viernes, 31 de enero de 2014

 
 
 
      Había comprometido el envío de obra a un restaurante próximo a inaugurar y el sentido común me hizo capitular frente a mis chicas sin ropa. No es que tuviera demasiadas opciones a mano, pero con un poco de voluntad y búsqueda pude separar algunas obras viejas que podían lucir “decentemente” en un lugar “decente”. Dí con reencontrarme con los trabajos que conformaran la serie de Alicia, y entre ellas una de la que no conservaba fotografía ni demasiado registro.
 
      Si bien es sabido que no soy muy ordenada con las obras en sí, que luego de exhibirlas un par de veces suelo “liberarlas” (o “perderlas” según quién califique mi actitud), y al cabo de un rato ya no tengo en claro por dónde andan ni demasiado afán en el rastreo, siempre he sido cuidadosa en fotografiarlas y llevar un pormenorizado registro visual de ellas. Desde que empecé este blog, ha sido este medio el más eficaz catálogo de mi trabajo, incorporando todas mis obras, desde las más viejas a las inconclusas, y creí que no me había quedado nada afuera. Por eso cuando hoy me tropecé con A través del Espejo recuperé la memoria de su existencia y subsané el olvido fotografiándola y subiéndola aquí.



 
 
 
     Y como nobleza obliga -aunque no me doblego a darle a la psicología ningún crédito excesivo más allá de las obviedades de cualquier buen observador- reconozco que ha sido probablemente mi subconsciente el que no quiso aferrarse a vivencias derivadas de A través del Espejo.
 
      Cuando estaba trabajando en ella, concentrada y tranquila, a primeras horas de la tarde, un par de tipos a mano armada irrumpieron en mi casa y procedieron a amenazas e intimidaciones varias y al voraz desvalije. Recuerdo la fecha: 20 de junio de 2000. Y recuerdo que la policía vino pero no entró a la casa (eso de tomar huellas es sólo de la tele), que tampoco el patrullero buscó por la zona (¿para qué?, a ver si los encuentran…) y que me hicieron ir (por mis propios medios) hasta la Comisaría 1ra. de Lanús para asentar la denuncia (o sea: no podían tomarla en mi casa, in situ, con las evidencias a la vista) y que una vez ahí tampoco hicieron nada porque en ese momento no tenían luz y por ende tampoco “sistema” Tuve que volver a la noche y realmente para nada: unos meses después me notificaron del “archivo de la causa” porque, previsiblemente, jamás movieron ni una falange para investigar nada.
 
     Si, supongo que atada a esos recuerdos fue mi falta de registro fotográfico. Hoy, catorce años después, otros robos y otros estreses post-traumático han vuelto aquel en anecdótico y sin mayor conflicto con mi inconsciente tomo la fotografía ausente y la subo a este blog. Puesta a recordar también me vuelve el hecho de que tras el fallido intento de asentar la denuncia por robo en la oscura comisaria, bastante indignada pese a los arrebatos de llanto y a la sensación de desamparo que me acompañaron por meses, decidí pese a todo cumplir con lo que tenía planeado para esa tarde: llevar dos obras a un concurso en la Galería de las Naciones, allá un par de cuadras por detrás del Parque las Heras. Así fue que llevé a Alicia en el Principio para competir en la disciplina dibujo y Lux en pintura.



 
 
 
 

 
     Por esa cosas que tiene la vida y esa ley de las compensaciones que se supone mantiene el equilibrio proverbial del Cosmos, una semana después me entero de que a Alicia en el principio le dieron el Primer Premio en su disciplina y a Lux el tercero.
 
      Lux debe andar por México, creo haber reseñada ya que la vendí por internet y no he vuelto a tener noticias de su compradora. A Alicia en el Principio me la reencontré también hoy, cuando la separé para enviarla al restaurante. La humedad de una pared había alcanzado su soporte y manchado la parte superior del fondo, también supongo que debido a esa ley del equilibrio cósmico o, sencillamente, a mi desidia imperdonable que hace que me desentienda de las obras viejas mientras voy de cabeza con algún que otro nuevo proyecto.
 
 
 
 

jueves, 30 de enero de 2014

Crossover de mi errante Silk Road con Star Trek.



 
 
 
     Mirándome con inocencia, como quién no quiere la cosa (aunque yo sepa que sí quiere apuñalarme por la espalda), me pregunta que voy a hacer con “lo de España”. Si voy a cancelarlo o a pedir una postergación de fechas a la espera de ver si Aduana me autoriza la exportación transitoria de las obras. Pienso –mientras que yo también lo miro con inocencia- que difícilmente Aduana me autorice nada porque jamás presenté la documentación que se me requería para abrir un expediente. Sacudo la cabeza como si mi respuesta fuese un no y encogiéndome de hombros digo al pasar “qué se yo… no sé. Voy a esperar… un milagro…



 
 
 
     Ahí se deschava y sonríe con un gesto de ladino lobo feroz y amablemente -¡somos siempre tan amables!- me recuerda por si me olvidé: “Pero vos no sos creyente, los milagros no alcanzan a los ateos.”
 
      Le devuelvo la sonrisa, que jamás habré de quedarme con nada que haya sido suyo, y le explico: “Yo sí creo. En otras cosas, pero creo. Por ejemplo, creo en el Capitán Kirk y en la eficacia de la teletransportación. Mis chicas estaban por acá pero se accionaron las palancas correspondientes y se teletransportaron. Espero que en unos días se materialicen en Andalucía.” “¿El Capitán Kirk?” me pregunta, supongo que confundido por una fracción de segundo. Ampliando mi sonrisa le explico: “Crecimos con ellos, ¿te acordás? Kirk, el Señor Spock, el Doctor MacCoy. Todas las tardes en la tele. Ellos se teletransportaban de la Enterprise a los planetas y volvían operando un aparatito triangular con una media esfera en el centro donde fijaban las coordenadas de ubicación. No puede ser que no te acuerdes. ¿tan viejo estás? La teletransportación nunca les falló. Se desintegraba la materia en el lugar de salida y se recomponía en el de llegada. Es un concepto sencillo. Teletransportación.” “Teletransportación” repite, haciéndose cargo de que no voy a darle más datos sobre el paradero de mi Silk Road. “Teletransportación” confirmo.


 
 
 
 
     Y es -en cierta forma- escrupulosamente cierto. Mis chicas andan actualmente por la “dimensión desconocida”, teletransportándose hacia su destino final. Y si mi memoria no me falla, allá a fines de los sesenta principio de los setenta, Twilight Zone precedía a Star Trek en la programación del viejo Canal Once, el que tenía de logo un leoncito con corona. Así que, dentro de mi lógica, todo está como debe ser.
 
    Parafraseando sobre una frase hecha, diré que es la infancia el único paraíso del que no podemos ser expulsados. “La verdadera patria del hombre es la infancia” ha dicho Rainer Maria Rilke. Como corresponde –Freud y sus secuaces deben haberlo señalado ya, pero yo lo ignoro por mi falta imperdonable de terapia- cuando nos vemos agobiados en la realidad de nuestra madurez por problemas que no podemos solucionar, huimos hacia atrás y apelamos a los recursos en los que supimos poner toda nuestra fe en la niñez. ¿Regresión? No. Viaje a las Estrellas y teletransportación. 


 
 
 
 
 
 
 
 

lunes, 27 de enero de 2014

 


“Ante de ser gran maestre del arte pop y gurú de múltiples modernidades, Andy Warhol fue
ilustrador de moda. De esa época (primeros años 50) data una serie preciosa de dibujos sobre pan de oro, de leves desnudos masculinos. (…) Es bastante posible que al inicio –pero solo al inicio- el ya prestigioso Warhol, millonario y tacaño, hiciese estos dibujos (bien lejos de lo retratos y las latas de sopa) por gusto personal, por el capricho de tener y guardar esas imágenes sexuales, a lo mejor con algún recuerdo íntimo. El gabinete privado –y secreto- de los artistas ha existido siempre, y antes tenía dos razones de peso: una censura más intolerante, que si a veces vetaba el desnudo, indudablemente vetaba y castigaba el erotismo, tanto femenino como masculino, pero evidentemente algo más el segundo. Así es que si un pintor se acercaba a la pornografía o simplemente era homosexual o gustaba deleitarse con modelos –o partes de modelos- desnudos, esos cuadros o dibujos debía indefectiblemente guardárselos. La segunda razón aludida (en épocas sin censura o más relajada) sería el pudor personal. Una suerte de autocensura o intimismo, pero ello es menos frecuente. (…) …Es bien sabido… que casi todos los pintores, célebres o no, han guardado carpetas con dibujos que nunca conocieron sus contemporáneos. Desde Miguel Ángel, Rembrandt o Rubens hasta Klimt o Duncan Grant, el pintor de Bloomsbury, homosexual escondido un tiempo (pese a haber servido de modelo fotográfico en su juventud, también privadamente) y de quién tras su muerte en 1978, se conocieron óleos y cuadernos de dibujos y acuarelas de explicito y gozoso homoerotismo. (…) Mucho más secretos –y solo recientemente conocidos- los dibujos del célebre cineasta ruso Serguel M. Eisenstein (homosexual oculto por el stalinismo) que dejó carpetas con dibujos llenos de calidad, sátira, reivindicación y a rachas factura vanguardista- siempre con títulos en francés- de erotismo homo, hetero y plurisexual. (…) Ciertamente existen los gabinetes secretos. Por secreto, por censura, por autocensura, por apetito de intimidad, por afán de transgresión, el arte secreto tiene su sitio y sin duda aún nos aguardan muchas sorpresas. Pero (igual que el escritor de diarios, en principio, íntimos) ¿no sabe –no solamente intuye, sabe- el pintor de delicias secretas, de secreter de visiones íntimas, de escenas de placer privado, no sabe, digo, que todo eso un día será público y es precisamente por eso (además del gusto personal de todo artista) por lo que finalmente pinta también el pintor de secretos…?”
 
Luis Antonio de Villena, Arte íntimo, arte secreto Descubrir el Arte, Nro. 45 Noviembre 2002 pág. 46/49.-



 
 
 
En la antigua Grecia, el cuerpo desnudo era el motivo predilecto de los escultores. Sin lugar a dudas, esto tiene su explicación en el hecho de que los hombres se paseasen con una pequeña túnica o con una toga, y porque el cuerpo no era tabú. Sin embargo no era del todo inocente que los atletas participasen en las competiciones deportivas completamente desnudos. En un primer momento, los jóvenes deportistas iban apenas en paño menores, hasta que se decidió que, en lo sucesivo, correrían, lucharían, lanzarían la jabalina y el disco como Dios los trajo al mundo. Esto se debió a que la forma de homosexualidad admitida por los griegos, es decir, la inclinación que los hombres maduros sentían hacia los más jóvenes, incitaba a los aficionados a las competiciones deportivas a querer admirar a sus protegidos en plena acción y en toda su perfección y naturalidad. A todas luces, el cuerpo del hombre estaba considerado en la época como objeto de deseo, más incluso que el de la mujer, que era esculpido con menos frecuencia y estaba, la mayoría de las veces, envuelto en telas. La tradición de embellecer los monumentos públicos y las villas de los patricios con esculturas de hombres desnudos perduró en la antigua Roma, pero acabó desapareciendo con el advenimiento del cristianismo. (…) ¡Qué alivio supuso para los amantes de la belleza carnal la irrupción del Renacimiento! Miguel Ángel abrió el camino con su David y con otras muchas esculturas. Sus frescos de la capilla Sextina le permitieron aplicar el mismo estilo, creando unos hombres desnudos imponentes, nobles e inspirados en lo antiguo. Se procedió a excavar la tierra para desenterrar las estatuas griegas y romanas, consideradas como el súmmum de la belleza masculina. (…) En los siglos XVI y XVII, en Francia, los dioses de la Antigüedad y las escenas mitológicas continuaron ofreciendo pretextos para poder enseñar hombres desnudos. (…) A principios del siglo XIX, la llegada al poder de Napoleón comportó una renovación del interés por el clasicismo… Algunos pintores aceptaron el reto, como David. Sus cuadros, por ejemplo “El juramento de los Horacios”, no escatimaban la presencia de hombres desnudos y aspiraban a ennoblecer la guerra a los guerreros. (…) Tras la caída de Napoleón y la llegada al poder de un gobierno más orientado hacia los negocios, encarnado por Luis Felipe, ´el rey comerciante´, las imágenes de hombres desnudos desaparecieron súbitamente de escena. (…) Desde su aparición, la fotografía descubrió el interés de hacer posar a los modelos para vender su imagen a los artistas. Los modelos vivos representaban un coste elevado para los pintores que así podían realizar estudios del cuerpo humano con menos esfuerzo. Acababa de nacer la fotografía del desnudo masculino. (…) La Gran Guerra asestó un duro golpe a la hipocresía y mojigatería victorianas… (…) Las guerras siempre suelen traer consigo una relajación de las costumbres. Una Europa más sedienta de los placeres de la vida y sexualmente más abierta acogía favorablemente la evolución de la fotografía… y de sus desnudos masculinos cada vez más numerosos. (…) En los años locos, las estrellas de cine, hombres y mujeres, no ponían ninguna objeción al hecho de ser fotografiados muy ligeros de ropa. Rodolfo Valentino y Ramón Navarro, ambas estrellas de ambigua sexualidad, hacían de su cuerpo la principal herramienta de trabajo. (…) La Segunda Guerra Mundial logró que las costumbres y los códigos de indumentaria se debilitaran un poco más. A finales de los años 40, las publicaciones de culturismo reaparecieron con un formato muy diferente. En esta ocasión, se mostraban tíos buenos por el placer de ver tíos buenos, como los de Bruce of Los Angeles, los de Lon of New York y muchos otros más. Sin embargo, el desnudo masculino seguía siendo el blanco de los ataques de la censura. (…) Habrán sido necesarias dos guerras y la determinación de numerosos fotógrafos, hombres y mujeres, para que el hombres se baje finalmente los pantalones y se reconcilie con la visión que los artistas de la Antigüedad y del Renacimiento tenían de él: el hombre ha de ser hermoso.”
 
David Leddick The Male Nude Taschen, Italy, 1998, pág. 6/13.-



 
 
 
La belleza del consumo. (…) …Cuál ha sido el modelo de belleza propuesto por los medios de comunicación de masas… el cine propone en los mismos años el modelo de mujer fatal encarnado por Greta Garbo o por Rita Hayworth, y el modelo de “la vecina de al lado” personificado por Claudette Colbert o por Doris Day. Presenta como héroe del Oeste al fornido y sumamente viril John Wayne y al blando y vagamente femenino Dustin Hoffman. Son contemporáneos Gary Cooper y Fred Astaire, y el flaco Fred baila con el rotundo Gene Nelly. La moda ofrece trajes femeninos suntuosos como los que vemos desfilar en Roberta, y al mimo tiempo los modelo andróginos de Coco Chanel. (…) …para el que no posee la belleza masculina y refinada de Richard Gere, existe la fascinación delicada de Al Pacino y la simpatía proletaria de Robert De Niro. (…) Los medios proponen de nuevo una iconografía decimonónica. El realismo fabuloso, la exuberancia de Mae West y la gracia anoréxica de las últimas modelos, la belleza negra de Naomí Campbell y la nórdica de Claudia Schiffer, la gracia del claqué tradicional de A Chorus Line y las arquitecturas futuristas y gélidas de Blade Runner, la mujer fatal de tantas transmisiones televisivas o de tantos mensajes publicitarios y la muchacha con la cara recién lavada al estilo Julia Roberts o de Cámeron Diaz, ofrecen Rambo y Platinette, o un George Clooney de cabellos cortos y los neocyber con el rostro metalizado y el cabello transformado en una selva de cúspides coloreadas o pelados a cero. Nuestro explorador del futuro ya no podrá distinguir el ideal estético difundido por los medios de comunicación del siglo XX en adelante. Deberá rendirse a la orgía de tolerancia, al sincretismo total, al absoluto e imparable politeísmo de la belleza.” 
 
 Umberto Eco Historia de la belleza, Editorial Lumen SA, Milán 2004, pág. 418/428.-




                   




sábado, 25 de enero de 2014

    ¿Cuándo nada queda, qué nos queda? ¡Ragnarök!   

      Mi Ángel de la Hispania ha sabido ser mi fuente de paz y placer las últimas semanas. Hoy lo terminé.



 
 
 
     Siento que me estoy acercando. Mis ángeles empiezan a ser en concreto lo que venía buscando. Gracia y fuerza. Poderosa cadencia. Belleza y color y el sentido de llegar a alguna parte. Mi Lista de los Ángeles empieza a SER (¡por fin!). Puede desmoronarse la realidad, pedacito a pedacito, pero en el planeta autónomo de mi taller el sol sigue girando alrededor mío. Tal como debe ser. ¡Bonito y gratificante Ángel de la Hispania capaz de hacer desaparecer todo lo demás! Al menos por un rato...



 
 
 
     Todo muy bonito, todo muy bien; pero, ¿qué habrá de ser de mi Silk Road y su destino transatlántico tras tanto intento frustrado? Canto por toda respuesta (canto mal, como canto yo, totalmente desafinada, con mi aguda voz de pito):
 
La noche que yo quiero/
La pasaba yo en tus ojos/
Acechando algún momento/
Pa' empezar a hacer destrozos./
La noche de promesas/
Que propones descubrir/
Puede ser tan indecente/
Que me apuesto lo que no voy a cumplir/
mmm... no cumplir…/
La noche de mi vida/
Será perra para un loco/
Y sabrás si hay que seguirme/
O dejarme volar solo./
Y hoy me pongo entre tu espada y mi pared…/
No sé si hacer/
O más bien deshacer./
  Hacerlo mal... o hacerlo bien…/
Hacer por hacer/ Solo pa' deshacer/
Lo que nunca sé hacer./ “



 
 
 
     O sea: Hacerlo mal… o hacerlo bien… Lo que se pueda, lo que te dejen hacer… El hombre es él y su circunstancia, decía Ortega y Gasset, y allá él si tenía razón o no. Yo no soy hombre y a lo sumo mi circunstancia (femenina) es la preservación de la especie. Mujer como ente reproductivo y basta. Una mujer nunca se pregunta tanto (dicen que no se nos dá la filosofía precisamente por eso) y busca soluciones prácticas cuando se trata de la supervivencia y el bienestar de la cría. No diré que una obra es como un hijo (¡los hijos son infinitamente más ingratos!) pero una hace lo que tiene que hacer. O deshace lo hecho y va por otro lado. Qué se yo. Lo necesario, nada más.



 
 
 
"No sé si hacer/
O más bien deshacer./
Hacerlo mal o hacerlo bien…/
Hacer por hacer/ Solo pa' deshacer./
Solo por deshacer./
Nunca hacer por hacer./
La noche que me gusta/
No me pide que sea bueno/
Y me muerde la manzana/
Regalándome el veneno.” 

Miguel Bosé, Hacer por Hacer



 
 
 
 

viernes, 24 de enero de 2014

 


-Ach, mira esto. Mi antiguo barrio. Todo ha desaparecido. Escuche, señor John Dillinger: he de
contarle que yo era muy famoso en Berlín. Como esas mafias de las que hablan las novelas de crímenes, nosotros también teníamos nuestro Ringvereine.- Paul no conocía la palabra… pero que, a tenor de las palabras de Webber, significaba… “pandilla de delincuentes”. –Sí, teníamos muchas- continuó Webber-. Muy poderosas. La mía se llamaba Los Vaqueros, como en el Salvaje Oeste… Durante un tiempo yo fui el presidente. Presidente, sí. ¿Te sorprende? Es que elegíamos a nuestros jefes por votación. (…) Debes recordar que en ese tiempo éramos una república. El Gobierno alemán tenía al presidente Hindenburg. Nuestra pandilla estaba muy bien dirigida. (…) No sé mucho de sus mafias, señor John Dillinger: ese Al Capone, ese Dutch Schultz. Pero las nuestras comenzaron como clubes de boxeo. Los obreros, después del trabajo, se reunían para boxear; luego organizaron pandillas de protección. Después de la guerra hubo años de rebelión y disturbios civiles; se luchaba contra los kosis. Una locura. Y luego esa temible inflación… resultaba más barato calentarse quemando dinero en billetes que usarlo para comprar leña. Uno de sus dólares valía miles de millones de marcos. Fueron tiempos terribles. En este país tenemos una expresión: “En el bolsillo vacío juega el diablo.” Y todos teníamos los bolsillos vacíos. Fue así como el Hombrecito subió al poder. Y así también fue como tuve éxito. El mundo era reventa y mercado negro. Ese clima me hizo florecer. –Sí, está claro- dijo Paul. Luego señaló un cabaret clausurado- Pero los nacionalsocialistas lo han limpiado todo. –Pues mira, eso depende de lo que signifique para ti “limpiar”. El Hombrecito no está bien de la cabeza. No bebe, no fuma, no le gustan las mujeres. Ni los hombres. ¿Has visto que en los actos públicos se pone el sombrero contra la entrepierna? Aquí decimos que es para proteger al último desocupado alemán. –Webber rió con ganas. Luego la sonrisa se esfumó-. Pero esto no es broma. Gracias a él los prisioneros se han apoderado de la cárcel.
 
Jeffery Deaver, El Jardín de las fieras Alfaguara Buenos Aires 2007 pág. 215/216.



 
 
 
     Recuerdo haber leído que era una maldición habitual en la Edad Media desearle al enemigo que sus hijos “vivan tiempos interesantes”. Los argentinos o somos inmunes a las maldiciones o las tenemos adheridas a perpetuidad. Estamos en “tiempos interesantes” otra vez. Nuevamente inflación disparada e incontrolable, corridas cambiarias, productos que se sacan de la venta, paralización de facto de la economía… Otra vez juntamos aire y nos resignamos al caos, al desgobierno, a la crisis. A barajar y dar de nuevo. Volver a empezar (¡otra vez!). De nuevo sopa, diría Mafalda. ¡Que lo parió!, pensaría Mendieta. Más y más de lo mismo. ¿Cómo podemos seguir tropezando con la misma piedra? ¿Será porque sigue la política en manos de la misma gente inepta de siempre?
 
 
 
 
 

jueves, 23 de enero de 2014

Fracaso del lícito éxodo de mi Silk Road a su breve destino español. El seudo “Muro de Berlín” vernáculo o como La Cámpora tiene por deporte joderme la vida.



 
 
 
     Finalmente hoy volvió a atender el Correo de Retiro con su delegación de Aduanas y AFIP.
 
    Pese a la sensación térmica de 41 grados centígrados (que llegó a 45 mientras yo andaba dando vueltas en mi noria) marché a despachar las siete obritas de mi Silk Road rumbo a España, rogando su arribo antes del 27 de Febrero, día de inauguración programada por la Sala Aires.
 
     La misma empleada que había presenciado mis tres horas y media de plantón del día lunes vino a atenderme y ¡amable! me acompañó al área de Aduana y buscó a un empleado (de los ocho que había dando vueltas con guardapolvos de inscripción “AFIP-ADUANA", ninguno atendiendo a nadie y sí parloteando entre ellos) que supiera del tema de exportación de obras de arte. Finalmente uno se hace cargo de mí y la gentil empleada me pide que cuando termine ahí la busque directamente. Realmente un encanto.



 
 
 
      Entrego al caballero de Aduana mi licencia de exportación laboriosamente obtenida en la Dirección de Artes Visuales de la Nación y amago a abrir el bulto donde llevaba mi obra para que cotejara que se trataba de las mismas pinturas que referían las fotos de la licencia. El me detiene presuroso. No, todavía no –me dice-, esto es el principio del trámite, faltan varios pasos antes de la verificación de la obra. Me sorprendo, yo ya antes envíe obra por esta vía, normalmente la delegación de Aduana del Correo verifica obra con licencia y se hace el despacho como encomienda. Asunto concluido. Se lo digo, con la certeza de la experiencia. Si –reconoce- pero estaba mal antes cuando se hacía así. La licencia de Artes Visuales es una parte, ahora hay que tramitar el expediente de Aduana, y ver si Aduana autoriza la exportación.
 
      Trato de argumentar sobre el absurdo de sus dichos, pero no me hace caso, y en un papelito me escribe mi próximo destino: Azopardo 350 Planta Baja, Dirección Registro de Exportación, Sección Registro, Mesa Temporales. Hace mucho calor para discutir y además él luce lo suficiente obtuso como para cambiar su speach ante mi lógica. ¿Qué puedo hacer?





 
      Voy a Azopardo casi Belgrano, entro al majestuoso (a que negarlo) edificio de Aduanas y busco la Mesa de Exportaciones Temporales. Primero me atiende un muchacho de barba espesa, en sus veinte años, quien muy cortes y solícito me suelta el decálogo de elementos que tengo que presentar, además de la licencia de Artes Visuales que llevo en mis manos, para poder “tramitar” la autorización para exportar: documentación que avale mi propiedad de la obra (¿?), copia de la invitación de la galería a la que viaja para la muestra y certificado de domicilio (¿?). Tras esto se inicia un expediente y SI (condicional) se me autoriza a la exportación, luego tengo que ir a la calle Hipólito Yrigoyen (frente a Casa de Gobierno) donde me “verifican” (¿qué?), lugar a dónde no tengo que llevar la obra, y recién –si me verifican positivamente- vuelvo al Correo y la Aduana de ahí me verifica materialmente la obra y ¡finalmente! se hace el envío.
 
      Trato otra vez de argumentar, pero el muchacho evidentemente no habla el mismo español que hablo yo. Pido que me atienda su superior, le indico que tengo una fecha de inauguración, que estuve tres días aguantándole – literalmente- la vela a la Aduana del Correo que por estar sin luz no me pudo decir que tenía que ir por ahí primero para obtener este otro “permiso”. Que no me dan los tiempos. Que me está diciendo estupideces: que tengo que “verificar” sin verificar en un tercer lugar para sí “verificar” en el mismo lugar del que vengo; que le tengo que traer un certificado de domicilio cuando el domicilio que denuncio en toda la documentación es el mismo de mi documento (pero el documento es del año pasado, me dice negando con la cabeza; estoy a 23 de enero: el año pasado es a menos de un mes, protesto; no está actualizado, no sirve, insiste inconmovible).





 
     Él se mantiene en sus treces y yo en las mías. Que me atienda su superior, que no me voy. Dice que espere que va a derivarme “a la Jefatura”. Espero, total, al menos ahí adentro hay aire acondicionado, el lunes esperé al rayo del sol (lamentablemente, tan en vano en una y otra oportunidad).
 
     Al rato viene una chica, más joven todavía, evidentemente un “cuadro” de La Cámpora. Me dice lo mismo pero con más contundencia: todo para nosotros es mercadería. Todo lo que se exporta es para la Aduana una mercadería y hay que hacer este trámite así y basta. Pero una obra de arte que sale para una muestra no es “mercadería” –trato de explicar despacito, a ver si capta el significado. –La licencia de exportación temporaria que me da Artes Visuales de la Nación (la misma “Nación” de la que depende Aduana) es por 12 meses. Si al cabo de ese plazo la obra no volvió es correcto que me pregunten por el paradero, y que si no volvió por su eventual venta que me exijan explicaciones y los pagos que procedieran. Pero si sale por un mes para una exposición no tiene nada en común con una mercadería, que es por definición un bien de cambio y que pretende un rendimiento económico. Son cosas distintas, no se pueden tratar igual.
 
      Para la aduana todo es mercadería, hay que tramitar el expediente y se acabó. ¿De qué ley sale eso? Sigo insistiendo más terca pero un poco más instruida que ella. Tanto la ley de exportación de obras de artes como los Códigos Civil, Comercial y Penal llevo años conociéndolos. El sentido común me ha venido con el pulgar prensil. Una obra de arte no es una mercadería y ya en el pasado he enviado mi obra al exterior para diversos eventos, esto de un permiso de la Aduana es nuevo y absurdo. La chiquita que no puede argumentarme con lógica pero que tiene todo el poder de la burocracia a su favor me imprime la misma ley que yo conozco: la 24.633. La bendita ley no agrega nada nuevo o distinto: según el texto (que releo en mi indignación) la verificación del empleado de Aduana de Correos de la licencia de Artes Visuales y el DNI del exportador es suficiente, todos los requisitos de la norma se cumplen con ello. Quise hacérselo entender o, que al menos, cotejaran el papelerío ahí y en ese momento (sin mi “certificado de domicilio”), pero no, imposible.
 
      Que presente todos los papeles y se me abrirá el expediente, y después se verá. ¿Cuánto tiempo? Y, depende, aproximadamente cinco días hábiles. Acá. Después en verificaciones de Hipólito Yrigoyen no sé, depende de ellos. ¿Qué verifican? Verifican. ¿La obra? No, la obra hay que llevarla directamente al Correo de Retiro. ¿Cómo antes? Sí. ¿Y que verifican en Hipólito Yrigoyen? Verifican la documentación. ¿No la pueden verificar ustedes y es un paso menos? No, nosotros tramitamos el expediente y Aduana autoriza la exportación, ellos verifican.
 
      Ahí llegamos a un punto muerto del absurdo abstracto. Recogí mis cosas (obviamente, yo todas estas vueltas las realicé arrastrando mi bulto con mis siete obras de la Silk Road a cuesta, ya que soy tan ingenua que cada día que arranco y salgo de casa creo que voy a poder realizar el envío) y me fuí.



 
 
 
     Y me voy tal como llegué: sin lograr nada, sin avanzar un mísero paso. Sin que mi Silk Road este un cachito más cerca de Andalucía. Y los días siguen corriendo…




 

martes, 21 de enero de 2014

Las Leyes de Murphy de la Silk Road







     Todo mal. Primero, me agarraron todos los asuetos. Después, en la Dirección de Artes Visuales, tuve que vérmelas con la supremacía camporista y con la desidia (habitual) en el trabajo administrativo bien pago que arranca a las diez de la mañana.
 
      Pero con esa perseverancia mía que tiene más de obcecación de mula encaprichada y ese leve resabio de sangre catalana que me corre por mis venas mestizas, a las diez y treinta y siete del lunes 20 de enero obtengo mi Licencia de Exportación para remitir ¡por derecha! mis siete obritas de la serie Silk Road a España.



 
 
 
     Marcho al instante, feliz y entusiasta, a la sede central del Correo Argentino, donde funciona la delegación de la Aduana y de la AFIP a fin de poder hacer el envío.
 
     A las doce menos cuarto del mediodía, con 36 grados centígrados y cuarenta de sensación térmica, con un sol pasmoso y esa humedad de Buenos Aires que es una humedad IN-DES-CRIP-TI-BLE para quienes no han puesto un pie en suelo porteño, me apersono al Correo de Retiro y... NO HAY LUZ.   No sólo no atienden, no dejan entrar al interior del edificio en el área de envíos al exterior (por sombra y asiento). Nadie sabe cuando volverá la luz, si es que lo hará. Viste como es EDESUR... Esperá...
 
      Y espero. Una hora, dos, tres... A las dos y media de la tarde era evidente que la luz no iba a volver, pero a esa altura, me daba cosa irme. El correo cierra a las cuatro, espero. Tres y cuarto los delegados gremiales hacen cerrar el edificio. No se puede trabajar sin luz (¿no se puede?). Volvé mañana, si hay luz, pero llamá antes, por las dudas... ¡A estas alturas, quién sabe si habrá vuelto la luz!







     Martes 21. Obediente y tenaz llamo al Correo (Atención al Cliente, no me dieron ayer ningún número directo; podría haberles causado lástima, ahí, parada y sudada bajo el sol durante largas horas, pero ellos, los funcionarios públicos del correo nacional y popular son inconmovibles e incorruptibles) para preguntar "¿hay luz?". Pero no consigo comunicar, siempre ocupada la línea. ¿Voy igual?
 
      En estos momentos está todo oscuro como si fuera de noche (pese a ser corrida media mañana), llueve de a ratos y hay alerta metereológica por granizo y fuertes tormentas eléctricas. Los rayos se han convertido en el actual enemigo público número uno. Honestamente, no me asustan tanto los rayos como el que el agua (de lluvia y de calles inundadas) dañe las obras en el traslado y/o en la espera si llego y de vuelta no hay luz. Yo no puedo creer tanta yeta...



 
 
 
Post Data: Un amigo (¡riéndose de mí a carcajada limpia e indisimulda!) acaba de llamarme para contarme del lanzamiento de los Sello Conmemorativos de la "década ganada", justo, ¡JUSTO! el día 20 de enero de 2014, ¡ayer!. ¡Para eso sí tiene luz! El enlace es: http://www.prensa.argentina.ar/2014/01/20/47325-desde-hoy-circulan-nuevos-sellos-postales-sobre-la-decada-ganada.php



 
 
 
Post Data Bis: Son casi las cinco de la tarde y acabo de volver del Correo de Retiro. Hoy ni las puertas de acceso abrieron. En las rejas un papel diciendo: "Por problemas de suministro energético agenos..." ¿Agenos? ¿Agenos? ¡AJENOS! No se puede ser tan bestia: ¡con J! ¡Se escribe con J!
 
    Además, no son "agenos", ya que el Correo depende de Presidencia de la Nación y la energía es un servicio público que DEBE ser provisto debidamente por el Estado. ¿Qué es ajeno a qué? Al mundo real: dos días sin correo, dos días perdiendo tiempo (y dinero) trasladándome hasta la central de envíos postales internacional para NADA.
 
      Eso sí: la estampillita del "Futbol para Todos" está. ¿Qué más se puede pedir?
 
 
 
 
 

domingo, 19 de enero de 2014

 


     Tras mi rabieta por el asunto de la “introducción al coleccionismo” y la necesidad de estrategias marketineras para la confección de un buen currículum que debe concluir con la muerte en el modo y momento oportuno, me trenzo –en otro blog- con el asunto de si el artista debe pagar o no para exponer y la sabiduría infalible de críticos y galeristas. Y como yo no sé pensar si no meto la nariz entre mis libros, decidí consultar sobre el tema.
 
 
“…Después de cumplir los diez años, su padre lo reclama y Leonardo se traslada definitivamente a Florencia, y pocos años después, en 1469, ingresa como aprendiz en el taller del gran Verrocchio… (…) Pasados tres años de aprendizaje, Leonardo debe comenzar a mantenerse por su cuenta, y comienza a atender por las noches la conocida taberna Los Tres Caracoles de Florencia, ubicada en el Ponte Vecchio. (…) …En la primavera de 1473, todos los cocineros de Los Tres Caracoles mueren misteriosamente envenenados y Leonardo pasa a hacerse cargo de las cocinas… Sin embargo, no dura mucho como maestro de cocinas… Horrorizado por la “triste polenta” acompañada de salsas y carnes irreconocibles que constituyen el plato más frecuente, insiste en servir a los clientes sus nuevos platos, delicados y (de acuerdo con su creencia) apropiados para los tiempos que corren: rodajas de pan negro decoradas con hojas de albahaca dispuestas geométricamente y pequeñas porciones de exquisitos manjares. Poco tiempo después, debe correr para salvar el pellejo cuando los comensales, reclamando algo más sólido para sus estómagos, invaden la cocina a sangre y fuego.”
 
 Leonardo Da Vinci, Apuntes de Cocina, Introducción y Notas de Rafael Galvano, Editorial Astri SA, España 2003, pág. 22/23.
 
 
     Queda claro que de haber contado con un buen “asesor” que desarrollara un conciensudo estudio de mercado, analizara nichos y conveniencias de rendimiento/inversión, Leonardo Da Vinci habría dedicado sensatamente su vida a ser un famoso y reputado chef de cocina de autor.



 
 
 
Goya era un joven que rara vez aceptaba graciosamente un reproche, e incluso sus numerosos enemigos admitían que su arrogancia estaba al menos en parte justificada. Siendo huérfano en la adolescencia, sin nadie que lo ayudara, se había elevado en el mundo gracias a su propio talento. (…) –La dificultad en ti, Paco, es que no aceptas el consejo de nadie- le dijo Martin Zapater-. Te has convencido de que, por ser un pintor, eres libre de hacer cuanto te place, cuanto te viene en gana. Pero yo diría que eres una desgracia para tu profesión. ¡Mírate!-. Goya se miró las bragas de seda amarilla y tersa, las botas suaves de caña alta, el jubón de terciopelo color crema, adornado con botones de plata, y en gesto defensivo se pasó la mano por el cuello largo y de encaje. Los grandes y obscuros ojos se ensombrecieron y frunció las espesas cejas en tanto se ponía de pie. -¿Qué hay de particular en mi aspecto?- preguntó. (…) –Me compré el jubón con los honorarios que obtuve el otro día como matador (…) y los calzones y las botas los compré con mis ganancias en el Café Diablo. –Corridas, juego…- Zapater sonrió sin humor-. ¿Es este el modo cómo desarrolláis vuestro talento, maestro Francisco Goya?.


 Samuel Edwards, La Maja Desnuda, Ediciones Selectas SRL Buenos Aires 1960, pág. 8/10.

 
      Por supuesto que un asesor de imagen hubiera sido imprescindible para mejorar la proyección de Goya y habría logrado, debidamente manejado por un buen galerista, llegar a obtener el éxito y reconocimiento que ¿no? tuvo.



 
 
 
Relataré, para la posible curiosidad del lector, la diversa reacción de los médicos por él retratados ante los cuadros que les regaló. El doctor Félix Rey aceptó por mera cortesía el retrato que le regaló, y que tampoco gustaba a su familia. Pasó al desván, y luego se utilizó para mitigar una corriente de aire en la cocina. Un pintor amigo le advirtió en 1900 (once años después) la posible cotización del cuadro. No le creyeron, pero ´por si acaso´ lo limpiaron y lo reintegraron al desván. Avisado por el pintor, amigo común de ambos, acudió el espabilado marchante Vollard, quien ofreció 50 francos. El padre del médico encontró indigno aceptar tanto dinero por tal “birria”, pero el doctor Rey adoptó una actitud más realista, y pidió al azar 150 francos, lo que con asombro de la familia entera fue aceptado de inmediato. Rey vivió hasta 1952, y en sus últimos años seguía manteniendo tozudamente que Van Gogh era un fraude artístico, y su fama un fenómeno ocasional y pasajero. El retrato está en Moscú (Museo Pushkin).“ 
 
 Juan Antonio Vallejo-Nágera Locos Egregios, Editorial Planeta, Buenos Aires 1992, pág. 187.-
 
 
     Obviamente, vox populi vox dei, y un buen agente de prensa y un sagaz asesor artístico hubiera escuchado la opinión del público y hubiera desalentado a Van Gogh continuar con su tosca labor pictórica, aconsejando, tal vez, el macramé.



 
 
 
Nunca supe ser un alumno mediocre. A veces, parecía negado a toda enseñanza, dando muestras de la inteligencia más obtusa, y otras me lanzaba al estudio con frenesí, una paciencia y una voluntad de aprender que desconcertaban a todo el mundo. (…) El primero de mis profesores, don Esteban Trayter, me repitió durante un año que Dios no existía. Para hacer más hincapié, añadía que la religión era “cuestión de mujeres”. (…) …En esa época de mi infancia, cuando mi espíritu se afanaba por saber, yo no encontraba en la biblioteca de mi padre otra cosa que libros ateos. Hojeándolos, aprendí con todo celo, sin dejar prueba alguna al azar, que Dios no existe. (…) Cuando descubrí a Nietzsche por primera vez, quedé profundamente atónito. Vi que tenía la audacia de afirmar en letra de molde: “¡Dios ha muerto!” ¿Cómo se explicaba eso? ¡Había estado aprendiendo que Dios no existía, y ahora alguien me participaba su defunción!” 

Salvador Dalí, Diario de un Genio, Tusquets Editores, Barcelona 1992, pág. 17/20.
 
 
 
      Se me da por sospechar que dada la difícil catalogación inicial de un emergente Dalí, ningún galerista hubiera apostado dos monedas por él. El “mercado” tiene por regla sacra ir sobre seguro vendiendo lo que ya se sabe que el público compra.



 
 
 
Ved a ese anciano que desciende solitario y sombrío las gradas de San Pedro, sin un amigo que lo sostenga, sin un discípulo que lo acompañe: es el ejecutor de las venganzas celestes, es el arcángel Miguel. Ved a ese joven que sube al Vaticano, rodeado por una corte de cardenales y por un regimiento de alumnos: es el ángel de las misericordias infinitas, es Rafael. Al enfrentarse, oíd lo que dicen: -Acompañado como un rey- susurra Miguel Ángel. -Solo como un verdugo- murmura Rafael.” 
 
 Alejandro Dumas, Pintores del Renacimiento, Editorial Claridad SA Buenos Aires 2008, pág. 59.


     Fácil intuir a quién hubiera elegido un Relacionista Público para apadrinar. Miguel Angel Buonarroti no tenía futuro por su mal genio, nunca sería un artista “popular”, ergo el éxito y la posteridad le estaban negados.
 
 
 
 

sábado, 18 de enero de 2014

 
 
 
     Mientras sigo rumiando con disgusto el asunto del “artista como marca”, el marketing del arte y la muerte oportuna, me compenso dando los últimos toques a mi caprichosa mesita de luz. Me pregunto si el calor de la lámpara afectará (seguramente) y cuando (la real incógnita) la pintura, el cordón de algodón con su pegamento, el craquelador y las lacas con las que trabajé la lucecita de escritorio que adherí a mi linda (y chueca) mesa de pino.



 
 
 
     Ahora que está terminada surge el problema de dónde ponerla, ya que en mi taller corre el riesgo no sólo de salpicaduras de pinturas varias sino que en el descontrol habitual de mi lugar de trabajo acabé pateada, derrumbada o aplastada por elementos diversos y el vidrio adherido en su tapa y el cristal que fuera líquido se quiebre o deteriore de modo irreparable. Supongo que transitoriamente –como con todo lo que me gusta- vaya a parar a mi biblioteca y cuando mi placer por ella sea superado por mi necesidad de ubicar nuevos libros sirva de circunstancian estante.



 
 
 
 
 

viernes, 17 de enero de 2014

 
 
 
     Me llegó la gacetilla de una Fundación Internacional de Arte anunciándome el inminente curso sobre “Introducción al coleccionismo”, y obviamente por curiosidad leo la información que incluye el programa de estudio. Si bien mi criterio para la formación de mi incipiente colección es pura y exclusivamente hedonista (como todo en mí), y mis pocas piezas tienen como único criterio rector el placer que me produce su contemplación cotidiana, no está mal –me digo- ver cuáles son los “criterios” de los que, presuntamente, saben de esto. Primer módulo (dice la gacetilla): “El coleccionismo como vértice fundamental del mercado de arte. Por qué convertirse en coleccionista. El impacto social, político y económico del arte. Modelos de coleccionismo actuales. De la colección al museo. (…) Los grandes patronos del arte: de los Médici a Felipe IV. Grandes coleccionistas de los siglos XVIII y XIX..” Bien, no muy original, pero vamos por la introducción. Sigamos.



 
 
 
“MÓDULO II: AGENTES DEL MERCADO DE ARTE. El artista. La producción artística. La evolución del objeto artístico. Las etapas de la carrera del artista. Currículum del artista como valor en el mercado. El asesor artístico. El papel de las galerías. El papel de los coleccionistas. Relación con el público. Consecuencias de la muerte del artista para el mercado. Arte y Marketing. El producto y su ciclo de vida. El artista y el mercado. Segmentación, posicionamiento, popularidad. Determinación del precio y estrategias de mercado. Mecanismos del precio para los mercados primario y secundario. Posicionamiento en el sector.”
 
     Mi primera reacción fue la sorpresa, después la indignación. La expresión “evolución del objeto artístico” me pegó. ¿Cuándo pasamos de “obra de arte” a “objeto artístico”? Me calmó “las etapas de la carrera del artista” porque me sonó a valoración de la obra en conjunto, a seguimiento del desarrollo y evolución del artista, pero cuando leí “currículum del artista como valor en el mercado” volví a entrar en ebullición. Mirar el “currículum” como valor por sobre la obra en sí, y haber bajado la “obra de arte” a “objeto artístico” ya me parecía más de lo que podía soportar.
 
     Aunque no se por qué me enojo si en la práctica se que es así: armás un buen “currículum” con prensa, relacionistas, algún escandalete debidamente publicitado y te codeas con los vips y con los tops del momento y ya tenés un “valor” para el “mercado” (mediático, sórdido y vulgar). No se trata de desarrollo y evolución creativa, se trata de saber cómo mover las piezas.
 
      El saber “armar un curriculum” es, al fin y al cabo, lo que los gurúes del marketing enseñan en todos sus “masters” y “postgrados”, sea el área o disciplina que sea. ¿Por qué el arte iba ser ajeno a esta tendencia? El problema soy yo, que sigo creyendo que el Arte es otra cosa, que es lo único que nos diferencia del resto de las especies, la real manifestación del espíritu humano.



 
 
 
     Pero sigo en mi lectura: “Consecuencias de la muerte del artista para el mercado”. Obvio, hasta yo sé la respuesta a eso: limitación de la oferta (ya no hay posibilidad de más obras). Menos oferta sube el precio. Las galerías tienen que matar a los artistas (de modo trágico y vistoso, que ocupe en lo posible primeras planas o, por lo menos, encabece la sección policiales) una vez que tienen una cantidad suficiente de obra (“objetos artísticos”) en depósito. La muerte como plus valía. La muerte como ecualizador del precio. Una muerte conveniente (oportuna, bien publicitada) determina la calidad del artista y mejora su curriculum. Probablemente Van Gogh venda tan bien porque arrancó grande, "produjo" lo de la oreja y se murió en el psiquiátrico. Picasso es más barato porque murió de viejo y produjo demasiado para la conveniencia del mercado.



 
 
 
     Y seguimos. "Arte y Marketing. El producto y su ciclo de vida. ¡EL PRODUCTO! ¡EL PRODUCTO! Voy a tener un ataque de presión, mejor duplico la dosis de la medicación para mi hipertensión crónica.
 
      ¿Cuál es “el producto”? ¿El artista? Porque ya la “obra” la habíamos bajado a “objeto” en el Primer Módulo. “El artista y el mercado. Segmentación, posicionamiento, popularidad.” Eso ya lo entendí: la segmentación es ser “el artista de los collages con porotos”, “el artista que retrata a las estrellas”, “el artista de que pinta de colores las chimeneas de las fábricas”, “el artista del pueblo que puso su taller en la villa”, “el artista del poder que le organiza los actitos a la faraona”; y siguen las “segmentaciones”.
 
      Después hay que posicionarse en el nicho, no invirtiendo ni tiempo ni dinero en otro sector. La popularidad se alcanza cuando te menciona Tinelli, aunque se para burlarse, o se convierte uno en la “última conquista” de la siliconada mediática del día, videíto hot ad hoc, y reseña tus aventuras de cama el profundo (y presidencial) Rial. La POPULARIDAD es la clave. No importa hacer un lamentable y patético ridículo, lo que es IMPORTANTE es que te mencionen en cadena todo los programas de TV de la tarde.
 
     “Determinación del precio y estrategias de mercado.” O de cómo convertir en dinero nuestro buen nombre y honor, como mejor vender el alma. “Mecanismos del precio para los mercados primario y secundario. Posicionamiento en el sector.” O de como ya no nos queda ni alma para vender.



 
 
 
     Lo que sigue ya ni lo leo, sólo paseo mis indignados pero resignados ojos sobre el palabrerío infecto:
 
Las galerías. Los intermediarios. Los marchantes. (…) ¿Cuáles son las mejores galerías internacionales? Galerías norteamericanas. Galerías europeas. (…) ¿Cómo compro en una galería de arte? ¿Cuáles son los criterios de las galerías para seleccionar artistas? (…) ¿Cómo se negocia? (…) Arte y Economía. Variables que influyen en el mercado. Las técnicas del mercado del arte. La relación del arte con la macroeconomía. Valor cultural y valor comercial de las obras. Aberraciones del mercado. El Kunstkompass. Comprar arte a través de Internet. (…) Análisis del Mercado. Revalorización del arte; Tasas de Rentabilidad; Volumen de negocio del mercado nacional e internacional (…) Las casas de Subastas. Mercado primario y mercado secundario. (…) Rivalidad de las viejas damas: Christie´s - Sotheby´s. Los grandes récords mundiales. Las ferias de arte. Las ferias de arte contemporáneo. Las ferias como descubridoras del mercado. Los artistas y las ferias. Principales ferias internacionales de arte contemporáneo y su calendario. ARCO, Art Basel, Art Frieze, Paris Photo… Las ferias de fotografía. Bienales. Le Grand Tour. El Comisario como ideólogo (…) Taxonomía expositiva y Mercado del Arte. (…) Paradigmas que rigen el Arte Contemporáneo. El artista contemporáneo como generador de marcas. (…) ¿Qué es contemporáneo y qué es Arte? Valor de marca, reputación y sobreprecio. Marcas artísticas: museos, galerías, casas de subastas y artistas. Saatchi y los British Young Artists (BUA). Diseño y marca. Marcas de lujo y artistas contemporáneos.”



 
 
 
     Me agota la realidad. No la niego, pero no tengo porque aceptarla y mucho menos adherir a ella. Sé que el “mercado” lo es todo, es dios, y que las “reglas” que impone son más tiránicas y santas que las Tablas de la Ley de Moisés. Sé que mantenerme al margen y no acatarlas me convierte en INEXISTENTE.
 
      Pero bueno, gracias, no me importa desaparecer del mapa. Prefiero seguir siendo yo antes que un producto posicionado estratégicamente en su segmento del mercado con potenciación programada del precio de mis “objetos” artísticos hasta el momento que mi galerista programe con su wedding planner el modo y el momento más conveniente de mi muerte.



 
 
 
 
 

lunes, 13 de enero de 2014

 
 
 
Aunque durante enero los diarios porteños suelen ser más insípidos y tediosos que de costumbre, ayer en el suplemento Viajes de La Nación un artículo de Horacio de Dios me alegró el día. Leí entonces y comparto ahora:

  …Contrariamente a lo que solemos repetir, no viajamos para desenchufarnos, sino para vivir con más intensidad. Por eso lo primero que preguntamos al llegar a un lugar es ¿qué hay de nuevo? A veces, revisar el pasado ayuda tanto como imaginar el futuro. He conocido varios museos en el mundo dedicados a Picasso pero ninguno tan interesante como el de Barcelona, en la calle Montcada… Me puse a caminar por una ciudad bellamente peatonal. Y usé el itinerario virtual de Picasso de Josep María Carandell que compré en la librería del museo, sorprendente por los libros y las postales eróticas del maestro, que no era tímido ni con el pincel ni en la vida. (…) Fue en Cataluña, donde cambió su firma, aunque se llevaba bien con su padre. Hasta 1898 firmaba Pablo Ruiz Picasso, luego Pablo R. Picasso y desde 1901 sólo Picasso. El mismo lo cuenta: ´Mis amigos de Barcelona me decían siempre Picasso porque era un nombre más original y más sonoro que Ruiz, sin duda por eso yo lo adopté. ¿Sabe usted lo que más me atraía? Seguramente la doble s, caso bastante inusitado en España. Picasso es un apellido de origen italiano, como usted sabe. Claro que tiene su importancia el nombre que uno tenga o adopte… ¿Me imagina usted a mí llamándome Ruiz? ¿Pablo Ruiz? ¿Diego Ruiz? ¡O Nepomuceno Ruiz? Me pusieron yo no sé cuántos nombres… ¿Se ha fijado usted en la doble s de los apellidos de Matisse, de Poussin, de Rousseau?´ (…)".
 
Horacio de Dios, Una caminata por Barcelona Trazada por Picasso La Nación, Suplemento Viajes, Domingo 12 enero 2014, pág. 8.-



 
 
 
     Y como puntilloso ratón de biblioteca que soy, este artículo me hizo recordar otro material leído respecto a las “postales eróticas” de Picasso y su significancia en el entendimiento del Arte Erótico (así, con mayúsculas). En el 2002 en el Museu Picasso de Barcelona, el mismo que referencia Horacio de Dios, se montó la gran exposición “Picasso Erótico”, la que generó el artículo de J.J. Navarro Arisa, del cual extracto:

¿Sexo por amor al arte o arte por influjo del sexo? En la vida y la obra de Pablo Picasso se hace difícil hacer distinciones. (…) El interés de la aproximación creativa de Picasso a la sexualidad radica –aparte de la calidad e intensidad plástica de las obras- en su carácter simultáneamente obsesivo y natural. La obsesión sexual de Picasso no era una mera adición neurótica, ni una sublimación de sus energías creativas por otros medios, sino una parte integral e imprescindible de su singularidad humana y artística. Sea cual fuere la moralidad o estética del posible espectador, sería un error de apreciación contemplar sus obras como pornografía. La obra erótica de Pablo Picasso es, precisamente, anti-pornográfica, desde el momento en que no promete placeres inalcanzados ni recrea deseos frustrados, sino que expresa con toda naturalidad y sin ningún apriorismo moral un ámbito de vivencias al que el artista concede suma importancia. El erotismo y el sexo, en distintos grados de crudeza y sofisticación, son hilos conductores que recorren toda la obra picassiana, una fuente de inspiración contante que impregna y vivifica todos sus periodos pictóricos y sus fulgurantes cambios estilísticos. EL deseo, el apetito sexual y la embriagadora inmersión en cualquier estímulo erótico acompañan a Picasso desde su adolescencia malagueña y no le abandonan –antes al contrario- en sus estadías barcelonesas y parisinas. Picasso es erótico –o directamente procaz- en sus épocas azul y rosa, en su tránsito innovador hacia el Cubismo y en sus obras de madurez. La obsesión no desaparece en ningún momento, aunque va modulándose desde la urgencia activista de la juventud hasta el tono mordazmente elegíaco de las últimas obras.”
 
  J.J. Navarro Arisa, Erótico Picasso, Descubrir el Arte, Nro. 33, Noviembre 2001, página 62/66.



 
 
 
     El concepto de “arte erótico” como “arte anti-pornográfico” me llevó a recordar otro artículo de la misma publicación (Descubrir el Arte, número 41, Julio 2002, pág. 62) “El Prado se desnuda: el Museo del Prado reúne sus cuadros secretos”, donde un recuadrito reseña:
 
 Además de las galerías públicas del Museo, existe… una sección reservada, que se enseña sólo a las personas que tienen una entrada especial. En ella se guardan todos los desnudos que podrían escandalizar a las damas. Hay que tener presente que la patrocinadora del Museo es una reina joven. Al ver esta sala reservada, se siente uno un poco decepcionado de no encontrarla en absoluto indecente; por otra parte, contiene obras de mucho mérito de Rubens y Tiziano, de Pablo Veronés, etc…; muy particularmente me han impresionado Diana desnudando a Calixto y las Ninfas sorprendidas por sátiros, y una Mujer acostada sobre un lecho, de Tiziano. He contemplado también una magnífica Eva de A. Durero; y he notado también una estupenda Dido que creo es de Correggio.” (Prosper Merimeé, Cartas de España, 1830).



 
 
 
Marginalia (resentida): Hasta hará unos siete u ocho años era fácil (y barato) conseguir en las librerías de viejo de calle Corrientes los números atrasados de Descubrir el Arte. Así, pude comprar esa fantástica publicación española y coleccionar sus, calculo, primeros 60 números. Después vino el régimen K, el “amigo” Moreno cerró la importación (inclusive la de bienes culturales como libros y revistas) y empezó el aislamiento que hoy hace que no entre al país ni las compras hechas por internet (dicen las malas lenguas que todo está varado en el puerto, esperando la inevitable irrupción de la “liberté, égalité, fraternité). Actualmente me es imposible adquirir esta publicación, por lo que las citas que hago son sobre material anterior a la “década ganada”. Espero con el tiempo, que todo lo puede y que es inexorable, recuperar la liberad “libre” de comprar mi revista de arte favorita y actualizar mis fuentes de referencias sin por eso convertirme en una apátrida traidora como resulta por estas horas oscuras (y ridículas).