miércoles, 31 de octubre de 2018








     Alguna vez escuché que el estilo lo definen los errores inevitables.  Lo que hacemos mal es lo que nos da personalidad.  Fallo en la proporción o en la perspectiva, mi manejo del color es desastroso, me empeño en salirme de las diagonales, desequilibro por exceso; eso que sea lo que invariablemente hago mal es lo que me vuelve identificable como autor.  El error es la impronta.  Entonces, ¿cuál sería la finalidad de corregir el error si esa individualidad es sobre la que debe apuntalarse la obra? 

     Hay errores  y errores, claro.  Errores imperdonables y errores entrañables.  Unos deben evitarse y otros son lo que sencillamente somos.  Es un camino sinuoso y una tarea minuciosa discriminar unos de otros.  Pero probablemente reconocernos en eso que hacemos mal y que no corregiremos jamás es aceptar que somos, apenas, una equivocación.  Un malentendido.  Un excesivo error.













domingo, 28 de octubre de 2018




     Avances de domingo:












     Y como trabajar sobre el Nutcraker de cartón y papel requiere tiempo de secado entre capas de detalles, que mejor excusa para aplicar los ratos de espera estructurando otra tontería con rollos de cocina (rollos, un globo, hilo de algodón –piolín por estos lados- y algunas servilletas de papel):















sábado, 27 de octubre de 2018



 Sistema de excusas.


     Es así: nunca he podido resistirme a los brillitos.  En otra vida he sido avestruz y me ha quedado de resabio el lanzarme de cabeza a cualquier cosa que brille.  ¿Cómo resistime a comprar en la artística una tempera que viene con refulgentes estrellitas?  Claro, yo no uso témpera.  Y a simple vista la textura no augura grandes posibilidades de usarla en combinación con otros medios.  ¡Pero brilla!  Y me la traje.  Ahora hay que encontrar la excusa para usarla, solita y titilante.






    Entonces, en otro amague de hacer lugar en mi taller, me enfrento a la necesidad de tirar parte de la enorme cantidad de cajas que guardo para hacer algo alguna vez.  Pero cuando cobro coraje de mandar a la basura algunas de las cajas de cápsulas de café, la apoyo sobre un par de rollos de cartón de papel de aluminio (más flacos, largos y duros que los de papel de cocina) y...  ¡eureka! Vislumbro la excusa perfecta para no tirar las cajas de capsulas y usar mi pintura de brillitos.  ¿No es obvio?





    Visión creativa, alucinación o proyección psicótica,  ahí estaba:  rollos de cartón adheridos a una caja de de galletitas de lata, la cajita rectangular de cápsulas, unos recortes de un rollo de cocina, y ya tenemos pies, piernas y tronco de un Nutcracker pequeño y elegante...






     Algunos recortes más de cartón, medio rollo para cada brazo…







Algo de leve cartapesta para unir…





Y si achicamos un poco otra caja de cápsulas de café damos con la proporción de la cabeza…







Un rollo de cartón de cinta de embalar y un pote de helado para estructurar el sombrero con el remate de un sacapuntas chino  con una borla simil cristal…








     ¡Y ahora sí!  A probar la témpera con brillitos…







Post data:  Así terminamos  la tarde:















viernes, 26 de octubre de 2018




     Sé que es una tontería, pero me resulta inevitable emocionarme cuando veo mis obras consignadas en un idioma que no entiendo, al caso en griego.  Me da vértigo la posibilidad de llegar a compartir mi trabajo tan lejos de casa…  maravillas de la era virtual que me ha tocado en suerte experimentar.




















miércoles, 24 de octubre de 2018


Par Le Roy y 1889 montadas en carpetas para facilitar su envío al exterior, (packaging modesto, simple y económico pero que hasta ahora ha resultado muy eficaz).

























Versión final de Par Le Roy, mixtura sobre papel 20X30 cms.































































martes, 23 de octubre de 2018



     Proceso lúdico-creativo.


     Partimos de dibujar algo que nos divierta, sin ninguna pretensión de grandiosidad.  Ojos, por ejemplo.  Dibujar ojos (miradas) es casi terapeútico.





     Hecho el dibujo inicial, rompemos el papel.  ¿Por qué?  Digamos que para retirar el exceso de fondo.  Aunque después pegamos el remanente sobre otro papel para recuperar el fondo.  Así de contradictoria soy.









    Para unificar los papeles base y para dar un contorno al fragmento de retrato hacemos una guardita decorativa –no simétrica en este caso-con lapiceras en gel :










     Lápices acuarelables para fundir un poco (y porque mis lápices acuarelables son mi comodín habitual):












    Agregamos algo de texto… 








     Y qué mejor oportunidad para probar mis nuevos marcadores Winson&Newton que ojos y labios:















   Bien.  Seguimos.  Encontré en mi taller un paquete de papel picado, y como nunca me resisto a las tentaciones (sobre todo si son ridículas), vamos a incorporar el confetti al conjunto:















     ¿Cuál es la premisa? (“El Concepto” si habláramos como debe hablar un artista titulado de tal).  Ninguna, nada fuera del juego creativo (juego literalmente hablando) con la limitación estética: podemos hacer lo que nos venga en ganas siempre que el resultado quede bonito (y colorinche).