uno sobre el otro, como monumento mismo a la ineptitud creativa.

      Cuando alegremente di forma al cuerpo y cabeza de mi Buho Oráculo (con espejitos dentro de sus ojos para que cuando lo mires te veas) y apoyo a mi León-Medusa con su monito Gagool encima surge el primer conflicto. Literalmente no apoya. La melena del León y sus viboritas chocan con la superficie de apoyo de manera irregular y no encaja ni para un lado ni para el otro. No hay manera. 

     El plan original de hacer el Tótem en tres piezas separadas que se encajarían al montaje (básicamente para facilitar traslados y uso del espacio) se torna definitivamente inviable. Hay que unir las dos piezas nivelando con papel y fijando víboras a las orejas y cejas del Buho para lograr una armonía estética del grupo. O.K. Unifico León-Medusa con Buho Oráculo. Queda un armatoste difícil de manipular pero al menos encajan como unidad. Lo paro y ¡zaz! de boca al suelo. Mi armatoste carece de equilibrio, con su mayor peso en la parte delantera. 

      Coloco patitas tipo garras al Buho y agrego peso en la nuca del León, para estabilizar. Logro que se pare al menos. Y sigo. Estructuro las alas del Buho con palitos de brochettes para dar amplitud en un gesto abarcativo y amenazante (digo yo). No me queda simétrico pero… bueno, cuando avance en el trabajo de plumas y ojos (porque como Oráculo el Buho tendrá en sus alas también ojitos que te miren) supongo que lograré armonizar y dar simetría a todo el conjunto. Ya alada, incorporo la pieza de mi mesa de trabajo y la paro. Se bambolea intimidantemente, adelante-atrás, adelante, atrás. Como un punch-n-ball inflable Se detiene, vertical, en un poco prometedor ángulo hacia delante. Suspiro. Al menos no se cae, digo, y habrá tiempo más adelante de buscar contrapesos y mejorar la base de soporte. Entonces lo miro. Monito Gagool, León Medusa, Buho Oráculo con sus alas asimétrica que… ¡parece Batman! Un horror. Renuncio y me alejo porque la tentación de acercarle un fósforo es demasiado grande.






     Vuelvo mi atención a mi La Lista de Los Angeles. Bocetos, bocetos y más bocetos. Todos espantosos. Ni uno de los desnudos se acerca remotamente a lo que estoy buscando. Revoleo diseños, rompo dibujos a medio hacer, estoy peligrosamente cerca de ponerme a pintar flores y mariposas.






     Trato de enfocarme en unos soportes grandes de madera (korlok) que conseguí para realizar mi segunda versión de La Santa Inquisición: La Inquisición en América. Me pongo a preparar los soportes, usando un papel artesanal (batik) de color. Pero hay demasiada humedad (al fin y al cabo esto es Buenos Aires), el papel no adhiere y cuando lo mojo con un paño para facilitar el esparcido de la cola ¡lo rompo!. Desastroso es poco. Un asco. Me voy de mi taller porque sigue tentándome encender un fósforo y guardo ahí kerosene y barniz en abundancia. ¿Cómo puede salir todo tan mal al mismo tiempo?


  “Ha llegado la hora, dijo la Morsa, de que hablemos de otra cosa…” “The time has come”, the Walrus said,/ “To talk of many things:/ Of shoes – and chips- and sealing-wax-/ Of cabagges – and kinas –/ And why the sea is boiling hot-/ And whether pigs have wings./ 

Alice´s Adventures in Wonderland – Lewis Carroll





sábado, 8 de septiembre de 2012


   

MUSEO


      No hay ninguna razón para vivir, pero tampoco la hay para morir. La única manera que se nos concede para atestiguar nuestro desdén por la vida, es aceptarla. (…) La primera vez que me maté, fue para molestar a mi amante. (…) La segunda vez que me maté fue por pereza. Pobre, teniendo horror anticipado por cualquier trabajo, me maté un día sin convicción, tal como había vivido.” 

Jacques Rigaut, Antología del Humor Negro de Andre Breton






     “(…) Se murió, señor, y digo que hay años en que ni pienso en ella, pero había que verla en sus días, con esos ojos. Verla, no daba sueño (…). …En cuanto lo supe muerto y sin habla, le perdí el odio. -Para morir no se precisa más que estar vivo- dijo una del montón, y otra, pensativa también: -Tanta soberbia el hombre, y no sirve más que pa´ juntar moscas.” 

Jorge Luis Borges, El Hombre de la Esquina Rosada





Debilidad o fuerza: hete aquí, para ti la fuerza. No sabes ni dónde vas ni por qué vas; entra en todas partes, responde a todo: que no habrán de darte mayor muerte que si ya fueras un cadáver.” Al amanecer yo tenía la mirada tan perdidas, el semblante tan muerto, que aquellos con quienes me encontré probablemente no me vieron.” 

Arthur Rimbaud, Une Saison en Enfer





Quiero ignorar en dónde y de que modo/ Encontraré la muerte. Sorprendida,/ Sepa el alma a la vuelta de un recodo,/ Que un paso atrás se le quedó la vida.”/

Conrado Nalé Roxlo, Lo imprevisto






Verde por la vergüenza que no tenía,/ Hasta ayudó a Caronte a quemar sus naves,/ Decía que morirse no era tan grave/ Y agonizó en voz baja por cortesía.”/

Joaquín Sabina, Menos dos Alas, del álbum Vinagre y Rosas





Ricardo Reis piensa, Tengo que abrir un consultorio, ponerme la bata, oir a los enfermos, aunque sólo sea para dejarlos morir, al menos estarán haciéndome compañía mientras vivan, será la última buena acción de cada uno de ellos, ser el enfermo médico de un médico enfermo, no diremos que estos pensamientos séanlos de todos los médicos, pero de éste sí, …” 

José Saramago, El año de la muerte de Ricardo Reis






Morir es ley de razas y de individuos. Hay que morirse bien, sin demasiado ahínco de quejumbre, sin pretender que el mundo pierde su savia por eso y con alguna burla linda en los labios. Se me viene a ellos el ejemplo de Santos Vegas y con un dejo admonitor que antes no supe verle. Morir cantando.”

Jorge Luis Borges, Inquisiciones – Queja de todo lo criollo





Y su mala vida y su burlada muerte/ A rondar la luna se fueron los dos./ La vida cantando ronca de aguardiente,/ La muerte le hace la segunda voz.”/

Serrat & Sabina Martínez, del álbum La Orquesta del Titanic