viernes, 29 de septiembre de 2017



     -El backstage, el behind the scenes, el tras bambalinas- me cita, recitando prolijamente el manual.  Hago como si no la escuchara, sólo para fastidiarla, pero se de lo que está hablando.  La trastienda del artista, la intimidad creativa, el proceso en crudo, la experimentación en tiempo real, y todas esas otras referencias trendy que se imponen hoy.  El artista, parece ser que para diferenciarse, debe exhibirse haciendo

     Hace un tiempo que viene insistiéndome que lo que debo mostrar en mi blog  no es lo que pinto sino cómo lo pinto.  Que tengo que poner el foco de atención en mi (¿particular?, ¿personal?, ¿extraña?) forma de componer y desarrollar la obra de principio a fin.  Acepto que es una manera de acercar el espectador a la obra, de hacerlo participar en el juego,  y no tendría objeción si no fuera que es un criterio demasiado de moda como para que no me genere suspicacias.  Pero ella es, aparte de una buena amiga, una especie de “curadora” según el parámetro oficial y no puede salirse de las reglas actuales de su métier.


      Y en homenaje a nuestra amistad le hago algo de caso y acá va un resumen compositivo y la imagen final de lo que quedó llamado como Quartier Latin 
























martes, 26 de septiembre de 2017



     Cualquier excusa es buena para usar mi tinta veneciana.  Un pentagrama, un sello postal, un logo vintage.  Y más si llueve.  No puedo argumentar racionalmente, pero vincular la penumbra de una tarde de lluvia a Venecia me resulta una imagen completamente grata.































lunes, 25 de septiembre de 2017












































     “No podés tener una expresión artística auténtica hasta que no asumas tu identidad.  Es básicamente un problema de identidad y de libertad cultural. (…) Hay muchas cosas a nivel creativo que me recuerdan películas como las del director francés Jacques Tati.  Vas al restaurante de Ferran Adriá te abre un plato, lo olés, te lo cierra y se acabó.  Hay cosas que me parecen un poco ridículas.  También, algunos artistas conceptuales, para quienes el discurso vale más que la obra.  Yo creo que hay gente creativa en todo: en canto, en arte, en teatro, en música…  Pero hay una cosa que no me gusta en este momento, que está muy mezclada con el comercio.  Eso hace que admire a gente que son los mayores piratas del arte, pero que han entendido cómo es la historia.  Están superconsagrados y lo que están haciendo es quitarle el dinero a los ricos.  Damien Hirst, Jeff Koons y toda esa gente que hace producciones en serie.  Me parecen que hacen bien.  El arte en este momento es una inversión, y está al servicio de las inmobiliarias.  No sé aquí, pero afuera cualquier edificio tiene que tener un Koons, un Hirst o lo que sea.  Si Constantini pone un Koons, el otro pone…
(…) ¿Por qué dice que admira a Hirst y a Koons?
Son artistas mercenarios.  Me gusta la imagen de estos chicos, que son superinteligentes.  La obra de Hirst me interesa.  Lo he conocido, y es como un hooligan.
¿Es arte si sólo se piensa en el comercio?
Creo que estos chicos hacen arte pensando en el comercio, pero lo que hacen no está mal.  Es un arte que funciona.  Antes las fortunas se heredaban, ahora hay muchas fortunas que han surgido de la creatividad.  Los chicos de Silicon Valley que han inventado negocios, se han hecho ricos…  El negocio también es un arte.  Si considerás que la comida en un arte…  ¿por qué no considerar que una persona que hace un negocio creativo es un artista.
¿Qué quiere decir con que es “un arte que funciona”?
Que funciona cuando sabés para que está dedicado y lográs los fines de eso.  A veces funciona en alguien que quiere dejar un mensaje.  Otras veces funciona porque queda bien en los halls de los edificios.  Creo que hubo una saturación del término “arte”, se banalizó.  He visto tanta gente tan mamarracha que se define como artista…  Tampoco me interesaba cuando el arte era una cosa muy selectiva, pero cuando la gente no consumía tanto arte podías ir a un museo tranquilo.  Ahora tenés que hacer colas, pelearte con las madres, los chicos te pisan, ponen los chupetes en los cuadros…  Por una parte está bien que se popularice.  Y por otra parte… ¿no era mejor antes?
(…)



Juan Gatti “El mundo se está transformando en un shopping”, por Celina Chatruc para La Nación Revista, domingo 24 de septiembre de 2017, páginas 28 a 36.-


http://www.lanacion.com.ar/2064530-juan-gatti-el-mundo-se-esta-transformando-en-un-shopping









     Hay que tener en claro para qué se hacen las cosas.  Y cuando sólo se hacen por el placer de hacerlas –y se deja en claro que esa es la única motivación- a uno deberían dejarlo en paz.  El arte como negocio para los que están negociando, el arte como juego para los que siempre estamos jugando.











sábado, 23 de septiembre de 2017


     Rollos de Cocina, pasos finales.

     Mi Rollo de Cocina “La Domadora” está casi listo.  Casi porque tengo que hacer un pie para su exhibición y dar los detalles finales cuando esté montada en conjunto.










     Forma dupla con “La Recepcionista”, a la que también tengo que hacerle una base.  Las dos esculturas de papel de chicas de Burlesque flanquearán la serie de retratos, si es que alguna vez consigo sitios para su muestra.











viernes, 22 de septiembre de 2017


Anexo de final de tarde: Lápices acuarelables para acentuar sombras, pintar labios y darle un toque de color a los ojos.  Para la bitácora de errores: el papel encerado no permite diluir el grafito con agua; habrá que volver más tarde con alguna pintura oleosa.










     No hago collage, digo, pero probablemente estoy mintiendo.  No hago collage porque en mis obras la superposición de imágenes son trazadas a lápiz o pincel, pero miento porque sí hago collage en el soporte con esta afición a pegar papelitos de colores sobre el papel base donde arranco cualquier trabajo.

     Cumpliendo una promesa, trato de explicar mi técnica “experimental” (o, en mi idioma, como vamos haciendo sobre la marcha y con lo que tengamos a mano).

     Parto de un dibujo de una chica de Burlesque, sobre una hoja blanca algo maltratada ya que en el reverso hay otro dibujo abandonado a poco de empezar.  Sobre ese boceto inicial adhiero un pedazo de papel manteca rosa que había venido dentro de un bolsa de compra envolviendo una prenda de lencería.  Queda así:





     Despues recorto círculos de papel artesanal batik y de otro papelito de bolsa de lencería (éste, el animal print rosado, de un local Victoria´s Secret de aeropuerto).  Ponemos por aquí y por allá.  Un par de franjas (¿por qué?,  porque sí).  Ahí vamos:







    Tengo guardada una cajita de chocolates que compré en las Galería Pacífico, cajita que no tiro por la sencilla razón de que la encuentro absolutamente linda.  Dentro de esta preciosura venía un papelito encerado repitiendo el estampado de la caja, envolviendo el contenido (que, de hecho, no eran chocolates sino macarons).  Esta es la oportunidad de darle al papelito un buen destino:









     Para unificar esta base vuelvo a dibujar la figura femenina utilizando acrílicos blanco, lila y fucsia , muy diluidos para aplicarlos como si fueran acuarela.  ¿Por qué no usar directamente acuarela si quiero ese efecto, leve, traslúcido?  Porque el acrílico puedo empastarlo cuando necesito adherir el papel superior al de base; el acrílico pega.  Para un primer aproximamiento realmente me gusta el resultado…










martes, 19 de septiembre de 2017





     Si me hubieran contado que las cosas iban a ser así, hubiera dado las gracias amablemente  y me habría marchado a paso veloz para otro lado.  Pero la vida suele darse de ese modo, uno no tiene claro donde se mete y nadie derrocha sinceridad contándonos cómo va el asunto.   Y al cabo de los años terminamos dándonos cuenta que estamos metidos en mitad de una vorágine de absurdos que si no fueran palmariamente reales los tomaríamos por una broma de pésimo gusto.

     Por mi trabajo civil –ese que me mantiene y me permite derrochar el dinero en pintura y papelitos de colores- trato con muchas personas.  Un pequeño mundo alegórico del mundo total.  Y cada vez se me vuelve más evidente que la gran mayoría está completa y perdidamente trastornada.  No tengo el tupé de argumentar en favor de mi propia salud mental –inexistente- pero mi entorno no me va en saga.  Y se multiplican a gran velocidad.







    Ayer fue, literalmente, un desfile.  Yo tenía poco tiempo, comprometida a terminar una labor que me requería sentarme a escribir un rato con cierta cuota de concentración.  Primero cayó una señora mayor, venida a menos pero sin perder la compostura. Avanzada en los sesenta, traía las manos con una manicuría impecable, cada uña con un acabado distintivo: la de los anulares en un puntillado plateado iridiscente, la del dedo medio con base blanca y un moñito de strasses, la del índice blanca con una francesita en plateado y un strass en el ángulo de la luna, la del pulgar y del meñique con franjas verticales plata y blanco.  Para combinar, sus múltiples añillos eran plateados y con circones, y una pulsera con muchos dijes, que tintineaba con sus ademanes, en plata también.  ¿Tengo que aclarar que me distraje por completo con sus manos y sólo por oficio pude mantener una conversación de rigor con ella?  No había consulta pendiente, sólo su paso habitual por novedades que sabe que aún no habrá.  Se quedó veinte minutos parloteándome sobre su fin de semana, que visitó a su madre (ya octogenaria) en un geriátrico y la encontró atada a la silla de ruedas.  Que la ataban porque quería “sublevar” a otras abuelas.  Que su mamá llevaba 40 años internada, primero en psiquiátricos y los últimos años, pese a su buena salud física, en un hogar de ancianos.  Me lo contaba como otros comentan una noticia escandalosa.  Revoleando sus manos preciosas mientras hablaba.  ¿Por qué la gente cuenta esas cosas a un perfecto extraño?  ¿Qué se supone que el perfecto extraño –ergo yo- debe pensar tras esas confesiones?  ¿Qué motiva a una persona a realizarse semejante manicuría que seguramente no subsiste a una ducha o al fregado de un plato?






    Sin que tuviera razón tampoco pasó un viejo cliente que, sin prurito, reconoce que viene para charlar un rato y me cuenta con detalle las últimas novedades de su barrio (cuestión que me tiene sin cuidado).  Lo reconozco, la culpa es mía: se nota que escuchar es algo que se me da naturalmente.  Siempre estamos en busca de una buena historia… 

     Y de inmediato una clienta que es mi debilidad: la que no sabe qué hacer con los fragmentos de yeso de una virgen rota por accidente y que me cuenta de gente “que ya no está” porque nunca pronuncia la palabra muerte.  Después fue una seguidilla de extravagancia habitual: una psicóloga retirada que habla (habla y le contestan) con los árboles del fondo de su casa paterna, razón por la cual se opone terminantemente a la venta de esa casa; un ex jugador de futbol que pretende estructurar negocios en el aire, sin dinero, sin suscribir contratos, evadiendo toda la legislación vigente y que culpa al sistema (y a mi incompetencia) cada vez que le digo que como él pretende no se puede hacer nada;  una mujer joven e instruida que asegura que el vecino (que ya no es el que era porque ha habido varias mudanzas aunque ella  sostiene que están todos de acuerdo y el original nunca se fue, “perdura”) la espía por los techos y remueve tejas para observarla por las noches. Un inquilino que reconoce no pagar el suministro eléctrico desde hace cuatro meses porque no le llega la boleta.  Le sugiero que vaya a reclamar y pague, porque le van a cortar el servicio. Pareciera que recién ahí le cae la ficha de que si no paga un servicio se lo cortan.  Su angustiada manifestación, junto a una cara de sorpresa de lo más pintoresca, fue que para él sería una complicación si le cortaban la luz porque tenía chicos chicos y sin  televisión ni computadora se volvían insoportables. Andá a pagar urgente, aconsejé, y por su expresión mis carabelas y yo acabábamos de descubrirle América. 







     Había entrado a la oficina las ocho de la mañana con la expectativa de poder dedicar dos horas al trabajo escrito que tenía pendiente.  Lo pude terminar a las siete de la tarde.  Nada productivo hice en el medio, salvo escuchar las peculiares idiosincrasias de otra personas.  ¿Soy un imán para lo raro?  ¿O será que al prestar atención a todo registro lo que es por demás habitual en el mundo?  No sé.  Pero concluyo que estamos todos muy mal…










domingo, 17 de septiembre de 2017






      


      -Acá donde me ves, viejo, gordo y hedonista, alguna vez fui joven, delgado y heroico.- Me reí más por el tono y el gesto expresivo con su revoleo de pestañas que por sus palabras. Me devolvió una sonrisa benévola e insistió en el punto:  -La juventud siempre es propensa a la épica.  La educamos para eso. Después pasan los años, se acumulan los kilos y si uno tiene suerte muta el idealismo kamikaze por un poco de sensatez práctica. A ustedes les tocan los cuentos de princesas y a nosotros los de guerreros invencibles y campeones de todo.  No sé qué es peor, crecer bajo la impronta de Cenicienta o bajo la de Rambo o Maradona…

     Nos reímos los dos.  Nos habíamos encontrado después de tanto tiempo por su interés en una de mis obras.  Él quería comprarla y yo se la quería regalar, que le debo algunos favores y soy de la que prefiere cancelar las deudas casi antes de que se produzcan.   Insistió en que no podía aceptarla sino era comprándola,  que le honraba mi generosidad pero que debía poner un precio.  Agregó confidencialmente y en voz baja, acercándoseme mucho, que en realidad la quería porque tenía un comprador al que revendérsela sacando una considerable ganancia.  Y que si yo se la regalaba esa provechosa venta le iba a generar mucha culpa.  Culpa que, reconoció, le duraría todo un largo y completo minuto.









     Postergamos el asunto para fin de año, ya que todavía espero poder exhibir en conjunto la serie Burlesque  en noviembre (aunque sigo sin confirmar nada). Prometí guardársela, difiriendo para entonces la cuestión de fijar un precio.  Supongo que otro en mi lugar la hubiera vendido de inmediato, peleando por compartir ese tercero interesado que, al parecer, pagará los valores que manejan los que hacen de esto un negocio.  Pero yo soy yo y qué se le va a hacer.  Mi prioridad es mostrar la obra, de la mejor manera posible, del modo que más luzca y tratando de que llegué a la mayor cantidad posible de gente.  Después, que siga su camino, que la obra se vaya con su espectador y alcance su destino.  





Le Cirque
mixtura sobre papel intervenida con fuego
40X55 cms.
2016
Serie Burlesque








sábado, 16 de septiembre de 2017


Últimos avances de mi Rollo de Cocina a.k.a.  La Domadora


      Todo el sábado sin energía eléctrica.  Afortunadamente ha sido un día soleado y pude trasladarme al patio para avanzar con mi Rollo de Cocina