En proceso
Construir – destruir – reconstruir. Puedo justificar mi habitual proceso con varios argumentos. El más simple: por capricho. El
obvio y remanido: mis traumas infantiles condicionan mis actos. El real: hay un desafío implícito en permitir
que el fuego erosione y mute el primer boceto, para luego usar y abusar de los
recursos creativos en una reconstrucción que supere el original.
Se trata de que el
resultado final, edificado sobre un soporte maltratado y roto, resulte esteticamente más grato, porque la verdadera belleza está en la imperfección. Todos somos reconstrucciones,
reparaciones constantes, con huecos mal disimulados, faltantes irremediables y rejuntes varios; somos el
resultado de un proceso constante de capas de vidas que en su conjunto aleatorio define nuestra identidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario