viernes, 8 de marzo de 2024

 






    Vida real de artista: como todo puede salir mal, y si le das tiempo, peor

 

     Ayer inauguró Cartularios Femeninos, en la Galería Cava del Museo Palacio Cousiño, en Santiago, Chile.  Una muestra donde mi trabajo Sommaire Desprivileges había sido seleccionado para ser parte del evento. 






 

     Pero pese haber hecho el envío de la obra con tiempo (entró al correo el pasado 22 de febrero), pagando un servicio especial del Correo Argentino para un traslado seguro, rápido y con seguimiento en línea, mi obra nunca llegó.  Y, para colmo, ni siquiera es posible identificar su paradero actual.

 

      La curadora del evento, la encantadora Paz Sepúlveda, con extrema gentileza  e indecible paciencia, apartó un espacio en el montaje de sala por si mi obra llegaba a último momento.  Pero Sommaire nunca llegó.






 

     Los artistas normalmente enfrentamos estos problemas de logística cuando queremos mover nuestra obra internacionalmente.  He enviado muchísimos trabajos al exterior y las demoras suelen ser exasperantes, aunque hasta ahora todo había llegado a destino.  En base a todas mis malas experiencias he ido optando por las vías más seguras   Los envíos de las cajas rígidas triangulares de Correo Argentino y el servicio con seguimiento en línea habían sido -hasta ahora- lo suficientemente confiable para considerarlos la primera opción.  Lo fueron hasta esta oportunidad, cuando no sólo no llegó a tiempo sino que parece haberse esfumado hacia el limbo de las cosas irremediablemente perdidas.

 

      Contacté al Correo de Chile, donde me informan que la obra jamás ingresó al sistema postal de ese país y me aconsejan reclamar al correo emisor.  Cuando reclamo al Correo Argentino, haciendo gala de toda esa proverbial ineficacia y desprecio hacia el cliente que tiene la burocracia argentina, me responden que no puedo reclamar hasta pasado 30 días de la imposición del envío.  Así que no me dejan reclamar hasta pasado el 22 de marzo.  Total, ¿a quién le importa?  Que siga Sommaire en el limbo y mi salud mental en el cesto de basura.



















 

     Mas allá de la frustración infinita que me genera esta situación, lo peor es que me paraliza respecto a otros envíos que tengo que hacer.  Mi trabajo fue seleccionado para otro evento en Sevilla, España,  a principios de abril, por lo que debería hacer ya el envío si tengo alguna esperanza de que llegue a tiempo.  Pero ya no puedo hacerlo como era habitual, y optar por un Courier privado internacional me cuadruplica los costos en esta Argentina inflacionaria y caótica.  Es desesperante querer hacer cosas pero que todo parezca estar confabulado para que no puedas hacer nada.  ¿Envío la obra por el medio que está dentro de mis posibilidades económicas y me arriesgo a que desaparezca otra vez o me resigno a la inacción y pierdo oportunidades de seguir mostrando mi trabajo fronteras afuera?  ¿Robo un banco para poder pagar servicios de traslado eficientes pero carísimos en este contexto?  Vida real de artista: siempre todo es tan, pero tan difícil…













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