jueves, 30 de noviembre de 2017




     Otra de las razones por las que adoro Twitter:


 
 




     Y también por este tipo de proyectos,  #ArtAdventCalendar -iniciativa canadiense- al que me sumaré con entusiasmo a partir de mañana:





























 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
"Casi todos los artistas luchan por encontrar un público al que exhibir  su trabajo. Las redes sociales, en especial Twitter e Instagram, pueden jugar un papel muy importante en esta difusión, en la captación de seguidores e incluso llegar a impulsar las ventas. A medida que llega la temporada navideña, Art Advent Calendar puede ayudar a los artistas a tener nuevos seguidores, incrementar la difusión de su perfil en la comunidad en general e, incluso, llegar a generar ventas.


Cómo funciona:

Entre el 1 y el 25 de diciembre, los artistas participantes twittean una imagen de una obra original, y vuelven a tuitear el trabajo de sus colegas artistas. Todos los tweets deben usar el hashtag #ArtAdventCalendar. ¡Eso es! No hay registro ni aranceles. Sólo publicar una obra. Téngase en cuenta que este no es un evento de "crear una nueva obra de arte cada día". A menos que uno quiera que así  sea. Pueden publicarse trabajos antiguos, nuevos, ya vendidos ... Todo lo que quieras mostrar.


Lineamientos:
-La obra puede ser en cualquier técnica o disciplina. Pintura, dibujo, escultura, textil, fotografía. Si lo consideras arte, publícalo.
-La obra  debe ser original y propia (a excepción de las obras de los otros artistas que se re-twittean, por supuesto).
-La obra  NO tiene que ser temática de las festividades.
-Aunque es genial que las obras lleguen a venderse, no publiques precios ni utilices  tweets de “Comprar Ya”. Estamos bombardeados con propuestas de venta  en esta época del año, y este proyecto  no se trata de eso.  No se pretende ser sólo un argumento de venta. Puedes publicar enlaces a su sitio web si lo deseas.
-Por favor,  RT y sigue a los demás artistas participantes. Este es un ejercicio para construir redes de creadores y amantes del arte y conformar una comunidad de apoyo entre colegas artistas. Si te gusta el trabajo de otro artista, haz que lo sepa, publica tu valoración!
- Aunque esto se origina en Edmonton (Alberta, Canadá), los artistas pueden participar desde cualquier lugar. Aquí en Edmonton, usamos el hashtag  #yeg (nuestro código de aeropuerto) y #yegart para localizar nuestros tweets. El uso de estos #  mejora en gran medida el alcance de la publicación y se recomienda usarlos. Siéntete libre de usar cualquier etiqueta de localización que se use en tu área. Y si no existen, comienza con uno. Tal vez se pondrá de moda!
-Sube una obra en Twitter o Instagram  diariamente con el hashtag #ArtAdventCalendar. No hay un horario específico para la publicación.
-Por favor, no inundes ni satures el hashtag. Limita la publicación a 1 o 2 por día.
-No repitas la obra que ya publicaste. Si no tienes suficientes trabajos para publicar durante los 24 días de la convocatoria, no te preocupes. Y tampoco hay problema si olvidas publicar uno o dos días."
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

martes, 28 de noviembre de 2017







     ¿Qué puedo decir?  ¡Adoro Twitter!  Interactuar con alguien que está en Mallorca mientras permanezco en una amable Buenos Aires primaveral, a quién le interesa mi trabajo,  me resulta la quintaescencia de la gloria.  ¡Gracias  Cristofol!













































     No le había dicho que sí.  Claro, tampoco le había dicho que no.  Cuando me hizo llegar la convocatoria no me sonó como mero aporte de buena data sino como la orden inapelable de participar, y eso siempre me hace llevarle la contraria.  No te lo podés perder, es una magnífica oportunidad.  Cierto, pero nada es tan fácil, y siempre están los detalles.






      Cuando supe de la propuesta enseguida pensé en Resabio de Conquista, una obra que a mí me resulta sinónimo de identidad sudaca.  Resabio es América, mi América, la latina, la de identidad mestiza, la sobreviviente, la auténtica.  Pero están los detalles: la obra a postular tiene que ser posterior al 2014.  Resabio es  mucho más vieja…  Consideré algún otro trabajo de Cartográfica, pero es un hecho: toda la serie es anterior a la fecha límite de antigüedad.







     Entonces, aun cuando la propuesta me sigue pareciendo atractiva, la idea de trabajar algo exclusivamente para un concurso y con deadline va en contra de mi espíritu relajado y lúdico.  No trabajo bajo presión, sólo por mandato del placer.   Pero ha seguido fastidiando y fastidiando, y más para poder gritarle en la cara que lo intento (aunque no lo termine y en definitiva no lo postule) amontoné ideas para hacer una última pieza de Cartográfica.  Y como corresponde, no pude evitar distraerme y enredar las cosas.  Mapas, sí, pero por alguna razón no he podido dejar de pensar en Degas, en zapatillas de punta y en una América movediza y rítmica, demasiado entretenida en su propia diversión.  Estoy muy mal.









domingo, 26 de noviembre de 2017







     Hace demasiado tiempo intenté pintar unos ojos que pudieran atrapar a cierto espectador, sacarlo de la recorrida prevista, capturarlo y atraerlo, detenerlo, obligarlo a la pausa necesaria para contarle la historia de un destino que nos incluía.  Pero no logré pintar esos ojos, la obra se frustró, yo no fuí a esa feria y ese cierto espectador fue captado por otros destinos alternativos.






     Es probable que siguiera inconscientemente tratando de pintar esos ojos cazadores, aunque ya la oportunidad se hubiera perdido para siempre. Los años se suceden sin piedad, uno se distrae, la vida escribe otras historias y pasan al olvido esas que alguna vez ansiamos posibles. Hoy, cuando daba las últimas pinceladas a Metropolitain me encontré con esos ojos que buscara entonces.  Acá están.  Capaces de desviar del camino, de retener, de contar acerca de posibilidades infinitas, de realidades que pueden construirse sólo con la fuerza de la convicción.







     Ojos cazadores descompasados, con pésimo timing.  Ojos que llegan demasiado tarde.  Ojos que tienen probablemente otros planes que no incluyen mi personal felicidad. 






Metropolitain
Mixtura sobre papel intervenido con fuego
82X55 cms.
2017


































viernes, 24 de noviembre de 2017


Nutcrackers de rollo de cocina - Avances de viernes a la tarde









Temporada de detalles:  estructurar las lanzas, agregar cuentas en los sombreros, cadenas y botones en las botas...













...cajas circulares como base para evitar las (constantes) caídas y comenzar a laquear y sellar zonas de color...















































miércoles, 22 de noviembre de 2017







     Estamos rodeados de estúpidos.  De estúpidos mediocres, si debo dar más detalles; una variedad de estúpido de lo más invasiva y nefasta.

     El estúpido mediocre es muy dañino, a conciencia y con empeño quiere siempre nivelar para abajo.  Suele colocarse en cómodas posiciones de pseudo poder (poder burocrático, sumum del sumun de la mediocridad) y desde ahí hacer despliegue manifiesto de su estupidez.

     ¿Qué hacer?  ¿Cómo enfrentarlos?  Son legión…







     Estoy despotricando silenciosamente y en soledad en una mesita de Starbucks, abrazada –como dice el tango- a mi macchiato caramel con leche descremada.  Me interrumpe en mi mal humor una carcajada contagiosa que viene desde los silloncitos del otro extremo del salón del primer piso de Callao y Santa Fe.  Estoy muy indignada, enroscada en mi disgusto,  pero igual me vence la sonrisa ante esa risa tan ferozmente auténtica.  Como una repentina y ruidosa tormenta de alegría que me lleva puesta y me empapa en contra de mi voluntad.

     No llego a ver a quién ríe (limitaciones de mi miopía y de mis lentes con patas rotas sujetas con cinta de papel que me prohíbo usar en público), pero sigue riéndose y es evidente que ha aligerado el ánimo de toda la concurrencia.  Me cuesta volver a mi justificado enojo.  Me digo que el influjo maligno de los estúpidos no es tan poderoso, si una carcajada desconocida puede ahuyentar con tal facilidad su malevolencia. Me vino a la cabeza Eco y aquel asunto de la rosa.  Lo busco al llegar a casa, y si la existencia de los estúpidos termina dándome excusas para un rato en mi biblioteca, bueno, no hay mal que por bien no venga…






     “La risa libera al aldeano del miedo al diablo, porque en la fiesta de los tontos también el diablo parece pobre y tonto, y, por tanto, controlable.  Pero este libro podría enseñar que liberarse del miedo al diablo es un acto de sabiduría. (…)  La risa distrae, por unos instantes, al aldeano del miedo.  Pero la ley se impone a través de miedo, cuyo verdadero nombre es temor de Dios.  Y de este libro podría saltar la chispa luciferina que encendería un nuevo incendio en todo el mundo; y la risa sería el nuevo arte, ignorado incluso por Prometeo, capaz de aniquilar el miedo.  Al aldeano que ríe, mientras ríe, no le importa morir, pero después, concluida su licencia, la liturgia vuelve a imponerle, según el designio divino, el miedo a la muerte.  Y de este libro podría surgir la nueva y destructiva aspiración a destruir la muerte a través de la emancipación del miedo. (…)  Dijo un filósofo  griego (que tu Aristóteles cita aquí, cómplice e inmunda autorictas) que hay que valerse de la risa para desarmar la seriedad de los oponentes, y a la risa, en cambio, oponer la seriedad. (…)”

Umberto Eco, El nombre de la rosa, RBA Editores SA, Barcelona, 1993, páginas 447/449. 










domingo, 19 de noviembre de 2017







     En su Une Saison En Enfer Rimbaud refiere la  “historia de uno de mis desvaríos”, y aunque soy consciente del sacrilegio, no puedo evitar parafrasearlo tratando de explicarme.  Así funciona mi (confusa y hereje) lógica.  Lógica farnelliana.

     Uno de mis pocos amigos de siempre me pide un diseño para los logos navideños que aplicará a sus regalos empresarios de este año.  Busco en mis archivos conociendo su gusto y el perfil de la empresa y juego con la idea de unos elegantes Nutcrackers en tonos lavados y traslúcidos..  Inconscientemente recuerdo que él y yo nos conocimos cuando cursábamos la secundaria y por pura asociación de ideas precisé el tiempo coincidente con mi profesora de música que pretendía que reconociéramos el sonido de los fagots en el Vals de las flores del  Cascanueces de Tchaicovsky.  Así funciona mi cabeza.

     Y todo bien hasta ahí, que tracé un par de ideas que le escaneé y le envié por mail, mandándome poco después como quedó el definitivo enviado a la imprenta.  Nada nuevo bajo el sol.  Pero me quedó la idea revoloteando de ¡que cosa fantástica resultaría un nutcracker con rollos de cocina!  Las proporciones exactas.  Una persistente idea (probablemente estúpida), que sólo puedo exorcisarla a través de las manos. Y empecé otro juego poco práctico que –como de costumbre-me aparta de lo concreto que estaba haciendo en este momento.


Rollos de cocinas para piernas, torso y botas...







Pedazos de rollo y cartón corrugado para las cabezas...







Un pedacito de esas larguiruchas cajitas de cápsulas de café para equilibrar clavícula y cuello...








Mas rollos para el cabello y las cápsulas de la sorpresa de los Huevos Kinder gigantes para agrandar el sombrero...











Trabajamos un poco los brazos





Y siempre, siempre, cuando ponemos algo de pintura las cosas empiezan a tener forma….







Y si le agregamos los brazos, mejor.  Vaya a sabe uno en que va a terminar esto....












sábado, 18 de noviembre de 2017



     Será porque a mis comienzos la regla inconmovible era que “los pintores” pintaban con óleo y yo, aprendiz de todo dotada apenas de cierta habilidad para el dibujo, no podía hacer nada con esa pintura pastosa, rígida, inhóspita para la torpeza, que siempre odié pintar al óleo.  Lo intentaba –yo quería ser uno de ellos, un “pintor”- pero la frustración era infinita y me vencía la desgana.

     Pasó el tiempo, fui haciendo trampa sobre trampa, inmiscuí trucos de dibujante para simular que pintaba, y la vida fue siguiendo de modo más amable a mis posibilidades.  Cada tanto vuelvo al óleo, un poco, para incorporarlo junto con otras técnicas que me son más simpáticas, mixturizando absurdamente como me gusta y me identifica.

     Pero hete aquí y por puro espíritu veleta, que esta mañana cuando saqué mi paleta de óleos y el kerosene y me puse a trabajar ante el caballete, necesitada de rescatar el rostro del bochinche que había hecho en el fondo, volví a sentir lo que siento cuando pinto con mis escasos óleos: ¡Qué placer!  ¡Que delicia es pintar con esto!  ¿Me contradigo? ¡Siempre!







    Los hechos son los hechos y no hay argumento que valga.  Con el óleo no son sólo el color y la forma, es también la pincelada.  La pintura se desliza según se la diluya o se la empaste, se use el pincel húmedo o seco, cambiando de uno redondo a uno plano, ¡todo influye!  Y entonces no son textura sino sensaciones.  La pincelada permite que la pintura sienta que es piel, que es labio turgente, que es iris musculado y flexible.  Sé que divago, que esto suena a brote psicótico, pero la pincelada permite intuir el hueso del pómulo, la caída del párpado, la curva sensual de una pestaña.  El óleo es como el infinito.  Por eso lo  usan los pintores.  La verdad es la verdad aunque tardemos toda una vida en llegar a ella.








     En fin, maravillosa mañana trabajando con luz natural de pie ante mi maltrecho caballete.   Y más allá de todo, el óleo es ideal para trabajar los ojos, para lograr las miradas.  Aun con mi restringida paleta (uso tan de vez en cuando esta técnica que es el material que menos compro), es un pintura tan dúctil que permite plasmar lo que uno ve y lo que uno siente.  Magnífica mañana de trabajo.