domingo, 28 de abril de 2019




     Primeras etapas de mi Dama Roja:  agregamos manos y pies al diseño, y con papel delimitamos escote, puños, medias y shorts;  un poco de tela para comenzar a dar forma al vestuario:…










    

    Y algo de color y textura a las medias (lamentablemente, entre una cosa y otra, con todo fresco, tuvo un par de estrepitosas caídas y la cabeza se desprendió; tenemos que trabajar por un tiempo en posturas que permita tener la cabeza quieta y sostenida hasta que el pegamento seque):



























   Entretanto, mientras esperamos que todo seque, diseñamos zapatitos y sombrero:






























viernes, 26 de abril de 2019







     Todos tenemos alguna debilidad, la mía es la basura.  Y de entre todos los descartes, los rollos de cartón están en la cima de mi pirámide de preferencias.  Iniciar una acción creativa desde un deshecho cotidiano, de un resto con el que convivimos diariamente sin apreciar el universo de posibilidades que implica, es uno de los juegos que más me gusta jugar. A partir de rollos de cartón surgieron las pequeñas esculturas de papel, recargadas y coloridas, que invaden un rincón de mi casa:

























































































     Y como no encuentro razón para apartarme de mis asumidas debilidades, iniciamos un nuevo juego con rollos:









































     Tarde de viernes con planes de  cartapesta, pero la lluvia persistente y la famosa humedad de Buenos Aires me ralentizan y nos obliga a acurrucarnos junto a la hornalla para intentar que algo seque…












miércoles, 24 de abril de 2019









     “…Tal vez la mayor afirmación del desinterés estético se hizo precisamente en la época en que, con la experiencia de lo sublime, parecía que se celebrase nuestra implicación en el desencadenamiento del horror o de la grandiosidad de los fenómenos naturales.  También el terror puede ser placentero si no nos afecta muy de cerca.  Igualmente, respecto a lo sublime son bellas las cosas que placent, pero solo si visa, si son vistas y no padecidas.  El pintor que más ha celebrado la experiencia de lo sublime ha sido, sin duda, Caspar Friedrich, y cuando Friedrich representa lo sublime coloca casi siempre, ante el espectáculo natural, a seres humanos que gozan de lo sublime.

     El ser humano está de espaldas y, en una especie de representación teatral, si lo sublime está en el escenario, él se encuentra en el proscenio, dentro del espectáculo –respecto de nosotros que estamos en la sala-, pero representando el papel del que está fuera  del espectáculo, de modo que estamos obligados a distanciarnos del espectáculo contemplándolo a través de él, poniéndonos en su lugar, viendo lo que él ve, sintiéndonos como él un elemento insignificante en el gran espectáculo de la naturaleza, pero con la posibilidad de huir de la fuerza natural que podría dominarnos y destruirnos.

     Creo que a lo largo de los siglos la experiencia de lo bello siempre ha sido la que se siente en esta postura, como de espaldas, frente a algo de lo que no formamos ni queremos de ningún modo formar parte.  En esta distancia se encuentra el débil hilo que separa la experiencia de la belleza de otras formas  de pasión.” 

Umberto Eco, A hombros de gigantesLa belleza (2005), página 60/61, Penguin Random House Grupo Editorial, Madrid, 2018.















martes, 23 de abril de 2019








     Después de pasar horas (días, meses, ¡siglos!) discutiendo lo mismo, cada uno en su postura inconmovible, lo ideal es retirarse y poner kilómetros de distancia física a efectos de no seguir escuchando nuestros mutuos, irreductibles e insoportables argumentos. A esta altura poco importa quién tenga razón (ninguno) o cuál se aproxima más a un resultado práctico y eficaz (nadie); nuestras teorías son una postura de vida y con la edad que tenemos  no vamos a cambiar y a desmontar la estructura sobre la que venimos sosteniéndonos la existencia.   Lo sensato es mantener distancia, cada cual en lo suyo, y que por lo menos nos quede  la remembranza de lo que alguna vez fue una grata amistad.










     Somos lo que somos y hacemos lo que hacemos.  Es lo que hay y punto.  Quién prometa una mágica solución para mutar destinos, aggiornar talentos y rejuvenecer convicciones, está mintiendo.  Ni coach, ni gurú ni santo patrono, estamos demasiados viejos, cansados y hartos para soportar el advenedizo de turno que pretende con sus carabelas descubrirnos las Américas.  Ya existían, mi amigo, desde antes de ser descubiertas y con nosotros adentro.   Sigamos en paz, cada cual con su versión de la historia, pero no pretendas que compre el relato estúpido del “buen negocio” a costa del trabajo ajeno.  Los artistas tendemos a ser amables y tranquilos pero hasta nuestra paciencia tiene límites.