sábado, 30 de junio de 2018


Así llegamos al fin de la tarde:




















     Probemos algo distinto. Partamos de como luce un rostro maquillado con neón en la oscuridad.  Según mi lógica, sobre papel de color tratamos de capturar los toques de luz colorida con un poco de tinta:






Es demasiado divertido como para no seguir por ahí…






Para aportar al colorinche (la clave, a mi criterio, en este asunto) sujeto el papelito azul con recortes de otro papel con lunares fluo:










     Y seguimos…














miércoles, 27 de junio de 2018




     Me hacen llegar unos amigos mexicanos una convocatoria de una revista digital de cultura Apócrifa Art Magazine:









     Mi primera reacción fue que era una propuesta en la que no podía entrar, ya que yo no trabajo con neón.  Pero en las bases convocan diversas disciplinas, que tampoco me parecen viables en la combinación con un gas fluorescente.  Entonces reconsideré, quizá no neón pero si el color del neón, su sucedáneo bidimensional: el fluo.  Y como el colorinche me es irresistible, me puse a juguetear con la idea…











     En esta distracción estamos...






lunes, 25 de junio de 2018










   



  Demasiadas preguntas, siempre.  Exceso de análisis.  Las cosas son, muchas veces, definitivamente simples.  Uno trata de que el entusiasmo disimule las frustraciones, que poniéndole ganas se deje de lado la falta de resultados tangibles.  Se intenta mirar para adelante aun cuando en el entorno inmediato el panorama no sea ni cálido ni acogedor.  Lo mejor está por delante, se miente uno con convicción; estamos entrenados para eso.  Pero no hay garantías, sabemos que es apenas un acto de fe.  Tal vez nada distinto nos espere allá delante, probablemente sea aún peor.  Quizá la frustración por el fracaso es el mensaje que deberíamos escuchar: no servimos para esto, nunca servimos; ha llegado la hora de renunciar.








     Claro que ahí surge otro hecho contundente, indiscutible y concreto: ya hemos renunciado.  Muchas veces en el pasado, cuanto más atrás en más oportunidades.  Ante cada fracaso el llanto, el clamar a los dioses, abandonarlo todo por unas semanas, volver al redil, seguir intentándolo, fracasar otra vez, insultar a los dioses, chillar que no lo hacemos más, un par de semanas de aburrimiento y volver, siempre volver…

     Conozco muchos casos de artistas que abandonaron, que cansados por la falta de resultados y ante la opción de una vida digna (y hasta exitosa) en otras áreas no dudaron mucho en irse donde calentaba el sol.  Y nunca los vi volver.  ¿Mi problema ha sido la falta de fortaleza para mantener la decisión y asumida la derrota mantener la distancia para no regresar jamás?  ¿Lo mío es cuestión de debilidad?








     ¿Lo que determina la fortaleza es mantener una postura aun en contra de nuestros más íntimos deseos?  Porque lo único constante en mi vida fue el deseo de dibujar, el placer de pintar, el disfrute de un tipo de libertad y de honestidad intelectual que sólo puede proporcionar el arte.  Mi obra (esa obra destinada a los fracasos, al rechazo, a no encontrar nunca un lugar) es la única forma permanente de felicidad que he tenido en mi vida.  ¿Aferrarme a ella es debilidad?  Pero, no hacerlo, ¿no es suprema estupidez? 

     ¿Debemos renunciar a lo que nos hace felices porque el mercado nos dice que “eso” no es bueno a la luz de sus reglas?  No nos darán el reconocimiento, ni el mérito, ni la posibilidad de vivir económicamente de ello; no nos van a dar nada.  Pero no pueden quitarnos el disfrute.  ¿Quién gana en ese juego?  ¿Ellos que me echan de mil maneras y de todas las formas que pueden, o yo que me quedo y sin darme por aludida sigo haciendo lo que quiero y disfrutándolo visiblemente y con impunidad?  Porque cuando no esperás que te den nada y nada pueden quitarte, ¿con qué te van a manipular, con qué pueden intentar presionarte?  Sí, esa forma de libertad que sólo el arte te puede dar…













viernes, 22 de junio de 2018





     Reencontrarse con queridos amigos que la vida mantiene a distancia es siempre una experiencia grata, aunque sea tan breve como esta.  Cierto que la web y las redes lo mantienen a uno en contacto, al tanto de los pormenores diarios, y en el caso de los que nos empeñamos en el arte, del transcurrir de la obra de cada uno.  Pero esa intimidad de la camaradería antigua recobrada en la mirada y en la risa tonta por el recuerdo compartido es algo que todavía escapa de la vida virtual.

     Cuando estúpidos compromisos de personas normales marcaron la cuenta regresiva de nuestro fugaz reencuentro no tuve más remedio que enfrentarme a los hechos y le pregunté por qué ya no le gustaba mi trabajo.

-No es que no me guste- se apuró a tranquilizarme. -Si se nota tanto lo mucho que te divertís.  Tus últimas obras son puro juego, irreverencia, desprejuicio y placer, ¿cómo no me van a gustar? Lo que pasa es que antes contabas historias…  y recuerdo como me fascinaba tu manera de decir…

     Hubiera querido tener algún argumento para rebatirle, pero fue tan contundente la verdad que me tiró encima que apenas pude reaccionar para el abrazo de despedida.  Cierto, antes contaba historias, en cada obra encerraba un mínimo relato.  Ahora sólo juego a jugar.  Y me quedé con la añoranza de aquella amistad diaria que ya nunca volverá a ser y de las ganas que tenía entonces de contarle cosas  a quién quisiera escuchar…












domingo, 17 de junio de 2018



Versión final de Et frivolites, mixtura sobre papel artesanal e industrializado, 50X70 cms.






























sábado, 16 de junio de 2018









     ¿Entonces?  Entonces nada.  Hay cosas que son y cosas que no son.  Y cosas que decidimos hacer que sean.  Tanto como no somos responsables por las fantasías ajenas somos por completo responsables de las nuestras.  Sobre todo cuando las formateamos y las ponemos en ejecución.  ¿Entonces?





   


     -Es el destino- me dice, y aunque en mi cara lee que ni por casualidad es así prefiere dar  por concluido el asunto.  Entre la trampa y el juego constante, intuye que no vale la pena discutir más.  Puede que tengamos un destino pre-asignado, y puede que, por el contrario, nuestro destino lo vayamos escribiendo sobre la marcha.  “Somos las decisiones que tomamos” dice por estos días un slogan publicitario.  Exactamente.  Somos lo que hemos decidido ser.