Vida real
de artista: como todo puede salir mal, y si le das tiempo, peor
Ayer
inauguró Cartularios Femeninos, en la Galería Cava del
Museo Palacio Cousiño, en Santiago, Chile. Una muestra donde mi trabajo Sommaire Desprivileges
había sido seleccionado para ser parte del evento.
Pero pese
haber hecho el envío de la obra con tiempo (entró al correo el pasado 22 de
febrero), pagando un servicio especial del Correo Argentino para un traslado
seguro, rápido y con seguimiento en línea, mi obra nunca llegó. Y, para colmo, ni siquiera es posible
identificar su paradero actual.
La
curadora del evento, la encantadora Paz Sepúlveda, con extrema gentileza
e indecible paciencia, apartó un espacio
en el montaje de sala por si mi obra llegaba a último momento. Pero Sommaire nunca llegó.
Los
artistas normalmente enfrentamos estos problemas de logística cuando queremos
mover nuestra obra internacionalmente.
He enviado muchísimos trabajos al exterior y las demoras suelen ser
exasperantes, aunque hasta ahora todo había llegado a destino. En base a todas mis malas experiencias he ido
optando por las vías más seguras Los envíos
de las cajas rígidas triangulares de Correo Argentino y el servicio con
seguimiento en línea habían sido -hasta ahora- lo suficientemente confiable
para considerarlos la primera opción. Lo
fueron hasta esta oportunidad, cuando no sólo no llegó a tiempo sino que parece
haberse esfumado hacia el limbo de las cosas irremediablemente perdidas.
Contacté
al Correo de Chile, donde me informan que la obra jamás ingresó al sistema
postal de ese país y me aconsejan reclamar al correo emisor. Cuando reclamo al Correo Argentino,
haciendo gala de toda esa proverbial ineficacia y desprecio hacia el cliente
que tiene la burocracia argentina, me responden que no puedo reclamar hasta
pasado 30 días de la imposición del envío.
Así que no me dejan reclamar hasta pasado el 22 de marzo. Total, ¿a quién le importa? Que siga Sommaire en el limbo y
mi salud mental en el cesto de basura.
Mas allá de
la frustración infinita que me genera esta situación, lo peor es que me paraliza
respecto a otros envíos que tengo que hacer.
Mi trabajo fue seleccionado para otro evento en Sevilla, España, a
principios de abril, por lo que debería hacer ya el envío si tengo alguna
esperanza de que llegue a tiempo. Pero
ya no puedo hacerlo como era habitual, y optar por un Courier privado
internacional me cuadruplica los costos en esta Argentina inflacionaria
y caótica. Es desesperante querer hacer
cosas pero que todo parezca estar confabulado para que no puedas hacer nada. ¿Envío la obra por el medio que está dentro
de mis posibilidades económicas y me arriesgo a que desaparezca otra vez o me
resigno a la inacción y pierdo oportunidades de seguir mostrando mi trabajo
fronteras afuera? ¿Robo un banco para
poder pagar servicios de traslado eficientes pero carísimos en este contexto? Vida real de artista: siempre todo es tan,
pero tan difícil…
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