domingo, 30 de septiembre de 2018




     Variaciones sobre un mismo tema, siendo el “mismo tema” las infinitas posibilidades del rollo de cartón que envuelve el papel de cocina.  Jugamos con maniquíes, pero es imprescindible que sea todo configurado por el rollo de cartón.  Entonces vamos con el pie de sostén:









  Y ya montado vamos a darle un poco de sentido:


























La Nanette
mixtura sobre papel intervenido con fuego, 20X25 cms.









Post-Card
 mixtura sobre papel, 20 X 25 cms.




    Las obras se liberan y siguen su camino independiente, como debe ser.  La Nanette y Post-Card continúan su destino en New Jersey, EE. UU.  

     La autonomía del arte es absoluta: la obra digita sus preferencias cuando usa al artista como mero instrumento para su composición y luego elige a su espectador ideal para continuar con éste su etapa de disfrute estético.  Es decir, la libertad libre.  ¡Y que bien que así sea!





























miércoles, 26 de septiembre de 2018




     Ahí se van acercando a la idea que nos revoloteaba en mente:





































    Supongo que es una falla mía, exceso de imaginación o descontrol del síndrome alucinatorio.  No veo un rollo de cartón, veo cualquier otra cosa.  En este caso, un maniquí:


























     Satisfactorio inicio; ahora a tratar de concretar la imagen inicial que nos movió hasta acá.











lunes, 24 de septiembre de 2018







     Irse como volver.  ¿Volver a dónde?  A ese tiempo oscuro dónde nos decían que no merecíamos nada, que nada nos correspondía, que éramos descarte, que éramos apenas lo que quedó.  Nunca nos dijeron que podíamos aspirar a algo, todas las desgracias nos habían elegido como destino,  así que ¡a resignarse y aguantar! 

     Sin expectativas a uno le quedaba suicidarse o vegetar.  El arte se metió en el medio y desbarató los oscuros planes que todos tenían trazados para mí.  Por esta estúpida cortesía mía nunca los mandé al diablo.  Pero todo llega.  Hasta el momento de irse dando un portazo.  Aunque nos vayamos para adentro, aunque nos marchemos retrocediendo.








     ¿Para qué volver a esos días cuando no había manera de tener esperanza, cuando la convicción de haber perdido antes de empezar a jugar que nos habían adoctrinado era la única voluntad que nos regía?  Porque eso que fuimos indudablemente lo seguimos siendo y porque soy la confirmación tangible de que se puede quebrar el destino impuesto e inventarse uno a gusto propio.  

     Aun recuerdo (Funes otra vez) cuando la crítica a mis intentos de dibujar eran signados de inútiles, cuando se me lapidaba en la adolescencia por mi falta de talento, mi carencia de originalidad, cuando se me auguraba el fracaso en cualquier cosa que intentara.  El “no es para nosotros” constante.  Nada era para mí.  Habiendo arribado a este puerto donde hago mayoritariamente lo que quiero ¿por qué no navegar hacia esas aguas viejas  a rememorar que, pese a todo,  no pudieron vencernos?  Vuelvo con mi hoy (siempre vamos a dónde sea con nuestro hoy a cuestas, ¿alguien puede dudarlo?).  

     Y volver es irse, y yo solo me quiero ir de una vez…













domingo, 23 de septiembre de 2018









    ¿Regresar es una forma de irse (no huir)?  Pero si todo es tan diferente, otro contexto, otra visión, otra forma de entender la vida, ¿sigue siendo regresar?  ¿Tan distintas circunstancias no hacen que ese pasado ya no sea lo que fue sino lo que será a partir de ahora?  Se ríe y me dice que me gustan demasiado los laberintos dialécticos.  Que el agua del río nunca es la misma…    Me acusa qué, como en mis cuadros, se trata de variaciones sobre un mismo tema.









     Probablemente sea cierto.  Me aferro a las cosas, me cuesta abandonar, deshacerme.  Junto basura con la excusa de estar al aguardo de la inspiración, conservo relaciones nefastas por exceso de cortesía y dejadez.  Debería irme (y tal vez, ¡hasta huir!) si es el único modo de apartarme de esas personas que me arrean como lastre hacia abajo.  No se puede volar con tanta carga…









     Qué tramposa es la memoria (la memoria de Funes, esa memoria innecesaria e inoportuna).  Recuerdo la amenaza enredada en una encantadora charla romántica  de que había que cortarme las alas por precaución.  Me reí y hasta puede que comprendiera que era una frase boba, sin ninguna mala intensión.  Tuve en privado mi ataque de pánico y desaparecí poco después.  Pocos años más tarde, alguien –a quien quise mucho- me comparó con un pobre pez atrapado en un anzuelo.  Nunca superé la indignación y  mantuve mis sentimientos controlados y a la defensiva.  El anzuelo ha dejado marcas, pero igualmente pude mantenerme libre y a resguardo.   No.  Las cosas suelen ser demasiado complicadas.  No creo laberintos por placer, sólo propendo a meterme dentro de ellos por soberana estupidez.


















sábado, 22 de septiembre de 2018

viernes, 21 de septiembre de 2018



     Jugar con fuego...















...pegar papelitos...
















Maltratar el papel original con  fuego y agua...
















     Si logro que finalmente me dejen en paz, en los próximos días espero terminar con esto...