martes, 28 de febrero de 2017


     El método del autodidacta (al menos, el de esta autodidacta)

     No tengo registro de mi primer dibujo pero sí de que dibujar era mi actividad constante y grata.  Aun antes de la escuela (soy de una generación que no concurrió al jardín de infantes, saltando directo al primer grado).  Sí recuerdo que a la pregunta de ¿qué le vas a pedir a los Reyes Magos? durante años mi inmediata respuesta fue: papel y pinturitas.  Y de lo instintivo de copiar con el devenir de los tiempos pasé abiertamente a plagiar los dibujos y las pinturas de grandes maestros.  Obviamente, no me salían.  Entonces los dejaba e iba a otra cosa.  Pero volvía, y lo intentaba de vuelta.  Tras siete u ocho intentos lograba aproximarme a mi modelo.  Ese fue mi método: elegir el objetivo y darle y darle –la cantidad de veces que fueran necesarias- hasta un aproximamiento medianamente satisfactorio.  Eso me hizo empecinada y paciente, constante en mis elecciones, una obsesiva.

     Hace unos días, buscando otra cosa, encontré en la casa de mi infancia una vieja cabeza de peluca de telgopor.  Tenía una capa de esmalte sintético y el amague de dibujo de las facciones, en un malogrado intento –allá por mis diecinueve o veinte años- de intervención.  El material de base no me daba posibilidad de mucho y por entonces no existían las lapiceras con tinta en gel (y si existían yo no las conocía). No había podido avanzar en ninguna dirección y ahí quedó abandonada la cabeza.  Había sido el primer intento.  Y casi treinta años después, al reencontrarla y recordar la frustración de entonces de no poder dominar la técnica para intervenirla, me he sentido en la obligación de cumplir con mi método y volver a intentarlo.







     Así que, aun teniendo demasiadas otras que hacer y varias en mitad del haciendo, arranqué en el segundo intento de intervenir la cabeza de peluca.

     Cartapesta de base, reconstruir la nariz aplastada y dar volumen a cejas y labios.  La adherí a una caja de cartón para darle más altura.







          Vamos de vuelta a dibujar las facciones, ahora con una base que permita la necesaria adherencia a cualquier tipo de pintura.








      Estamos en carnaval,  no me empecino en las máscaras: surgen ...  Pero me contengo.  Que sea sólo media máscara.









     Un bonete que nos dé un plano hacia arriba y hacía adelante (y que después permita ir para todos los lados) y más cartapesta para sostener.












     Para arrancar, promete múltiples posibilidades de juego y diversión...  Inicio de segundo intento altamente satisfactorio.





lunes, 27 de febrero de 2017


     Rollos de cocina: avances de Lunes de Carnaval


     El Rollo # 2 – La Marioneta es incómoda por dónde se lo intente.  Colgada como debería ser la pieza final, imposible usar el pincel chocando con los cordones de sostén; apoyada en el perchero no tengo acceso a la parte de atrás o a los ángulos complejos.  Sólo se puedo hacer algo sosteniéndola con una mano mientras trabajo con la otra, con lo que acabo con mi maltrecho cuello completamente destrozado por la tensión constante vía diestra via siniestra a un mismo tiempo.  Detalles finales en el frente, apoyada en un taburete.  Y sólo es posible fotografiarla recostada en una reposera.  Para la bitácora de problemas (esos registros que anoto para no cometer mismos errores en una próxima pieza): ¡todos!













domingo, 26 de febrero de 2017






     Acaban de confirmarme la selección de Portulano para formar parte del evento Lunática en el Hipódromo de Palermo los próximos 11 y 12 de marzo. 















     Mi primera reacción fue de pánico: ¡¿dónde está Portulano?!  Pero enseguida me acordé: está en uno de los baños con mi Caballito de Carrusel.







      ¿Será casualidad?  ¿O de alguna forma la compañía equina la predispuso para la muestra en el hipódromo cuando se corre uno de los grandes premios de la temporada?  Quién sabe...  y ante la duda mejor no preguntar...





viernes, 24 de febrero de 2017


Rollos de cocina – bitácora de problemas

     El plan inicial de hacer dos esculturas de papel sobre rollos de cocina que representaran bailarinas de burlesque que pudieran colgarse  y exponerlas suspendidas en el aire era en teoría un plan viable.  El diseño y el montaje inicial no fue complejo, pero trabajar sobre ellas sin tener punto de base  es harina de otro costal.

     Mientras la cartapesta está húmeda si la apoyo se aplasta y deforma, si pinto no puedo cubrir los 360 grados que la figura tiene porque no tengo como moverme alrededor; si pinto el frente y espero que seque cuando voy por detrás no coinciden las líneas ni el color y tengo que modificar y repintar todo, para después –seca esa parte- comprobar que el otro lado, de vuelta,  no coincide. 

        Y después está el enfoque general, el punto de mira.  En el constante bamboleo se pierde la simetría y el ángulo de visión ideal (ese que se supone tendrá el espectador cuando se la exhiba terminada y quieta) es imposible de determinar. 

     He debido recurrir al soporte de cuelgue de una maceta y a un perchero infantil (arreados a mi cocina, santuario donde enfrento las dificultades de la vida) para poder trabajar precariamente sin tener que apoyarlas por completo.  ¿Cómodo?  Ni por casualidad.  ¿Soluciona el problema?  No.









jueves, 23 de febrero de 2017




     ¿Qué fue lo primero que no me gustó?  El nombre.  No, bueno, no puedo decir que fuera el nombre, sería demasiado prejuiciosa.

     ¿Qué iniciara con el cuentito armado de que menganita hizo esto, como hormiguita, después viajó y comprendió cómo funcionaba todo afuera, entonces volvió y decidió emprender este proyecto  para compartir su sabiduría con el resto de los artistas?  Me recordó demasiado a un entrenado vendedor de tiempo compartido.  Pero tampoco, ahí más que prejuicio sería resentimiento: allá por los 90 yo compré un tiempo compartido...

     ¿Fue el que pretendiera que le creyese a pie juntillas que la gente acude en masa a comprar arte?  ¿O que insistiera tanto en que si una obra se daña en el cuelgue, en el mientras tanto o en el descuelgue es culpa exclusiva del artista?  ¿O, sencillamente, fueron los precios? (¡más IVA!, aclaran, nunca el número final en forma directa, para que no parezca tanto…).
 
 
    Pero trato de ser profesional y analizo con frialdad.  Un stand de 4 metros de pared de fondo con dos laterales de 3 metros y medio.  Son diez metros lineales para cuelga.  Los mejor ubicados implican una base de 37.510 pesos (ya con IVA, algo así como unos 2.300 dólares).  Después están los extras de siempre: mayor iluminación que el foquito standard, muebles mínimos (mesita y silla), los seguros al personal que atenderá el stand aunque sea el mismo artista y un pariente; folletería, catalogo y papelería de publicidad apostando a ventas posteriores a la feria; el estacionamiento en el predio para la carga y descarga, una trastienda externa si se quiere, y capítulo aparte el enmarcado de la obra y montaje interno con pies, soportes y accesorios estáticos para folletos y catálogos.  O sea que participar en una feria de este estilo, por cuatro días, para un artista emergente, de medio pelo y desconocido como yo implica una inversión cercana a los cincuenta mil pesos (unos 3.100.- dólares).
 
 
 
      ¿Es mucho?  Es mucho.  ¿Justifica?  Si fuera “realidad real” que se vende obra suficiente para cubrir al menos parte de ese valor, bueno, uno diría que son las reglas del business, sin inversión no hay ganancia.  Pero por mi experiencia vender no se vende tan fácilmente –al menos yo no he vendido en este tipo de eventos-, y entonces el costo cubierto en su totalidad por uno es a cambio de  mostrar y difundir la obra.  No digo que eso no sea una gran cosa y que sólo por eso no valga la pena, pero son precios altos para cualquiera que tenga que trabajar de otra cosa para poder vivir y mantenerse en este vicio caro y absurdo del arte.

     Comparo –en concreto- con el tarifario de The Other Art Fair, en el Brooklyn Expo Cent, New York, y 5 metros lineales tienen un costo de 1680 dólares (“más tax”, son iguales en todos lados), por lo que cotejando números estamos más o menos ahí, no emitiendo valoración si como mercado y evento de atracción de público tienen igual incidencia ambas ferias.  Pero se ve que esos son los números que maneja el mercado y de los cuales resulta que un montón de gente (“los organizadores”) obtienen una buena retribución por su trabajo de hacernos un “favor” a los artistas.


 
 

      Más gente que vive de los artistas aunque no les quepa el traje tradicional de galerista o curador o art-dealer.  A veces siento que pesa sobre mí –como sobre el resto de los artistas, en cualquier disciplina- la obligación de sostener económicamente a todo el sistema con su  multitud de personas que hacen del arte su negocio aunque con el arte no tengan nada que ver.
 
 
 
 
 
 

miércoles, 22 de febrero de 2017


     Tonterías que me ponen de muy buen humor: una amiga me manda la captura de una publicidad en Facebook.  Aunque no me mencionaba, ella conocía las obras. 








     Yo estoy en Lanús, ella en Avellaneda, el portal que publicita en Zurich, Suiza, una de las obras se llama París…  ¿no es un mundo pequeño y así de amable?  Pese al calor, la humedad y a una ciudad invadida por juegos perversos de facciones políticas en un año electoral, salgo a la calle con alma de grillo.  


Música porque sí, música vana,
como la vana música del grillo,
mi corazón eglógico y sencillo
se ha despertado grillo esta mañana.

¿Es este cielo azul de porcelana?
¿Es una copa de oro el espinillo?
¿O es que en mi nueva condición de grillo
veo todo a lo grillo esta mañana?


Conrado Nalé Roxlo, El grillo (fragmento)








martes, 21 de febrero de 2017


Rollos de cocina (bajo los efectos del calor)


     Una abusiva sensación térmica de 40 grados centígrados (que no son el problema, ya se sabe que lo que te mata es la humedad) no permite hacer demasiado.  Había planificado un avance mayor para esta tarde, pero es lo que se puede bajo estas circunstancias.  Igual,  el Rollo # 2 (La Marioneta) va tomando su forma.













     Me propuse este año ser menos polaroid y más almohada (Serrat dixit), por lo que sin haber aun terminado febrero ya postulé para tres eventos: Lunática




Wine & Art




…y B.A.D.A.





     Si bien todavía no he concretado nada, al menos siento que estoy generando posibilidades de –aunque sea- llegar a colgar físicamente en algún lado.   De tres una se me tiene que dar.



Post data:  Me olvidaba de computar esta cuarta postulación (será porque le tengo menos fe que a las otras tres).  Pero lo intento, total, un rechazo más a esta altura es la normalidad.