miércoles, 29 de septiembre de 2021

 


     Empezamos otra vez, la excusa ahora es darle utilidad a una (endeble) cartulina rosa y tener la oportunidad de trazar algún dibujo maniático para calmar los nervios.  Un retrato, fuego y el plagio reverente a un Albrecht Dürer, The Sea Monster, circa 1498.  Para pasar un buen rato.

































































































domingo, 26 de septiembre de 2021

 


 





          Llegó el momento de liberar a la figura central de su recargado fondo.  Voy a trabajarla al óleo, eso ya es cosa decidida (no hay otro modo de recortarla y subirla del barullo general que es la obra hasta acá) pero por una cierta manía mía de acentuar el dibujo base con lápices acuarelables me demoro un rato más.  ¿Es necesario este paso de grafito?  No.  Pero me gusta jugar con mis lápices y desparramarlos con agua ligera.  Sólo por el placer de hacer, sólo por eso.

 
















  

     Finalmente salimos al aire libre a dar las primeras capas de óleo muy diluído, que  una vez absorbido por el papel y seco será el sostén del verdadero trabajo de pintura.  La hermosa mañana de primavera propicia el disfrute de pintar sin apuro ni intensión demasiado definida de momento.





































domingo, 19 de septiembre de 2021


     Dialéctica – en proceso.  Día de caprichos.










     Llegamos a unificar el fondo, trazada toda la figura clásica, con su propio fondo y sus arbolitos.   Asumida esta primera etapa concluida deberíamos ir hacia la dama central, preparar su base y disponerme al óleo para empezar a subirla, a sacarla de la recarga general que es ahora el diseño.  Pero me distraigo en los detalles, o en satisfacer caprichos, que en mi caso es lo mismo.






 

    Obtuve de regalo de cumpleaños una cajita de acuarelas artesanales de colores metálicos.  Las ranas, la serpiente y el ave son víctimas propiciatorias para que  los pruebe.  ¿Me salgo del tono general de la composición?  En absoluto, apenas lo resplandezco.  Y ya sabemos que la acuarela suaviza el trazado rígido de la tinta y en la mescolanza húmeda empelusa el papel y crea esa pastita que aporta un sutil volumen que disimula errores.

 

























    Y me demoro en el eje de la composición: el doble pie, de una y otra figura, un eco de la postura (aunque esté algo forzada).  Hay una razón en ese doble pie, una lógica interna que se me escapa pero que por instinto sé que es esencial a la obra.  Las ranas relucientes lo saben.
















 

sábado, 18 de septiembre de 2021







Yo la siento cruzar ante mis ojos
Y es una estrella muerta la que pasa,
Dejando, en pos de su fulgor, la sombra,
Porque, en pos de su luz, reina la nada!
Yo la siento cruzar ante mis ojos
Y la pupila tras de sí me arranca.
Cual si su imagen desgreñada y torva,
En vez de su visión, fuese una garra!
Yo la siento cruzar ante mis ojos
En aterrante procesión fantástica
De biblias del deber que ya no enseñan,
De laureles de honor que ya no honran,
De inspirados de Dios que ya no cantan,
De púdicas estolas que envilecen,
De patenas limpísimas que manchan,
De banderas celestes que se arrastran!
Yo la siento cruzar… ¡Seres felices
Que carecéis de luz en la mirada!
¡Ay! ¡Yo no puedo soportar la mía
Bajo el fantasma horrible de mi patria!

 

Almafuerte, La Sombra de la Patria, canto IV









     Los años pasan, las obras envejecen en sus deficiencias técnicas, pero las causas que las inspiraron se reiteran y reiteran en un bucle infinito.  ¡Que ganas de gritar!  “…¡Seres felices / Que carecéis de luz en la mirada!/ ¡Ay! ¡Yo no puedo soportar la mía / Bajo el fantasma horrible de mi patria!”