Contrariando
mis pacíficos planes de dedicar el fin de semana a avanzar con mis Postales,
he sido atrapada por una tarea en teoría grata y en la práctica
desesperante: preparar material para un kit de presa.
Uno sabe
que la tarea de prensa y difusión para el éxito de una muestra es
esencial. Si uno quiere que las obras se
vean es imprescindible avisar que las obras estarán expuestas en
determinado lugar y en determinada fecha.
Cuestión de pura lógica. Y si
bien los organizadores generales de un evento como una feria publicitan, el
artista en individual debe también
dedicar tiempo y energía a hacer prensa respecto de su obra focalizado
en el público que sigue su trabajo.
No objeto
nada, solo reconozco que es algo que en lo personal me agota de sólo pensarlo. Entiendo lo que hay que hacer, conozco la
forma en que normalmente se hace y tengo algunas ideas de cómo se puede mejorar
todo eso. Pero cuando uno se sienta a
darle forma surgen todas esas minucias que me enloquecen: la calidad de las
fotos, los textos adecuados para cada función, el estilo y tamaño de la letra,
la paleta de colores, el peso del material que sólo se difundirá virtual y la
calidad de impresión de lo que se remitirá en papel. Así, aunque le ponga ganas y me siente
dispuesta a solucionar las cosas, las cosas quedan flotando en su nebulosa
porque los pequeños detalles me impiden definir nada. Y así, agobiada y muy frustrada, siento que
terminé perdiendo el tiempo sin avanzar ni un solo casillero.
Después de
muchas, pero muchas horas de trabajo, sólo pude armar un borrador de un dossier
de imágenes para integrar el kit de prensa que se distribuirá en forma
digital. Hay que ajustar el peso de las
imágenes y pulir los textos. La portada,
que debería usarse también en las carpetas a imprimir para contener la
información en formato físico, es absolutamente provisoria (por horrible). Hubo otras
versiones, pero una peor que la otra.
La
biografía que debe incluir el kit es la que uso habitualmente en las
postulaciones, por lo que sospecho que debería mejorar ese texto haciéndolo más
atractivo y menos ennumerativo. Y ni que decir de la foto que
menos profesional no puede ser (una selfie precaria hecha con un celular
muy desvencijado). Hay que hacer todo de
vuelta.
Y con el
poster de presentación que va en el ingreso del stand pasa lo mismo: los textos
tienen que adecuarse con el tono de la biografía definitiva, hay que hacerlo
con fotos profesionales (o que al menos sea nítidas) y la paleta de
colores es una gran incógnita, porque tengo que integrar todo el material de
prensa con el colorido de las postales y eventuales catálogos, lo que me obliga
a dedicarle todavía más tiempo a esta tarea.
Y yo que quería dedicarme a dibujar en paz…