martes, 31 de marzo de 2015

     ¡Que sea una isla, por favor!


     “Llegó el momento-dijo la Morsa-
De hablar de muchas cosas:
De zapatos… barcos… y lacre…
De repollos… y de reyes…
Y de por qué el mar hierve…
Y de si los cerdos tienen alas.”

Lewis Carroll, A través del espejo y lo que Alicia encontró allí  Los Libros de Alicia Ediciones de la Flor, Buenos Aires 1998, página 158.

     Mi versión personal de ese fragmento (memorizada de cuando leí un resumen de las historias de Alicia en una revista de historietas allá en mi niñez) es “Ha llegado la hora, le dijo la Morsa al Carpintero, de que hablemos de otras cosas…”, frase que uso habitualmente para cerrar la etapa de divague o de reiteración y adentrarme al fondo de la cuestión.  Mi prólogo para ir directo “a las cosas” como aconsejaba Ortega y Gasset.

    Acabada la experiencia ferial, vuelvo al trabajo interno en mi taller y acomodo los caballetes que amontoné en un rincón para hacer el lugar necesario para el embalaje de las obras que se fueron de paseo a La Plata.

   Y de golpe, con la distancia que pone en evidencia mi importante miopía, miro la obra que estoy a punto de terminar y veo una mancha resplandeciente.  Junto con el pánico que me impide acercarme lo necesario para ver bien (de cerca, mi visión es casi impecable) un ruego me retumba en la cabeza: Que sea una isla, por favor… que sea una isla… que sea una isla...

     Me aproximo y compruebo, ¡alabados sean todos los dioses y todas las musas de todos los credos!, qué, efectivamente, ¡era una isla! 


    Y por un instante,  esos ojos verdes que durante todo el tiempo que he estado trabajando en ella me han parecido fríos y distantes, se me están riendo a carcajadas.  Me la quedo mirando, al acecho, pero enseguida volvió a su indiferencia.  ¿Fue una ilusión óptica, un reflejo, o una de esas alucinaciones patológicas que me empeño en llamar exceso de imaginación? No sé.  La terminé hace un rato, con absoluta desconfianza.  Necesito poner distancia entre nosotras, por las dudas.


lunes, 30 de marzo de 2015


 


     Cerró anoche la Feria  de Arte Contemporáneo Arte La Plata.  Si bien no estuve durante los cuatro días que duró el evento, el casi horario completo que cumplí el sábado y el rato de la tarde del domingo me volvió testigo de la importante asistencia de público que se dio durante el fin de semana.

     El diario local (El Día de La Plata) habla de dos mil quinientas personas que visitaron la propuesta, número que en lo personal que parece excesivo, pero que hubo mucha gente circulando de modo constante la hubo.
 

     Además de multitudinario (sea el número que haya sido en concreto), el público que asistió lo hizo con auténtico interés, ya que se demoraban en la obras, fotografiando sus preferencias (muchos, muchísimos, pidiendo permiso a los artistas antes de hacerlo, en un despliegue de buena educación que yo hacía añares no presenciaba), que buscaban a los artistas para dar su opinión o realizar consultas. Que retiraban postales o tarjetas de a una, prolijamente, dejando correctamente los display y exhibidores en su lugar para el próximo interesado.  Un público respetuoso y cordial, un ambiente tranquilo y una experiencia por demás grata para todos los participantes.  Los artistas con los que conversé coincidían tanto en la respetuosidad de los asistentes, su marcada cantidad (por momentos el circular de gente era apabullante) y en lo cansador que es para uno pasar la jornada completa de pie en los stand (uno no puede quedarse sentado porque estorba la visual del espectador y hay que circular para dar información y repartir o reponer folletería o data para la posterior ubicación terminada la Feria).  El dolor de pies y de espalda y cierto malestar en la cabeza por el bullicio casi permanente eran las únicas quejas que se escuchó entre los expositores.  Y ciertamente, eran una quejas muy menores. 

     El descuelgue al cierre se dio de manera ordenada y fácil;  el espacio y las características del Pasaje Dardo Rocha facilitaron toda la acción.  Los Organizadores nos despidieron con un brindis, cerrando también el buen tato que se recibió siempre de ellos, desde la convocatoria hasta el final mismo del evento. 
 
 
     Realmente nada quedó por fuera de lo planeado ni surgió ninguno de esos habituales problemitas  técnicos que suelen darse en las muestras multitudinarias (estructuras que se caen y obras que se desploman, luces que fallan, acción predadora de algún concurrente, desaparición de materiales de publicidad, artistas quejosos y molestos full time…).  Acá reconozco que todo salió a la perfección.  Un verdadero placer haber participado de Arte La Plata.  Mérito de los Organizadores y de las personas de La Plata, una ciudad que se ve tiene una población que hace juego con su maravillosa arquitectura.
 
 

domingo, 29 de marzo de 2015















     En un momento de la concurrida tarde de ayer, cuando dos mujeres jóvenes se habían detenido durante varios minutos en mi stand y debatían sobre la técnica utilizada en mis obras, me acerqué a ofrecer respuesta a sus dudas.  Tras el cruce de un par de palabras, una de ellas me preguntó si hacía unos años no había expuesto yo en el Centro de Convenciones de Monte Hermoso.  Sí, claro; ella le calculó unos tres años atrás, a mí me pareció que un poco más pero no quise contradecirla.  Ahora corroboro que fue en el 2006, ¡hace nueve años!  






   Aun en la creencia de que fueran sólo tres años, me sorprendió sobremanera que ella hubiera reconocido el estilo –no eran obviamente las mismas obras- y se lo dije, admirada de su buena  memoria.  Su repuesta fue el halago más grande que he recibido durante la Feria y que me justifica todo (la inversión en este evento, el dolor de espalda, la hinchazón de pies, el llevar invertido tanto dinero, tiempo y salud en una actividad que la mayoría tilda de vana e inútil): dijo que lo que yo hacía era original y único, que no había visto nada parecido en otro lado.  Después seguimos hablando y supe que era ella también artista plástica, lo que hizo sus conceptos aún más valiosos para mí (es alguien que observa y analiza la técnica a más del valor estético en una obra).


    Quedamos en contactarnos vía web, y espero que así sea.  Quiero reiterarle mi gratitud por darme uno de esos momentos que se conservan para siempre y que en las horas oscuras nos devuelven la fe en lo que hacemos y que nos convence de que marchamos por el camino correcto.







sábado, 28 de marzo de 2015


     Hoy sábado fue el primer día que estuve tiempo completo en la Feria Arte la Plata en el majestuoso Pasaje Dardo Rocha.   






     Muchísima gente.  Hacía tiempo (demasiado tiempo) que no interactuaba con tantos espectadores desconocidos que se detenían frente a mi obra y se tomaban la molestia de buscar al autor para hacerle comentarios.  Una maravilla.

     Un alto porcentaje de las personas con las que conversé demostraban curiosidad por la técnica.  Les llamaba la atención el “¿cómo está hecho?” al punto de preguntarlo.  La cartografía que entrecruza cada obra era lo que más obligaba a detenerse en la contemplación atenta y al posterior comentario.  He descubierto que mucha gente comparte conmigo la fascinación por las “cartas de marear”




   









     La obra  más objeto de fotografías fue El Portal.  Se detenían a componer el conjunto, a comprenderlo en una unidad.  Fotografiaban por sectores.  Evidentemente, es una obra que provoca interés (y espero que placer)  mirar.



     Fue duro estar de pie -arriba de mis zapatos- desde el mediodía hasta las nueve de la noche, momento del cierre.  Ni mi espalda ni mi rodilla están ya para estos trotes.  Pero valió la pena.  Al fin y al cabo uno crea y trabaja cada obra para esto: para que miradas desconocidas las contemplen y las disfruten.  Para que ese diálogo inconcluso que iniciamos concluya en la lectura de ese otro que comprende y cierra el círculo perfecto del arte.



jueves, 26 de marzo de 2015




     Anoche fue la inauguración oficial de la Feria Arte La Plata.  Desde hoy hasta el domingo estará abierta al público. Mis obligaciones laborales (de mi trabajo civil) me impedirán estar ahí hoy y mañana;  recién durante el fin de semana podré constatar en persona la relación de mi trabajo con los visitantes de la Feria.  La realidad real me condiciona a la espera y a la paciencia.