viernes, 2 de abril de 2021

 








      Lo asumo: estoy en un pico de fastidio próximo al límite.  Entre la peste, la alborotada generación de cristal y el despliegue de política miserable en todos los flancos, es muy difícil mantenerse tranquila y centrada en lo que sabemos es lo importante.


     Probablemente colabore con mi mal humor un nuevo rechazo a mi obra (¿reamente pensamos que podríamos ser seleccionadas en un salón nacional?, ¿realmente?) y la incesante cadena de cancelaciones y postergaciones de eventos que teníamos apalabrados desde febrero 2020 y siguen sin fecha en el horizonte.  Es inhumana la templanza en este contexto.


     Respondemos a la decadencia con más decadencia.  Amontono restos de papeles maltratados (rotos, sucios, arrugados, inservibles) y los fijo a un destartalado bastidor de madera abandonado en mi taller.  Unifico el pegote con dorados que pretenderán ser una guarda ornamental.


























     Descomprimo un poco esbozando un retrato clásico de Maude Fealy para centrar la composición:















     Y jugamos con fuego, esa acción tan border si se tiene en cuenta la cantidad de pinturas y lacas inflamables (por no hablar de mis botellones de kerosene) que apilo junto a la pileta donde emprendo mi intervención ígnea…














     Como base para un trabajo definitivamente determinado por la necesidad de aislarme del universo y priorizar mi exclusivo placer diría que vamos bien.



























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