Sigo
trabajando sobre fragmentos del libro El penúltimo infierno de Borges de Silvia Rins. En el capítulo El
bibliófilo dice: “Convertirse en adicto a su obra es permitirle
que ejerza de mentor, es aprender sobre los autores que él leyó y amó, entrar
en un universo literario ambiguo de la mano de sus más directos predecesores.
Por eso, aunque se ha hablado de él como escritor para escritores, quizá sería
más correcto decir que se trata de un escritor que pretende formar lectores.”
Nada más exacto para describir mi
recorrido de lectora: compré El Informe de Brodie en una tienda
de usados donde compraba habitualmente viejos ejemplares de las revistas El
Tony e Intervalo para copias sus tapas en mi obstinado
empeño de mejorar mi dibujo. Tenia 13, a
lo sumo 14 años. Desde ahí, mis lecturas
siempre fueron guiadas por Borges.
Revolviendo las estanterías de libros usados optaba por comprar los autores
que Borges mencionaba en sus textos. Un formador de lectores.
Inicio
como siempre con alguno de los retratos que amo, aunque ahora solo me limito a
un sector, a los ojos cerrados imaginando mundos que los que nos precedieron
construyeron para nosotros. Un poco de
fuego y un papel de color intenso como base para empezar a jugar.
La
alegoría de la Grammatica de las Ars Liberales es
lo primero que ubico en el diseño, porque seamos claros: todo está muy bien
pero cundo se trata de escribir, hay que escribir bien.
Las espadas
con nombre, Excalibur y la inmortalidad en la Ávalon de la
tradición artúrica.
Descubrir
a Poe y entender que el cuervo dirá (insistente y fatalmente) Nunca
Más.
¿Cómo
no incluir a su favorito que se volvió uno de mis más queridos favoritos? El Oscar
Wilde inmortalizado en una de las estampillas que le dedica su tierra natal.
Encontré un
supuesto un mapa trazado por Stevenson y que según las crónicas fue el
inicio del entramado de La Isla del Tesoro. Supongo que Carroll estará también, porque
cualquier excusa vale para regresar a la iconografía de Alicia. Pero me pregunto qué voy a hacer con Macedonio,
con Mujica Lainez, con Bioy, o con Cervantes, no tengo espacio
suficiente para tanta mitología. Definitivamente voy a incluir angelitos (de Swedenborg)
porque siempre incluyo angelitos, así que donde quede un hueco allá irán. Seguimos adelante.
Magnífico poder seguir las diversas fases creativas de "El bibliófilo". Un intertexto artístico, con la huella indeleble del fuego.
ResponderEliminarGracias querida SIlvia. Siéntete responsable, que esto parte de leer tu libro y enredarse mi imaginación con tu literatura.
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