miércoles, 31 de mayo de 2017

 

     El arte es un mal negocio (de hecho, no es un negocio) y muchos van quedando por el camino.  Que pena.  ¡Gracias gente de Art Revolution por la oportunidad y buena fortuna en los próximos emprendimientos!  Seguramente seguiremos viéndonos por ahí...













































































martes, 30 de mayo de 2017

  El eterno retorno (o estar siempre rondando sobre la misma duda)

     La serie de retratos que estoy trazando dentro del ideario de Burlesque son mixturas de grafito y tintas (tradicionales y en gel) sobre papeles artesanales e industrializados, superpuestos e intervenidos con fuego.  El papel artesanal, batik de distintos colores, genera una primera selección de obras “definitivas”.  De las hechas sobre papel verde la que quedó es Janet







…de las de papel azul Le Cirque





…y sigo buscando la de papel rojo.


     Los dos primeros intentos en rojo, Vaudeville y Gipsy, no me terminan de gustar y no las considero listas para integrar la serie.






    Ahora estoy sobre el tercer intento, que me entusiasma un poco más, pero llegando al punto de la duda habitual:  las anteriores se arruinaron porque me excedí pero a esta la encuentro demasiado simple, necesita algo más, e intuyo que ese algo más va a ser lo que desborde y la arruine como a las otras dos.







     Peco por exageración pero cuando me impongo la simpleza lo que queda carece de autenticidad. Debería poder detenerme en el límite exacto que separa esa aspiración barroca de la sobrecarga kitsch.  A veces me sale naturalmente, paro cuando debo y la obra tiene satisfactoria entidad.  Pero casi siempre me paso de largo y hago de más.  Estoy otra vez filando el precipicio; no me gusta porque le falta algo pero me aterroriza exagerar como de costumbre.  Y sigo sin encontrar mi retrato en papel rojo.











lunes, 29 de mayo de 2017





     Créase o no, seguíamos con el asunto de las empanadas.
-No es sobre una empanada- me explicaba con cadencia lenta y remarcando las sílabas, como se le habla a alguien con déficit cognitivo. –Es sobre el concepto “empanada”,  sobre la abstracción que significa a todas las posibles empanadas -  El concepto detrás de la empanada.  Mi expresión debió ser elocuente porque riéndose con suficiencia se complació en la explicación: -¿De verdad pensaste que esos chicos quieren montar un emprendimiento gastronómico?
-El plan de inversión era para una casa de venta de empanadas.  ¿Qué es si no?  ¿Un emprendimiento de nano tecnología?
     Me dirigió una mirada de sentida compasión por mi ingenuidad y tras chasquear la lengua con ruiditos de resignada paciencia ante un caso perdido, me siguió explicando:
-No quieren vender empanadas, quieren desarrollar un concepto original y distintivo de venta  para que el consumidor elija sus empanadas por sobre el resto de la oferta en el expandido universo de las empanadas.  Un concepto que haga esas empanadas deseables, exclusivas, que impliquen la vivencia única e irrepetible de la empanada.
     Creo que después del concepto de empanada, el universo de las empanadas fue la imagen que más me pegó.  Una empanada con los anillos de Saturno girándole alrededor.  Una lluvia de meteoros con forma de empanada onda saga de Star Wars. 
-Ellos quieren un plan de negocios, vendiendo lo que sea, que resulte atractivo primero para las franquicias y después para la venta del paquete en conjunto.  El producto que se saca al mercado no es la empanada, es la manera de hacer que la empanada se consuma masivamente, al menos por un rato.  El tiempo suficiente para vender ese know how.  El perfil es del entrepreneur que gana con todo lo que intenta.  Hoy esto, mañana aquello.  El que hace la diferencia por el modo en que te lo cuenta.
 
 
 
     La cosa se perdió en el camino, se consume más el entorno que precede a la compra que el objeto adquirido en sí.  Es cierto, ya no vamos por el fondo, nos quedamos jugando con la forma, al menos un ratito.  Hasta que la novedad nos distraiga con otra forma, más llamativa, más inesperada, más trendy.  Alardeo, cansada, de que ya lo capté:
-Y cualquier negocio, al igual que absolutamente todo en la vida, primero sube y después, siempre, baja,  por lo que el asunto está en vender el  concepto de empanada antes de que venga en picada.  Y la caída lógica será culpa del último comprador no del entrepreneur exitoso. Linda manera de ganarse la vida.  Aunque no es nuevo, sólo que antes se llamaba distinto.  El hábil comerciante que sabía salirse en la cresta de la ola.  El que del negocio de videos pasó al parripollo y vendió para construir la cancha de paddle, la que transformó en una para papi futbol...
-Veo que soy didáctico, al final entendiste.  Eso es el branding.  Convertir a cualquiera en un Rey Midas.
     Horrible. Sobre todo porque ese formato se ha vuelto habitual en el mundo del arte también.  Por eso el auge de los “curadores”, los que estructuran el “concepto” y marcan la moda de turno que disciplina el mercado.   No voy a comer más empanadas. 
 
 
 
 
 
 
 

viernes, 26 de mayo de 2017





   -Estamos construyendo mitología- afirma y me mira como dándome pie a la confirmación gestual.  Yo no estaba prestando atención a lo que decía así que  cuando su mirada cayó sobre mí sentí una culpa atroz por la descortesía de mi desatención y le sonreí en disculpa.  Mi sonrisa fue interpretada como contundente afirmación de la veracidad de sus palabras y de ahí en más todo dejó de tener sentido.  

     Estaba vendiendo su servicio de personal branding, explicando como en el mundo global uno tiene que ser su propia marca.  Hablaba de nichos de mercados y de estrategias de inserción, de recrear la identidad para aggiornarla a los nuevos paradigmas, de cómo los bienes y servicios deben volverse una experiencia para el consumidor.  No te venden una empanada, te comparten la experiencia exclusiva de la degustación de la humita gourmet cocida en un horno  hecho con barro traído de las altas cumbres cargado de energías cósmicas y ancestrales, lo que hace que el choclo no sea sólo choclo sino El Choclo, mítico y redivivo. 






-Es una empanada –arguyo. 
-Es la experimentación de la fusión entre las tradiciones culinarias y la filosofía de introspección para ser uno con el cosmos mientras deglutimos sus frutos tratados con respeto y veneración.  
-Es verso-digo. 
-Es branding- me corrige.






     ¿Qué hacía yo ahí?  Bad timing.  Había ido por café, coincidimos en el mismo Starbucks y me arrastró a su mesa presentándome como la confirmación de sus teorías.  Como soy bien educada y la extraña amistad que nos une a más de inexplicable es un karma al que me resigno, me dejé incluir en esa charla ridícula y, temo, que esos jóvenes ilusos que planeaban un emprendimiento gastronómico se fueron con la errónea idea de que yo avalaba todo ese disparate.


     Por eso, si por casualidad este mensaje arrojado al mar en la botella contemporánea de un blog llega hasta ustedes, sepan que la única verdad es que sigue siendo una empanada









martes, 23 de mayo de 2017















































   Un destino incierto, generalmente esquivo, esporádicamente grato, siempre provocador, que obliga a la búsqueda, al movimiento constante.  Un destino que te impone vivir en la acción y en el ahora, sin promesas de paraísos ni certezas de gloria alguna.  Un destino que, quizá, racionalmente, nadie en su sano juicio escogería...