No alcanza con la tragedia genérica que
nos iguala al resto del mundo, no, necesitábamos la (intensional)
tragedia específica. Necesitábamos la
cuarentena absurda, la perversa campaña de miedo, la absoluta destrucción de
la psiquis colectiva, y coronar con una hecatombe económica por pura ineptitud
de los gobernantes de turno. Pero soy
argentina, estoy -casi- inmunizada a los gobiernos nefastos. Es que hoy amanecí escuchando en la radio
nuevamente como el actual presidente explicaba que la raíz de nuestros males
deviene de que el Correcaminos no se dejara comer por el Coyote. Ahí -dice él y hubo quienes aplaudían-
está el quid de la cuestión. Hoy ha sido
un día agobiado por la indignación y la impotencia. Sólo queda canalizar civilizadamente la ira
dibujando por pulsión…
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