jueves, 31 de diciembre de 2015


Sacude el polvo de tu corazón,
no esperes a que den las doce,
cualquier tiempo pasado fue peor,
más viejos éramos entonces.
Sacude el polvo de tu corazón,
márcate un baile con la aurora,
cualquier tiempo pasado fue peor,
somos más jóvenes ahora.
…Sólo le pido en esta noche a Dios,
que cierre siempre la muralla,
al miedo, la violencia y el rencor,
que gane el beso su batalla…

Joaquín Sabina, Cualquier tiempo pasado fue peor 






     El 2015 fue indudablemente el año de los cachivaches.  A ver si en el 2016 nos ponemos un poco más seria.  Feliz año nuevo - Happy new year - Bonne année - Frohes neues jahr - Felice anno nuovo - Feliz Ano Novo - Feliç any nou!!!




miércoles, 30 de diciembre de 2015





     Alguien me refuta vía mail que lo mío no califica ni para “arte erótico”, que mis desnudos no se apartan del canon más tradicional.

     Me inclino a coincidir.  Al menos en teoría.  Soy una persona conservadora –aunque suene tan contradictorio-; me resulta natural mantenerme dentro del sobrio y apacible clasicismo.  Discreto y elegante.  Claro que tengo que reconocer mi tendencia a los excesos, a cierto amontonamiento estético, a mi extraño e inevitable sentido del humor.  Y el hecho –concreto e incuestionable- de la censura que desde años viene  acompañando a mi trabajo.  Los descuelgues, la negativa a dejarme a exponer, al pedirme obra menos “agresiva”.  Mis inocentes desnudos clásicos se vuelven perversos e impúdicos cuando los quiero exhibir.




     Así, mientras coincido con mi detractor en que mi obra es demasiado tranquila para constituir auténtico “arte erótico”, en la práctica y en el sector del mercado en que me muevo resulto incómoda y molesta, que no soy pero parezco, y que mejor no cuelgo.  Soy un “por las dudas, no”. 


     Igual y yendo al punto, concuerdo.  Lo que hago no es ni auténtica pornografía ni aproximación seria al arte erótico.  Espero alguna vez estar segura de que lo que hago es arte y punto.







martes, 29 de diciembre de 2015





     En época de tantos brindis (o de excusas aceptables para ellos) uno debería tener más cuidado en enredarse en conversaciones presuntamente interesadas en lo que uno hace.  Porque el exceso de proclamas de buenas intenciones hace que uno baje la guardia y peque de innecesaria sinceridad.  Debo recordar que cuando alguien, quién sea, me pregunta “¿Qué vas a hacer con esto?” (“esto” alguna serie de dibujos sin terminar, en el caso las bases de mis Postales Victorianas), sólo hace una pregunta de cortesía, y que la simple respuesta de “terminarlas” o “exponerlas en algún lado” es más que suficiente.  Y todos contentos.




     Pero yo estaba en ese estado amablemente expansivo que genera la cantidad exacta de alcohol (ni tanto ni tan poco); y entre augurios de prosperidad en el año que se inicia creí necesario explicarle que estaba persiguiendo:

     Todo es tantas cosas -le dije-, que habitualmente se nos pasa de largo más de la mitad de sus significancias.  Con mis Postales Victorianas  quiero detenerme en las contradicciones tanto culturales como temporales (hasta acá puso cara de estar prestándome atención aunque probablemente mi voz le hacía de música de fondo).  ¿Es la pornografía sólo pornografía, o el arte erótico es temporalmente pornográfico? O no, y aunque lo sea ¿deja por eso de ser una manifestación netamente cultural? (ahí, al irrumpir el término pornografía, se le activó el radar y me miró con espanto).  Si vos agarrás hoy una serie de postales victorianas te van a parecer pavas, no las vas a calificar de “porno”, mucho menos después de los extremos que internet facilitó a la visión pública.  La esencia de lo pornográfico estaba en lo escaso, en lo prohibido, en su difícil acceso.  Cuando la web te lo planto en pantalla ante cualquier búsqueda inocente, la habitualidad quitó impacto y reservó a lo más excesivo y border la calificación de porno (cara elocuente de “de qué me está hablando”, revoleando la vista a los costados en búsqueda de auxilio).  Las imágenes victorianas, entonces prohibidas y escandalosas, ya son desnudos clásicos tintos de ingenuidad.  Cambió la visión, cambiaron los códigos.  Pero ¿cambiaron?  Es cuestión de la lectura que hacemos, del modo en que el espectador mira.  Entonces, ¿puede que mis Postales sigan siendo tan procaces si logro que las mires con la mirada adecuada?  Pero a la vez, objetivamente, siguen siendo imágenes bellas, de un tiempo en el que las formas eran lo más importante, aunque las veamos en un tiempo en el que la forma es tan vacía como el contenido mismo.  Quiero que el espectador caiga en la lectura de ese código protocolar del entorno, porque lo que digo y como lo digo es parte del juego.  ¿Y qué te digo?  (Huye, huye, la loca se brotó...)  Repito esa pregunta boba de si el arte erótico es pornográfico o lo porno es una forma de arte.  Y es boba porque no hay dicotomía.  Todo es todo, todo es el aleph.  Depende del ángulo, ¿entendés?; el ángulo en que te pares, la hora, tu estado de ánimo.  Un día un desnudo te puede conmover por su vulnerabilidad, por lo efímero de la belleza en su imperturbable eternidad dentro del ideario de la humanidad.  Otro día te excita por su sólida carnalidad.  Otro día te es por completo indiferente  Como la pornografía, que demasiado pronto te aburre.  O algo así.





     Ella quería poner kilómetros de distancia, supongo que su instinto le decía “no contradigas a la loca, mantenela tranquila”, así que su comentario de circunstancia a mi postulado estético fue “que lindo”, aunque lo agudo de la voz le delató el aterrorizado disgusto. A mí me causó risa, no ella sino yo que, como de costumbre, le tiro margaritas a los chanchos.  Y es cierto, me dije mientras ella retrocedía apurada diciendo que iba al baño, todo es cuestión de ángulos.  


Al año que comienza yo le pido suaves sonidos
Le pido que ilumine el pasillo de los egos
Le pido que aprendamos a vivir poniendo huevos
Pongamos algún límite a la sangre
Y quiero que el Marine, se convierta en Marinero ...fe
Yo quiero que se lleve tu dolor ...fe 

Alejandro Sanz,  El silencio de los cuervos







Post Data:  Probablemente no se me crea, pero tras subir esta entrada entré a mi twitter y me encontré con esto:





¿El destino me hace de exégeta?






viernes, 25 de diciembre de 2015



     Por puro sentimentalismo o por efecto de la resaca, lo único que puedo hacer en este estado es editar las fotos (y ni eso, porque tuve que intentarlo carias veces antes de lograr archivarlas).  










jueves, 24 de diciembre de 2015


     Entre lo que se quiere y lo que se puede siempre terminamos con la realidad (y el tiempo) dándonos una paliza. 

      Las urgencias de mi trabajo civil me restaron tiempo y fuerza  para disponer de los detalles que mi caprichosa meticulosidad hubiera considerado plenamente satisfactorios. Pero la vida es así y uno hace lo que puede y se entrena en resignación.  A mi mesa recogida de la calle y que va de regalo navideño no pude agregarle ni narcisos ni gladiolos blancos (¿dónde se consiguen?), con suerte encontré un florerito próximo a mis ideas y un moño que se empecina en el desarme...






     La planta que compré para mi cacharro de los potes de helados era, en teoría, la adecuada al plan original, pero al montarla hace tambalear todo el artefacto.  Si, bien, que los centros de mesa tengan plantas vivas para que nos acompañen con posterioridad a los eventos que decoran.  Pero pesan, están húmedas...  adhieren con demasiada facilidad a la ley de la gravedad...







     Al final, mi rejunte de basura  reciclada del año pasado es lo que más dignamente se mantiene  y sospecho que irá esta noche a la mesa principal.  Afortunadamente estas fiestas se dan una vez año, y aunque me gusta festejar el solsticio de verano vivo rodeada de grinchs, y con la edad se torna difícil nadar tan contracorriente.






      Igual, acá me mantengo con mi jolgorio de lucesitas, brillos y pompones, y aunque por estos lados nadie más le ponga gran entusiasmo al brindis yo me dedico a hacer uso de las copas:  Feliz Navidad - Merry Christmas -  Joyeux Noël -  Boas Festas - Buon Natale - Frohe Weihnachten - Feliç Nadal - Gabon Zoriontsuak - С Рождеством -  Gajan Kristnaskon!!!!







miércoles, 23 de diciembre de 2015


     En beneficio de mi paz personal he accedido a abrir una cuenta de Pinterest, pero reitero: no entiendo para qué sirve (yo no me doy cuenta como subir imágenes en forma directa y hacer algo distinto a lo del blog o de twitter;  es más de lo mismo, ¡una patética repetición!).

     Que la multiplicación exponencial de la difusión visual, que a más recursos más herramientas de viralización, que la progresión geométrica de la divulgación digital instantánea,  y todo el bla-bla-bla que corresponde a los gurúes del marketing virtual, profetas iluminados del branding.  Escucho, no me importa; sigo escuchando, trato de resistirme; sigo escuchando ¡y es un agobio!; sigo escuchando y grito que no aguanto más y sólo por necesidad de silencio termino haciendo lo que me dicen.  Así que no he logrado terminar el año sin claudicar.  Oficialmente, desde hace diez minutos, tengo cuenta Pinterest (¿para qué? Chi lo sa…  Pero la tengo.)
























martes, 22 de diciembre de 2015


¿Para qué sirve el arte?

     Voy a intentar responder  esta pregunta primordial con un caso práctico.

I.- Yo, que no puedo tirar nada a la basura, soporto durante más de un año un abanico publicitario de Broadway estorbando sobre el tablero de mi taller.  Finalmente, en esos lapsus que me ataca el espíritu reciclador, decido recuperar para la utilidad práctica la estorbosa pantallita neoyorkina.





II.-  Y como también me andaba sobrando (y molestando) una máscara de plástico de mi proyecto de las Bandejas, sumé dos más dos y me puse a hacer mi versión de “abanico enmascarado” (sí, me repito y me repito, hasta el absoluto aburrimiento).




III.- Como estábamos reciclando (que en mi confuso desarrollo de ideas es una forma de hacer limpieza) usé en la empresa todo eso que andaba de remanente dando vueltas por ahí: cintas, soguitas, glitters, lentejuelas, plumas, y siguen las firmas.





IV.-  Más o menos terminada, comprobamos que como abanico no sirve (obviamente), porque al intentar sacudir el esperpento para hacer aire todo lo adherido claquetea de modo amenazante.





V.-  Ya que como abanico mucha utilidad no iba a tener, ¡qué más da!  Perdido  el objetivo que no se desperdicie el glamour originario, y habiendo surgido de las tablas a ellas rememoramos agregándole una boa de plumas bien teatral.












VI.- Y mientras acomodábamos el conjunto para las fotos que reseñaran con honestidad que mi Abanico Enmascarado resultó un trasto útil para nada, mi gata decidió investigar -con su habitual solemnidad- el asunto.




   Mi gata consideró rápidamente que el pequeño armatoste emplumado era muy apto para su esparcimiento.   Cuando quise indicarle que eso era “arte” y no su juguete, ella me recordó su parentesco con los leones.  Es mío”  me dejó en claro.




“¿Entendiste?”




VII.- Conclusión.  Así, en este caso práctico, hemos comprobado que un Abanico Enmascarado constituye un juguete idóneo para el divertimento de los gatos domésticos, quienes, en el caso de marras, resultan los destinatarios ideales de este tipo de expresiones artísticas.







  ¿Para qué sirve el arte?  Para que juegue Cati.