martes, 27 de noviembre de 2012

RAGNARÖK – EL Libro del Infierno de dios. El Apocalipsis.




   


     Todavía bastante inmóvil y con una convalecencia que se me perpetúa hasta el desquicio, descargo la angustia complaciéndome en hacer lo que me provoca sencillamente placer. Como antes con mi versión libre del Libro de los Herejes (que habré de continuar cuando pueda dedicarme a La Santa Inquisición en América), vuelvo a recrear esos dibujos casi naivë por el estilo (no por el mensaje) que los monjes medievales diseñaban para iluminar los libros de oraciones o las suntuosas biblias de reyes y señores feudales. He estado separando imágenes del infierno y del apocalipsis, con su detalle de torturas eternas y monstruos demoníacos. El colorido concepto del mal y del castigo con el que adoctrinar a los fieles en el medioevo es muy inspirador.






     Decía que me di licencias: recreo esas antiguas iluminaciones y lo hago con lapiceras de gel. Reconozco la poca “profesionalidad” “académica” de mi afición a trabajar con lápices de colores (las “pinturitas” de mi niñez) y con “lapiceras de brillitos” que hoy son en furor entre los nenitos de primaria. La atribuyo a un “trauma” de mi infancia: de chiquita, cinco, seis años, en mi casa se pintaba con óleo, el sumun de la profesionalidad artística. Pero eso no era para cualquiera, no. 

      Cuando yo pedía que quería pintar me daban papel y pinturitas (no crayones, no fibras, pinturitas). Durante muchos años cuando me preguntaban que quería que me regalaran para Navidad, Reyes o mi cumpleaños siempre era la misma respuesta: papel y pinturitas. Muchos años después me dejaron pintar con óleo, pero yo, evidentemente, quedé marcada por la limitación de no estar a la altura de tan solemne técnica. Sólo pinturitas para mí. 


     Muchos años después entré en shock al toparme con el objeto de todos mis deseos en la vidriera de Leidi: un maletín de caoba con herrajes y mago de latón y una porcelana de Rosenthal con el motivo del caballero en la interpretación del artista Alexander Vethers –firmada por el artista- de Faber-Castell, numerada (la 1390), de una edición limitada a 1761 unidades. Un maletín con 100 lápices acuarelables y 100 lápices de colores de grafito, 100 pasteles tiza, 5 hojas de papel de hilo hecho a mano y un pincel de pelo de marta roya

      Era el 2001, el fin del mundo en Buenos Aires, pero yo estaba obsesionada con ese maletín y no podía no tenerlo. Quisieron las hadas (los ángeles, los duendes, el destino o lo que haya sido) que en el desbarajuste de la salida de la convertibilidad el negocio no adecuara el valor del dólar al peso por un par de días, yo estaba acechando desesperada, rondando como un lobo, y se dio que ante lo que parecía la hecatombe total quisieran sacarse ese objeto suntuario de encima e ingresar efectivo, o les habré dado lástima o les metí miedo por mi avidez, la cuestión es que en ese momento logré comprarlo por un precio que yo podía pagar y que no se ajustaba ni de cerca al valor real del maletín. MIO. MIO. MIO. 

     He usado esos lápices en exceso, he comprado otros para ir reemplazándolos. Hoy probablemente el maletín tiene mas de quinientos lápices (pinturitas) comunes y acuarelables de diversas marcas. Sigue siendo uno de los pocos objetos que son parte de mi alma. Con esas pinturitas hice mis versiones de obras clásicas, como la Venus del Espejo de Velázquez (mi Venus del Portulano). Alguien me dijo alguna vez con un dejo de algo (¿indignación? ¿incredulidad? ¿diversión?) que yo “no podía” hacer un Velázquez con pinturitas. Lo hice. Y fue muy grato.




 


     La lapiceras de gel (“de brillitos”) son hoy para los chicos de 6 años lo que fueron en mi época las pinturitas. Cuando veo los set con varios colores y hasta con olores a frutas me desespero. Es una delicia usarlos. Pinturitas y lapiceras de brillitos fueron mis herramientas esenciales para la serie Cartográfica.






     Me disgrego. Mi El Libro del Infierno de dios – El apocalipsis ha generado sus primeras páginas:










La idea de que vivimos en un mundo que camina hacia su fin y que éste vendrá relacionado con una intervención divina en el ámbito humano, de acuerdo a criterios éticos, resulta minoritaria dentro de la historia de las religiones. Para el fiel de las religiones antiguas, como la egipcia en sus diferentes fases o las mesopotámicas y cananeas, resultaba más natural aceptar la tesis de que el mundo no terminaría o más bien de que terminaba y se renovaba cada año. A la estación luminosa y fértil le seguía otra oscura y yerma, que, en buena medida gracias al rito, volvería a ser sustituida por la primera de manera repetida cada año. Su concepto del devenir humano, por tanto, no era lineal sino, en buena medida, circular. Esa misma versión sigue presente en la actualidad en las religiones más importantes de Extremo Oriente, especialmente el hinduismo y el budismo. (…) Por el contrario, la mitología escandinava sí conoció una versión lineal y finita de la Historia. Durante la edad presente, los guerreros muertos en combate eran llevados por las walkirias, al Walhalla donde disfrutaban de una existencia bélica en compañía de los dioses en Asgard, el reino de Odín. Sin embargo, en el día de Ragnarök este mundo sería aniquilado como derivación de una colosal batalla cósmica.” 

Cesar Vidal “El día de la Bestia”, La Aventura de La Historia Nro. 14, diciembre 1999, Pág. 72.





domingo, 25 de noviembre de 2012

MUSEO






“-Ustedes se habrán preguntado- dijo-, ¿por qué una copa tan grande si finalmente tomé apenas un sorbo? Hay aquí todavía agua suficiente como para que nade un pez. –Extrajo un pañuelo rojo de seda y frotó lentamente el vidrio. –Y quizá-, si limpiamos bien el vidrio e imaginamos piedritas de colores, quizá, como en la jaula de Prévert, podamos atrapar un pez. –Retiró el pañuelo y vimos que efectivamente ahora nadaba un Carassius rojo contra las paredes de vidrio y había en el fondo unas piedritas de colores. -Los magos, ustedes saben, fuimos perseguidos ferozmente en varias épocas, desde aquel primer incendio que acabó con nuestros antepasados más antiguos, los magos pitagóricos. Sí, la matemática y la magia tienen una raíz común, y custodiaron durante mucho tiempo el mismo secreto. Entre todas las persecuciones, quizá la más despiadada fue la que se inició después del duelo entre Pedro y Simón Magus, cuando la magia fue prohibida oficialmente por los cristianos. Temían que alguien más pudiera multiplicar los panes y los peces. Fue entonces que los magos concibieron la que es hasta hoy su estrategia de supervivencia: escribieron manuales con los trucos más obvios para que se divulgaran entre la gente, incorporaron en sus representaciones cajas absurdas y espejos. Convencieron de a poco a todos de que detrás de cada acto hay un truco, se transformaron en magos de salón, se mimetizaron con los prestidigitadores y de este modo pudieron seguir en secreto, en las narices de sus perseguidores, su propia multiplicación de panes y peces. Sí, el truco más persistente y sutil fue convencer a todos de que la magia no existe. Yo mismo usé recién este pañuelo, aunque para los magos verdaderos, el pañuelo no encubre el truco, el pañuelo encubre un secreto mucho más antiguo. Por eso recuerden –dijo, con una sonrisa mefistofélica-, sigan recordando siempre: la magia no existe. –Hizo castañear los dedos y otro pez rojo saltó en el agua. –La magia no existe- volvió a castañear y un tercer pez saltó en la copa. Cubrió la pecera con el pañuelo y cuando lo retiró de la punta ya no había ni copa ni piedras ni peces.- La magia… no existe.”

 Guillermo Martínez, Crímenes Imperceptibles, Editorial Planeta S.A. Pág. 190/192






Si usted quiere le cuento la historia verdadera. Pero va a ver que entonces va a extrañar éstas, va a ver que la verdad no sirve para nada. Además, usted ya sabe cómo es: una de las formas más vulgares de hacer cierta una historia inventada es contar otra más inventada todavía y, después, aceptar que la primera era un invento pero que ahora, ahora sí, le estoy contando la verdad verdadera. El viejo truco de descúbranme el truco y crean que ahora no hay. ¿Usted sabe algo de magia, periodista? Yo creía que sabía.” 

 Martín Caparrós, Valfierno, Grupo Editorial Planeta SAIC, Buenos Aires, 2004, Pág 106






"Magia es probar a volcar lo que hay en el fondo de ti / Magia es verte sonreir... / Magia es probar a saltar sin mirar/ Es caer y volver a empezar... / Es el tiempo, es la hoguera/ Es la mano que mece la marea / Es la tierra, es la bandera blanca/ Es la gota de una lluvia de esperanza... / Es el mundo de puntillas / Es la vida cogiendo carrerilla / Es el sabor de lo pequeño... / Es tocar un sueño ... / Es el mapa de un suspiro/ Es lo que hay cuando te miro/ Es el duende del latido de tu corazón y el mio/ Es la meta y el camino / Es la suerte y el destino /" 

 Rosana Magia del Álbum Más Magia








sábado, 24 de noviembre de 2012




     Leo en La Nación esta mañana: 

  Nunca tuve un diario íntimo. Lo intenté varias veces, con sendos volúmenes decorados en la tapa… Ninguno funcionó. (…) Joan Didion… dijo que muchos tomamos notas compulsivamente en vez de escribir un diario porque crecimos con la ética de que los otros, cualquier otro, son por definición más interesantes que uno. (…) Leerlos muchas veces resulta inentendible. Pero, otras veces, nos lleva al pasado. ´He perdido el contacto con muchas de las personas que fui´ dice Didion. (…) ¨Conviene mantenerse en términos de alguna cercanía con la gente que solíamos ser, nos resulte una compañía atractiva o no. De otra manera, reaparecerán sin ser anunciados golpeando la puerta de nuestro cerebro a las cuatro de la madrugada en una mala noche, demandado saber quién los desterró, quién los traicionó, quién va a arreglarlo. Nos olvidamos demasiado rápido las cosas que pensamos que nunca olvidaremos y nos olvidamos quienes fuimos.´ (…)” 


Juana Libedinsky, “Diario íntimo de quien solíamos ser”, página 8 Suplemento Sábado del matutino La Nación del 24 de Noviembre de 2012.-






     No puedo coincidir con el artículo aun sabiendo que voy a constituir una excepción entre los lectores de la columna. La multitud de cuadernos escolares que reseña mi pasado demuestran no solo mi voluntad (próxima a la compulsión) de asentar por escrito mis pasos aunque fueran intrascendentes, sino que la persona que los escribía dista muy poco de la que escribe este blog. 

      En mi caso, al releer diarios viejos acabo con cierta sensación de atemporalidad. Como que no me he movido demasiado del lugar. Sé que he hecho cosas, que he cambiado, que he crecido y envejecido con la lógica natural del tiempo. Sé que he ganado seguridad y confianza en mi misma, y he logrado una enorme, gigantesca, salvífica cantidad de indiferencia hacia todo lo de afuera que hace que sufra muchísimo menos lo mismo que antes también me pasaba. Pero no encuentro a una persona extraña en mis diarios. 

      No puedo juzgar si eso es bueno o es malo (de hecho, soy incapaz de juzgar nada) pero en mi caso, esa constante identidad es algo tan normal que probablemente sea la raíz (psicológica) de todos mis males.






Saco de mis diarios del año 1988: “La auto-vocación para el desastre; El terco empeño en la diferencia sin entender a tiempo que la mediocridad es invariablemente sinónimo de paz. Sin esperar nada seguimos esperando… Ni pasión ni genio. Y a menudo ni siquiera miedo. Sólo una vaga constancia y nuestra resignada dependencia a la farsa…” (19 de mayo de 1988)






“Siempre digo: ¡tanto talento desperdiciado!, pero quién lo despilfarra soy yo y sólo yo. Si pudiera ser capaz de explotarme a mi misma, de venderme, de sacar partido… Pero me falta carácter…” (30 de mayo de 1988)






“¡De no haber sido mujer! De no estar sujeta a la histeria y a la estupidez, a la vanidad y a la dependencia… Si yo hubiese sido sólo un poco más fuerte… levemente más ruda… apenas más feroz… Bruto animal, cruel animal…. Sin piedad ni cobardía. Sin pasiones, claro. Ni culpas ni remordimientos. Frágil muñequita idiota: ¡qué asco!” (14 septiembre 1988)






“Por qué negar la pequeña, pequeñísima, minúscula, escéptica, irónica, ya vencida e incrédula gota de esperanza que nos acompaña. No. Si dijera que voy sin esperar nada, que voy por que sí, sin interés, sin ilusiones, sin creer en un tal vez… Si dijera ¡Bah!, sería mentira o no sería yo. Yo: que puedo creer en cualquier cosa y de hecho lo hago. Que luego me desangro en desilusión tras desilusión. Que sufro, grito y lloro en el fracaso consuetudinario. ¡Que juro ya no confiar más! ¡Auguro el final de mi torpeza! El anuncio de la fortaleza y la frialdad… Y luego, otra vez, a creer en hadas y ángeles de la guarda. ¡Y sí! ¡Y ¿qué?! Me importa un cuerno pecar de idiota otra vez. Por qué lo que sí no me perdonaría nunca es darme por vencida y ya no soñar más…” (31 octubre de 1988)






“Buscando no se sabe qué, pero sí que se busca y que el ansia por hallarlo pronto nos corta la respiración. Nosotros, que corremos en pos del sueño difuso de los marginados de la historia, que careciendo de la comprensión para signar con exactitud dejamos nuestra vida en la carrera por alcanzarlo. Nosotros, ajenos a la lógica de la razón, SABEMOS y la condena de nuestra sabiduría es alcanzar el entendimiento al filo del último suspiro y así ya no develar el SECRETO a los demás. Y así somos nosotros los póstumos poseedores de la verdad… ¡Cierto! Al cabo “la verdad” es lo que buscamos pero decididamente es lo último que deseamos encontrar. ´Cuéntame una historia…´ ¿Otra más? ¿Qué entre lo último que has dicho visa siquiera los límites de la sinceridad?” (7 de diciembre de 1988)





miércoles, 21 de noviembre de 2012




     He podido regresar a Ragnarök. Retomo la búsqueda de los nombres de la hoguera. Como siempre, la investigación se disemina en múltiples vías, todas vinculadas, todas distintas. La Inquisición, instrumento propio de la iglesia de Roma ha sido instrumento útil para sus desviaciones. Cierto que en el período de “guerras de religiones” la violencia y la brutalidad ha sido moneda común de todas las fe bendecida por todos los dioses, pero me cuesta organizar mi data por credo según mi esquemática y compartimentada técnica de estudio. 

      Entre los nombres que rescato se encuentra Miguel Servet, médico y filósofo español muerto en la hoguera en 1553 pero por orden del reformista Calvino. Obviamente la conclusión última es endilgar la barbarie al pensamiento mágico (la fe) y poco dá de qué religión se trate siempre la vida del que no piensa lo mismo vale menos que nada. Quizá no se deba culpar sólo a Roma por la hoguera, aunque sí le cabe el mérito de haber sido la que más la fomentó y propagó. Aunque fuera España la que más gustosa la acogiera y le quepa al “perro de dios” Domingo de Guzmán la autorÍa del nivel de fanatismo místico que convirtió a las Inquisición en una hacedora de cadáveres.






     Transcribo un artículo sobre Miguel Servet publicado en la revista “La Aventura de la HISTORIA”, Número 60 Año 5 Octubre 2003, a página 155. Su autor es José Manuel Gironés (giro@union-web.com) 

        Una caritativa mujer arrojó leña seca para que la hoguera prendiese. Era la madrugada del domingo 27 de octubre de 1553, hace 450 años. El rocío de la noche de Ginebra había mojado los haces que rodeaban la estaca donde había un hombre atado, estupefacto ante lo que estaba sucediendo. Coronado de pámpanos rebozados de azufre y con su libro Christianismi Restitutio entre las piernas, iba a ser “purificado por las llamas”. El reo pedía el hacha en lugar del fuego, pero Farel, sicario de Juan Calvino, replicaba a gritos: “Confiesa tu crimen y Dios se apiadará de tus errores”. Al cruzar el reo la mirada con la de Calvino, aún exclamó: “Darás cuenta de este crimen y más allá seguiremos discutiendo”. Fue la más sonada de las ejecuciones de la reforma calvinista en Ginebra. El reo, de 42 años, se llamaba Miguel Servet o también Michel Villeneuve, nombre de clandestinidad que utilizaba en recuerdo del lugar de su nacimiento, en Vilanova de Xixena, obispado de Lérica, junto a la raya de Aragón. Hijo del notario Antonio Servet o Serveto, de él heredó un vivísimo genio y una lucidez extraordinaria. Se instruyó en Barcelona y fue protegido d}por Juan de Quintana, confesor de Carlos V. Movido por las controversias religiosas que agitaban a Europa, desarrolló un sistema filosófico y teológico personal de corte neoplatónico que, en su intención de dar racionalidad a los dogmas cristianos, y en la línea que luego seguirían Bruno y Espinoza, le trajo muchos problemas desde la primera edición del tratado De Trinitatis erroribus. Hizo anotaciones inestimables a la Geografía de Ptolomeo cuando trabajaba para la imprenta de los hermanos Trechsel en Lyon y allí profundizó en los estudios de medicina que había iniciado en Italia. Viendo sus luces, el fundador del Colegio de Medicina de Lyon, Sinforiane Champer, le recomendó ir a París para estudiar con Silvio y Vesalio. Allí adquirió gran celebridad como médico. Descubrió la circulación de las sangre y reveló el mecanismo sístole/diástole en las válvulas del corazón. Su obra Galeni censuram diligenter expósita le puso en guerra abierta contra la Facultad, teniendo que mediar las autoridades en las contiendas entre partidarios y detractores. Y allí conoció a Juan Calvino (1509-1564), que ya era fanático religioso. Éste le retó a un debate teológico –pese al mortal peligro que se cernía sobre los reformistas- dejándole plantado sin acudir a la cita. El odio generado por la afrenta creció en el pecho del reformador y no cesó hasta llevarle a la hoguera en Ginebra, veinte años más tarde. La pugna teológica tuvo su expresión en sendas obras impresas –la Institutio Christianae Religionis de Calvino y la Christianismi Restitutio de Miguel Servet-. Cuando Calvino, que ya era considerado el gran reformador de Francia, tuvo el libro en sus manos, instó a la Inquisición de Lyon para que Servet fuera procesado. Allí fue condenado a muerte sin pruebas fehacientes, ya que la obra carecía de nombre de autor y de pie de imprenta, y sólo pudo salvar la vida saliendo de Francia. Tras varios meses camuflados en la frontera, vio más seguro que lo acogieran los amigos que le quedaban en Italia y, al pasar por Ginebra en el trayecto, el 13 de agosto de 1553, cayó en manos de Calvino, quien desde el primer momento no se recató en proclamar que “iba a quemarlo vivo”. La cínica ciudad de Ginebra tiene hoy un monumento expiatorio dedicado a Miguel Servet, pero tiene otro, aún mayor, en honor de “la gran figura de Calvino”, cuyos crímenes disculpa, ya que sus atrocidades “no fueron erro de él, sino del siglo”.-“









martes, 20 de noviembre de 2012

 


     Finalmente siento que empieza a clarear mi horizonte. Me autorizaron al retiro del inmovilizador de mi rodilla que me tomaba la pierna de la ingle al tobillo. ¡Fantástico! Ahora podré movilizarme sólo con una rodillera de neoprene que sujeta la rótula. ¡Libertad! Claro que mi pánico y mi memoria sensorial me hacen continuar rígida, con mi pierna como un bloque inarticulado, y soy incapaz tanto de flexionar como de dar un paso con gracia. Pero no importa. Es un avance (lento y renqueante). Y eso me contenta. 

      Por supuesto que también oí la parte en la que el médico decía que luego de unos estudios más complejos debería someterme a una cirugía, y que tras ésta habría otros treinta días de inmovilización total y posterior larga rehabilitación. Pero eso será a futuro, no ahora, y con mi pequeña rodillera creo poder subir la escalera y regresar a mi biblioteca. Voy a besar el suelo de piso flotante símil madera como si fuera el papa que arriba a nuevo destino. ¡Regreso a mi santuario! Es de no creer que una semana en planta baja pueda volverme tan nostálgica. O desarrollar tal síndrome de abstinencia. En fin. Estoy volviendo. Sé que en un par de días voy a poder pintar de pie. En cuanto recupere la confianza y logre algo de amnesia sobre mi luxación, recuperaré mi vida. Doce días de ausencia es demasiado para mí. Cierro el final de mi convalecencia con los últimos fragmentos de mi Diario de 1986:





“Nada vale tanto; nadie vale nada. Ya no queda transacción posible. Ya no se puede tratar de compartir el mismo tiempo y la misma vida. O vos o yo, no más las dos. Si no hay coherencia en coexistir de a ratos, variedad a dúo, inconclusión de ambas. O todo blanco o todo negro: no hay lealtad en las medias tintas. --- No entiendo, casi no me pertenezco. No sé de quienes son estas voces, de quienes estas palabras. Aquellos viejos amigos se han ido y casi no quedamos ni siquiera nosotros. Apenas puedo murmurar una llamada de auxilio, pero no hay nadie capaz de oírla. --- ¡Basta! Se acabó. Punto y aparte. Comenzamos de cero otra vez, y al infierno con todos, hasta conmigo.” (27 de Junio de 1986)






“¡Qué mal nos hizo a todos! Esperamos demasiado de la vida y no entendimos que a quién debíamos exigir futuro era a nosotros mismos. Demasiadas mentiras, y, al final, ¿para qué? Si somos quienes somos, y nos sabemos tales, y nos conocemos tanto… Si nada que me digan alcanzará para asombrarme y cosa nueva de mi ya no podrán contarte. --- ¡Es cierto! No se trata sólo de saberse diferente, sino que hay que vivir de modo distinto y proclamar al mundo la susodicha distinción.” (1 de septiembre de 1986)






“Hoy veo aquel “nosotros” de modo distinto. No nos ufanamos más, nos resignamos. “Nosotros, los derrotados de siempre…” Otro fracaso y van… ¡todos!.” (17 de noviembre de 1986)






“No puedo encarar la situación. No puedo tomar al consabido toro por las consabidas astas. Soy una piltrafa, asustada, nula, incapaz de todo. Y los escucho… Y me aturden… ¡No me griten más! Sí, estoy entendiendo. ¿Por qué sentirme así? Sí, tienen razón. ¿De qué puedo tener miedo? Es verdad. Quien cuenta la historia soy yo. Y puesto que me elijo protagonista el papel central ha de ser escrito para mi. Que los extras, si no están de acuerdo, se busquen otra película. Sí. Ya hemos huido –y sobrado –demasiado. ¡Basta! ¿Qué de malo me puede pasar? El condenado maldecido no se condena más. El temor debe ser del pasado. O del futuro. ¡Y arriba el kamikaze! Y un ¡viva! por los necios como yo que adoran meterse en camisas de once varas sólo por honor a su idiotez. Tendría que estar más allá de eso, lo sé. Pero tendría ¡tantas cosas! Y venga que aquí escribo otra historia de derrotas…” (5 de diciembre 1986)






“Última recopilación perdida.- La tuve entre mis dedos y la sentí nefasta. Me dolió lo irreversible en todo el cuerpo. --- Cuándo se lo ha perdido todo ya no queda que perder y entonces, ¡bah!, da lo mismo ser lo que se es sin discreción y sin vergüenza. --- La rebelión. No reir y no llorar. ¡Y no creer! Y no esperar… Y no buscar perdón. Yo no estoy acá para salvar al mundo, bastante tengo con mi propia perdición.” (23 diciembre 1986)








domingo, 18 de noviembre de 2012


   



     Exceso de inmovilidad implica exceso de actividad mental (ahora que me acostumbré al dolor y aflojé con los analgésicos, no así con el whiskie que me torna filosófica y hace que la realidad me importe un poco menos). Y es mejor moverse que sacar tantas conclusiones nefastas por lo ciertas. Tal como el que nunca esperes comprensión y apoyo (hasta literal) cuando tu problema puede generar a tu entorno el mínimo esfuerzo de dejar de verse el ombligo. Los amigos se ven en la malas, dice la voz popular, pero no es cierto: los amigos NO se ven nunca, se evaporan cuando se les requiere fungir como tales. Y dios -el que sea- sabe que no hay lealtad en los afectos (¿cuales? ¿te creías eso de en las buenas y en las malas? ¡por favor, somos grandes!). Estamos solos, es un hecho. Lo mejor es llevarse bien con uno mismo, ya que es lo único que queda cuando viene la racha de las vacas flacas. -Decí que nos tenés a nosotras…-me arrullan pérfidas mis voces. Sí, pero no me sirven para entrar y salir de la bañera con una pierna inmóvil. “Detalles” –me replican riendo, como un eco. –“Detalles….”






Sigo releyendo para atrÁs recuerdos escritos: "Recopilación perdida II “Habíase cierta vez…”- este principio es absurdo. Cuenta un cuento sin palabras que, por imposible, ha de ser el más hermoso. --- Cierto, a medida que pasa el tiempo voy siendo escandalosamente distinta. Para peor, es triste, pero real. " --- "Juguemos un poco, amigo./ Sueña conmigo un rato./ Imagínate rey –contigo reina-,/ O bandolero de los bosques/ Y yo, tu compañera./ Invéntate pirata/ Y en mí la bucanera;/ Tú conquistador/ Y en pos, tu conquistada… Duende silbador/ Y primorosa hada,/ Mago de galera/ Y partenaire dorada…/ Príncipe encantado/ Y princesa adormilada;/ Navegante en siete mares/ Y sirena enamorada…" Ajenas Et lassata viris sed non satiata recessit (Y se retiró, fatigada de los hombres más nosatisfecha). Juvenal, sobre Mesalina, Sátiras VI, 130. “El hombre real existe desde la caída. El hombre no existe sin el demonio. Dios no basta.” Ernesto Sábato. (13 de junio de 1986)






Nosotros. Nosotros somos los marginados de siempre. Los que nunca cuentan, los que jamás importan, los que ni siquiera existen. Nosotros, que estamos al margen, lo vemos todo de afuera; y con la clave dela proscriptud que practicamos poseemos el don de tenerlo todo sin ser dueños de nada. Somos los necios, poco poeta grandemente locos; somos los incomprendidos por voluntad propia. Somos los que reímos cuando todos lloran y los que no lloramos porque no sabemos.” (15 de junio de 1986)






Si todo comienza y termina en una misma historia; si, como alguien dijo, todos los hombres son un mismo hombre; si siendo que a pesar mío y de todos ellos acabo siempre siendo simplemente yo… Qué vale que contemos eternas las historias, palabras que se hilvanan sin razón de ser, sabiendo cual oráculo fin irreversible que siempre y sin capricho vuelve a suceder… Qué vale que te creas distinto entre los hombres, antes como nadie, después de ti ninguno. Si cierto es que tu vida es calco de otras vidas y todo lo que digas ya lo han dicho, ya… Qué vale que me niegue a ser y siendo otros, intente el escaparme de todos a la vez; si apenas me escabullo retorno a mi existencia y sin escusa quedo, al final, sola y yo…” (23 de junio de 1986)





sábado, 17 de noviembre de 2012

MUSEO






     “Ya fuera por miedo a pasar necesidad o por un terrible atavismo catalán, el hecho es que Dalí empezó a crear, febrilmente, objetos surrealistas con pan. Siempre había sido un gran admirador del pan e incluso llego a tapizar con panes catalanes los muros de su museo de Figueras. A menudo tomaba un pan, lo abrazaba, lo chupaba y lo mordisqueaba para hacerle tenerse en pie como el huevo de Colón. ¨Nada más fácil¨, explicaba, ¨que hacer limpiamente dos agujeros regulares en la parte posterior de un pan e incrustar allí un par de tinteros. ¿Qué podría ser más degradante y bello que ver como el pan se mancha gradualmente con salpicaduras de tinta Pelikan? EN este pan-portatinteros, un pequeño rectángulo recortado de la corteza sirve de maravilla para las plumas. Y si se desea tener siempre la miga bien fresca para limpiar las plumas, nada más fácil que cambiar el pan todas las mañanas. Apenas llegado a Paris, lancé un nuevo eslogan enigmático: ´El pan, el pan, nada más que el pan´. La gente se preguntaba, no sin sentido del humor, si me habría vuelto comunista. Pero ya habían adivinado que el pan de Dalí no estaba a socorrer familias numerosas. Mi pan era ferozmente antihumanitario. Simbolizaba la venganza de una imaginación de lujo contra el utilitarismo del mundo práctico. Era un pan aristocrático, estético, paranoico, sofisticado, jesuítico, fenomenal y paralizante…¨ (…) Las actividades del pintor durante este período fueron muy intensas. Expuso en América, escribió poemas, colaboró con la revista Le surréalisme au service de la révolution y Minotaure en la que publicó un texto muy célebre titulado La belleza terrorífica y comestible de la arquitectura modernista, que termina con la declaración no menos célebre: “La belleza será comestible o no será”. 

 Robert Descharnes – Gilles Néret Salvador Dalí, Benedikt Taschen Colonia 1989 Pág. 66/67






“-¿Tienes hambre? -¡Sí! -Entonces, vamos con el primer plato. El doctor Lecter cogió una bandeja del bufete y la colocó en la mesa; luego acercó un carrito que transportaba sus sartenes, infiernillos y pequeños cuencos de cristal con los condimentos. Encendió los infiernillos, echó un buen pedazo de manteca de Charente en la fait-tout de cobre y la hizo girar para que se derritiera y adquiriera la tonalidad avellana de una beurre-noisette. Luego la retiró del fuego y la dejó sobre un salvamanteles de metal. Sonrió a Starling dejando ver sus dientes inmaculados. -Clarice, ¿recuerdas lo que hemos dicho sobre comentarios agradables y desagradables, y sobre cosas que en su debido contexto resultan divertidas? -Esa mantequilla huele de maravilla. Lo recuerdo, sí. (…) -Estupendo. El señor Krendler nos va a acompañar durante el primer plato. (…) El ayudante del inspector general, Paul Krendler en carne y hueso, estaba sentado a la mesa en un sillón de roble macizo. Krendler abrió los ojos de par en par y miró a su alrededor. Tenía puesta la cinta para el pelo que usaba cuando corría y un elegante esmoquin funerario, con la camisa y la corbata cosidas a la chaqueta. Como el traje estaba abierto por la parte de atrás, al doctor Lecter no le había costado mucho ponérselo de forma que ocultara los metros de cinta aislante que lo sujetaban al sillón. (…) A continuación el doctor Lecter cogió un par de pinzas de plata del bufet y arrancó la cinta que amordazaba a Krendler. -Buenas noches otra vez, señor Krendler. -Buenas noches. Krendler no parecía el de otras veces. Su servicio de mesa tenía una pequeña sopera. -¿No le gustaría dar las buenas noches a la señorita Starling? -Hola, Starling- dijo, y pareció animarse-. Siempre deseé verte comer. Starling lo consideró a distancia… -Hola, señor Krendler- lo saludó… (…) … dijo el doctor Lecter (…)-¿Le gustaría bendecir la mesa antes de que cenemos, señor Krendler? ¿Señor Krendler? -¿Bendecir la mesa? Sí, claro. –Krendler cerró los ojos-. Padre, te damos las gracias por los alimentos que estamos a punto de recibir, y los dedicamos a Tu servicio. Starling es una chica demasiado mayor para estar jodiendo con su padre, por más que sea del sur. Por favor, perdónala por ello y empújala a mi servicio. En el nombre de Cristo, amén. Starling observó que el doctor Lecter mantenía los ojos piadosamente cerrados durante la oración. -Paul- dijo Starling, que se sentía tranquila y rápida de reflejos-, tengo que reconocer que el apóstol Pablo no lo hubiera hecho mejor. Odiaba a las mujeres tanto como usted. -Esta vez la has cagado del todo, Starling. Nunca te readmitirán. -¿Era una oferta de trabajo lo que ha colado en la bendición? Nunca había visto semejante tacto. -Voy a ir al Congreso- Krendler sonrió desagradablemente-. Acércate por el cuarte general de la campaña, tal vez encuentre algo para ti. Podrías ser chica de oficina. ¿Sabes escribir a máquina y llevar un archivo? -Por supuesto. -¿Y escribir al dictado? -Utilizo un programa de reconocimiento de voz- replicó Starling, y continuó en tono más serio-: Si me perdona por hablar de negocios en la mesa, no es usted lo bastante rápido para colarse en el Congreso. Jugar sucio no basta para compensar una inteligencia de segunda. Duraría más como chico de los recados de un mafioso. -No nos espere, señor Krendler- le urgió el doctor Lecter. –Vaya probando el caldo antes de que se enfríe.- Y levantó el potager, de cuya tapa sobresalía una pajita, hacia los labios de Krendler. -Esta sopa no está buena- se quejó Krendler poniendo cara de asco. -En realidad tiene más de infusión de perejil y tomillo que de otra cosa- le explicó el doctor-, y es más para nosotros que para usted. Sorba un poco más y déjelo circular. (…) El doctor Lecter echó cebollinos a la mantequilla caliente y dorada y en el instante en que el aroma empezó a flotar por el aire añadió alcaparras desmenuzadas. Sacó la sartén del fuego y puso en su lugar la sartén para salteados. Cogió un gran cuenco de cristal con agua helada y una bandeja de plata y los dejó al lado de Krendler. -Tenía planes para esa boquita tan grande- dijo Krendler-, pero ya no te contrataré en la vida. ¿Quién crees que te dará trabajo ahora? -No espero que cambie completamente de actitud como hizo el otro Pablo, señor Krendker- dijo el doctor Lecter-. No lo veo en el camino a Damasco, ni siquiera en el camino hacia el helicóptero de los Verger. El doctor Lecter le quitó la cinta del pelo como hubiera retirado la etiqueta a una lata de caviar. -Todo lo que le pedimos es que mantenga la mente abierta. Con cuidado, empleando ambas manos, el doctor Lecter levantó la tapa de los sesos de Krendler, la dejó sobre la bandeja y trasladó esta al bufete. Apenas cayó una gota de sangre de la limpia incisión, pues previamente el doctor había soldado los vasos principales y sellado escrupulosamente los otros utilizando anestesia local. (…) De pie al lado de Krendler con un instrumento que parecía una cuchara para las amígdalas, el doctor Lecter cortó una tras otra cuatro rebanadas del lóbulo prefrontal. (…) Con una destreza apabullante, el doctor… las rebozó levemente con harina sazonada y luego las empanó con migajas de brioche tierno. Ralló una trufa negra sobre la salsa de la sartén y dio el toque final con n chorrito de zumo de limón. Sin perder tiempo, pasó las rodajas por la sartén lo justo para que se doraran por ambos lados. -¡Huele que resucita!- soltó Krendler. El doctor Lecter las depositó sobre sendas rodajas de pan tostado en los platos recién sacados de los calentadores, las bañó con la salsa y espolvoreó trocitos de trufa. Las decoró con perejil y alcaparras con sus tallos, y con un capullo de berro para darles un poco de altura, completó la presentación. -¿Cómo están?- preguntó Krendler, que hablaba a voz en cuello (…) como suele ocurrir con los lobotomizados. -Verdaderamente exquisito-dijo Starling-. Es la primera vez que pruebo las alcaparras. Al doctor Lecter el brillo de la salsa de mantequilla en los labios de Starling le pareció irresistible.-" 

 Thomas Harris, Hannibal Grijalbo Mondadori S.A. Barcelona 2001, pág. 491/497.






Arañando sentimientos/ Bajo un cielo de traición/ Odio a fuego lento/ Te comería, sí/ Te comería el corazón…/ (…) Si en el filo del momento/ Yo perdiese la razón/ Odio a fuego lento/ Te comería/ Te comería el corazón/ Apágame/ Consúmeme/ Y fúmame por última vez/ Bien amarga/ Dulce boca que besé…/ 

 Miguel Bosé con Alejandro Sanz, Te comería el corazón del Álbum Papitwo2





viernes, 16 de noviembre de 2012




     Mientras avanzo en el dominio del equilibrio y voy perfeccionando el estilo flamenco (el ave, no la escuela artística de los Paises Bajos), lo que me permite ir agregando alguna actividad -¡ja!- a estos días de agobiante inmovilidad, desarrollo una teoría conspiratoria que Fox Mulder no llegó a esbozar antes de la cancelación de los X Files: todo es mentira

     Como me he vuelto adicta (al menos mientras dure mi renguera) al análisis de los racontos de datos del blog, y lo mio es sin duda el cotejar fuentes (una especie de historiografía empobrecida) me encuentro que en el informe de estadísticas de Blogger para el día 15 de noviembre de 2012 se detalla 1 visita de China. Pero cuando hoy reviso en el Analytics de Google para ese mismo día ¡no existe ninguna visita de China! Busco el mapita del informe demográfico y nada. Cliqueo sobre China y 0 visitas. 

     No se porque me satisface tanto corroborar mi sospecha de que el ficcional universo de la web es, precisamente, una ficción. Uno esperaría que al menos el Sr. Google que provee Blogger y provee Analytics fuese cuidadoso con los detalles y pusiera las mismas mentiras en todos lo lugares. Pero se ve que no. Estamos solos en el universo, mal que les pese a Fabio Zerpa y a David Vincent.






     Sigo hurgando en mis viejos diarios. Es un poco tedioso descubrir que sigo siendo yo, un poco más vieja -bastante-, un poco menos depresiva, un poco más resignada y definitivamente menos trágica. Pero corroboro que hace 26 años a igual que hoy dedicaba demasiado tiempo a enredarme en las "naderias del arte que entretejen ilusiones" (la cita es de Borges aunque no es exacta. No puedo subir la escalera -¡y dale!- para cotejar en mi biblioteca la exactitud en el poema).






     Transcribo algo más del año 1986:

    “Me he condenado por mi espíritu incapaz de ser simple y aceptar cabizbajo la realidad. Me he condenado por mi fantasía que ávida inventa los pecados que deseo y por cobardía no cometo. Me he condenado por mi violencia, por mi falta de sumisión y de recato, por mis ansias de romper las reglas y liberar el alma. Me he condenado por mis sueños y por mi decisión de seguir soñando. Me he condenado por mis palabras, mi único acto de valentía. Me ha condenado la amistad con lo Imposible, la única lealtad y la única nobleza. --- Me condenó un arrebato,/ Un golpe de valentía,/ Un atreverme de pronto/ a sentir lo que no debía./ Me condenó la verdad,/ Un asumirme en la vida;/ El olvidar un momento/ La hipocresía debida./ Me condenaron los sueños,/ Un desoir de consejos,/ Un atender al demonio/ Por diablo y no por viejo./ Me condenaron las ganas,/ Me condenaron los cielos/ Por inventarme un albatros/ Y remontarme en el vuelo… (29 de abril de 1986)






“Por todo lo que de más me dieron/ -alma, espíritu y razón-/ A ellos sólo le dieron/ Hígado, estómago y un riñón./ ¡Cuántas más ciertas me resultan ahora esas palabras! ¡Cuánto más ciertas cada día!. Delicias de la vida familiar. (30 de abril de 1986)






Recopilación perdida I Historia Antigua: La de los viejos rencores, la del amor ingenuo, la de estrellas y hadas… --- Una imagen del soberano del Infierno, un Satanás joven, brillante en sus ropas de calidad, alegre e indiferente, venido quizás un tanto a menos con los años pasados sin que nadie le vendiera el alma. Lucifer, vitalidad y garbo, el hijo menor de Belcebú, siete veces más hermoso y otras tantas más maligno. Mefistófeles del siglo veintiuno me tendió la mano… --- Abrir la puerta y avanzar. En cada comienzo hay tantas despedidas… Quizá mañana vea este hoy como un ayer no tan importante, pero mi ahora es el preludio de una escena que nunca antes actué. Y me rebelo con rebeldía vana, y grito sin palabras y si sufro ya no lo siento –hasta creo que este dolor es puro invento-. --- Y quizá después, al quedarme sola,/ Comprenda la broma de aquel ayer;/ Tu mirada lenta que castiga tanto/ Y alimenta dando más razón al ser./ Y quizá después, por seguir la moda,/ Te diga que nada, nada importa ya;/ Disculpe mis lágrimas, lloradas en vano,/ Cuando la mano no me querías dar…/ --- Reconozco mi caída y mi derrota. Pero en ella encontraré el poder para triunfar. Es cierto: todos los viejos amigos han muerto. Ya no tendré amigos. La amistad es una trampa. Me entrego a ti. Sea tu fortaleza la que me sostenga, tu fuego el que me mueva, tu conciencia la que me pierda. --- (21 de mayo 1986)





jueves, 15 de noviembre de 2012




    He aprendido a manejar mi enojo (y mi frustración, y mi ira y, creo, hasta mi alegría) escribiendo. Escribiendo un diario, que con los años ya son muchos. (La pasión queda al margen de la escritura, porque esa, toda, la brindo y la recibo al pintar. La pasión es forzosamente física y yo pinto con todo el cuerpo). 

      Habiendo sido una persona decididamente solitaria -al principio por fuerza mayor y al correr de los años por sensata elección- un diario personal ha ido el interlocutor perfecto.






     Ahora, en la soledad de mi inmovilidad y no pudiendo buscar refugio en los cielos (o sea, en mi biblioteca en la planta alta) recurro a los bajos fondos que quedan a mi alcance (o sea, mi alborotado taller donde acumulo, entre otro millar de cosas, mis viejos diarios), y releo vaguedades escritas en 1986. Mas de 26 años atrás. Y compruebo que siempre he sido de lo más monotemática.






“Me sentí capaz de dar vida y creé a miles de seres imposibles. Les di nombre, espíritu, forma. Los dominé. Pero un día me dominaron. Y me convertí en prisionera de mis propias invenciones. Aquellas que ayer brindara al mundo sintiéndome, altanera, un poco dios, un poco genio. Ya no fui yo. Fui ellos." --- Mi yo, que no es uno,/ (es dos, diez, mil, ¡más!)/ Uno, en cada ocasión oportuno,/ Pero sólo uno lo es jamás./ ¿Si son dos? Quizá lo sea./ O el problema: que no es ninguno./ Soy lo que el mundo desea,/ Mezcla (¿inconclusa?), parte de alguno…/" --- "Hace tiempo que ya no escribo poesías. Me pierdo ahora en breves cuentos o en amagues de novelas prestando mi existencia a la vida de infinitos tantos personajes. Como antes y puede que como siempre, me rodeo de seres cuya existencia sólo yo conozco. Mi soledad concurrida se vuelve acogedora y en horas complicada. Me resulta un poco dificultoso diferenciar la realidad de mi invención. Creo tramas a mis propios días que luego desbaratan mi tranquilidad. Aun así gusto de la redes y telarañas que entretejo y que vuelven mi mediocre monotonía en un subsistir más colorido.” (21 de febrero de 1986)






“A veces creo encontrarme en el límite divisorio de dos mundos antagónicos, debiendo tomar partido por uno de ellos. Sólo por uno. Dejar para siempre de estar en el medio, de ser neutral, de jugar un doble, un múltiple juego. Quiero ser fuerte, con una fortaleza rígida cual muralla que me rodee aislándome. Quiero mirar de frente a todos los sentimientos y burlarme de ellos porque no pueden afectarme. Pero quiero también llegar al desequilibrio pleno de mis sentidos, volviéndolos todos uno y uno en parte de todos. Quiero palpar con los ojos, oler la música y degustar los colores. Quiero crear lo perfecto y con sólo verlo echarme a llorar. Convivo en dos dimensiones opuestas pero unidas en mi, como si mi cuerpo se prestara a la existencia de dos seres independientes y dispares, teniendo conciencia de que están luchando por tener uno la propiedad exclusiva de mi alma. Siento la batalla y no puedo desear la victoria de ninguno. No sé con la muerte de cual de mis yo me moriré más.” (20 de marzo de 1986)






“Tengo multitud de ideas, pero carezco del poder necesario para imponer su orden –o de la idiotez menester para trabar con límites la imaginación-. ¿No es acaso del caos de donde emerge la creación perfecta?” (3 de abril de 1986)




miércoles, 14 de noviembre de 2012




     ¿Qué otra cosa hacer que deambular por internet cuando mi inmovilidad forzosa me tiene entumecida y apática, con las neuronas a media asta y mi preciosa biblioteca quince insalvables escalones sobre mi cabeza? Como si estuviera de huelga de todo, no navego por los temas que me interesan sino que me avoco a cuestiones que en un estado normal ni siquiera registraría mi radar. En algún momento de entusiasmo cibernético (o para acallar a un insistente consejero, ya no me acuerdo) vinculé este blog a la página de análisis de tráfico de Google (Analytics). 

     Sin nada mejor que hacer mientras atravieso el período en el que le pongo almohadones a la pierna para subirla en beneficio de mi gordo tobillo, me dedico a estudiar el informe del último mes. De primeras diré que tanta data no me dice mucho. Tantas visitas, tantas visitas nuevas, visitantes frecuentes, tantos rebotes (¿que serán?), tiempo promedio de visita, datos demográficos de los visitantes: idioma, país, ciudad. Sé que es poco probable que esa información sea cierta. De hecho no me consta que nadie más que yo deambule seguido por acá (¿por qué habría alguien más de hacerlo?). Pero, insisto (¡otra vez!), mi santuario está escalera de por medio y yo acá tumbada en el sofá con la notebook en la falda no tengo mejor que hacer…






     La página de Analytics de Google dice que en el último mes la persona que más tiempo estuvo de visita en Espacio Farnelliano (unos 19 minutos 30 segundos) es de Azul, Provincia de Buenos Aires. Me genera admiración ya que observando la nómina de los restantes visitantes la mayoría no llega ni al minuto. Impresionante, me digo. Enseguida sospecho que puede haberse quedado dormido sobre la compu y de ahí la permanencia. Mi yo escéptico duda que exista ese alguien de Azul y de lo incomprobable del dato. Pero, bueno, por las dudas y por si en una de esas es todo verdad lo de la web, gracias visitante de Azul por el tiempo y el interés dispensado. No conozco tu ciudad, espero poder subsanar esa ignorancia en breve.






     Sigo en mi análisis y me encuentro que en tiempo promedio de visita siguen dos visitas de Barcelona, con 8 minutos 31 segundos. ¿Cómo se mide cuando son dos visitas? Si es promedio probablemente uno mas y otro menos, dudo que los dos iguales. Pero igual es un tiempo. Acá –si fuera verdad- lo encuentro fundado en mi debilidad por Pepe Carvalho. Suelo transcribir fragmentos de Vázquez Montalbán con cierta frecuencia, ya que el disfrute de releerlo en cualquier circunstancia es un placer del que jamás me privo y las buenas cosas hay que compartirlas para prolongar el goce. Hace diez años pasé unos días en Barcelona pero no cuentan, apenas vivencié nada. De mis lecturas aprendí que hay que ir con tiempo para poder catar la cocina catalana, pausadamente. Espero volver y hacerlo. Mismo digo: gracias visitantes de Barcelona por el tiempo tomado en deambular por estos párrafos.






     Una vista de Belo Horizonte estuvo 6 minutos con 34 segundos. El tiempo le habrá llevado traducir los textos. O habré sido su lectura de práctica de español. No conozco esta ciudad, aunque por su cercanía he ido varias veces a Brasil. Gracias por el tiempo y el esfuerzo de tratar de leer este blog. (Acá me doy cuenta que estoy prejuzgando que las personas que visitan desde otros países son ciudadanos de ese lugar; bien podría tratarse de argentinos que por cualquier razón estén fuera. O podría no ser nadie y todo esto es una ficción, que se yo…).






     Dice que dos visitas de Bucaramanga estuvieron un tiempo medio de 5 minutos 22 segundos. Y yo que ni sé donde queda Bucaramanga… ¿Colombia? Perdón mi ignorancia y gracias por la atención. Cuando salga de acá busco un Atlas (que están, obviamente, arriba. Supongo que sucumbir a Wikipedia en este contexto no implica la renuncia de mis principios…).






     Y siguen varios vecinos de Avellaneda, con un promedio de 4 minutos 4 segundos. Y eso me parece normal, porque Avellaneda está cerca (¿qué tendrá que ver eso?) y es una ciudad que me gusta.  
     Avellaneda es vieja y su estructura arquitectónica en sus fábricas y casonas de la década del 30 y 40 del siglo pasado es maravillosa aunque esté medio derruida. Nadie cuida las fachadas, ya se sabe, pero si pese al deterioro uno se detiene a observarlas encuentra el resabio de lo que fue en origen un derroche de belleza. Sé que sonará raro, pero cuando viajando en un colectivo desde Sarandí hacia la City (el 22, el 24, el 277 a Lomas) y circulo por Mitre entre la Plaza y la subida al Puente Pueyrredón me dedico a redescrubrir frisos y arcos exquisitos en edificios herrumbosos, mal pintados y con cartelería publicitaria que los degrada, y reconstruyo en mi cabeza los tiempos de esplendor cuando esos edificios eran jóvenes y toda esa zona resplandecía de señorial pujanza industrial. El lado elegante del Riachuelo frente a La Boca portuaria… 

      Algún día, cuando tenga tiempo (y no esté renga) voy a dedicarme a fotografiar esas fachadas y tratar de reflejarlas sobre papel tal como puedo verlas en mi cabeza cuando paso frente a ellas. Demasiada belleza que pasa desapercibida. Decía que el interés de mis vecinos de barrio resulta casi lógico, aunque tal vez ellos desconozcan la vecindad y mi proximidad física. Pero es así. Yo lo encuentro más fácil de entender (dentro de lo que uno entiende en el misterioso e inconmensurable enigma de la web). Gracias por las visitas y en cuanto pueda caminar restituyo la gentileza admirando los lindos y coloridos pájaros que pintaron bajo el puente ferroviario sobre Pavón.






     De cualquier manera mi yo escéptico sigue meneando la cabeza con incredulidad. Arguye contundente que es una farsa, que no han tenido ninguna de mis mas de 70 entradas comentario alguno. Nunca nadie dio señal de vida, sencillamente porque nadie hay del otro lado (o por ahí, o por donde sea). Mi yo escéptico argumenta (y me suena razonable) que cuando subí La Santa Inquisición si hubiera tenido las mas de 400 visitas que registra el sitio un insulto como mínimo debería haber recibido. Tamaña dimensión del silencio no puede tener otra lectura que la soledad. 

      Mi yo crédulo (entre todos mis yo y mis voces somos tanta gente inmovilizada lejos de la biblioteca que esto va a acabar mal…) dice que soy demasiado intrascendente para que Google (o el Sr. Google que está detrás de todo) genere una ficción en mi beneficio. ¿Para qué mentirme? ¿Cuál es el beneficio de hacerme creer que alguien en Bucaramanga estuvo cinco minutos leyendo mis divagues? Es tan absurda la imagen de que alguien se tome la molestia de engañarme que todo, aunque increíble, debe ser verdad. 

      Diré en mi defensa que los antinflamatorios y los analgésicos son muy fuertes. Mi adicción a los corticoides es de larga data. Mi cerebro no funciona como debiera y lo que escribo merece la indulgencia de la lástima. Si hay alguien ahí leyendo esto, por favor sepa disculpar.