viernes, 9 de julio de 2021

 





     Uno puede ponerle voluntad, pero hay realidades que no se dejan conmover.  En un fatal episodio de mi peste personal -uveítis- estoy tan limitada visualmente que no puedo hacer nada.  Se amontonan en mi tablero varios proyectos en curso, algunos que requieren trabajo en caballete con toques finales al óleo, otros que siga con los experimentos en tinta y los juegos de relieve.  Pero no veo lo suficiente y aun poniéndole las ganas más voluntariosas es imposible hacer algo productivo. 













      Me frustro, me deprimo, me pregunto cuanto tiempo más tengo por delante para seguir con el juego creativo.  Pero no hay mucho que pueda hacer al respecto.  Solo esperar, quieta e incierta, con esta melancolía visceral que me provoca el no poder pintar.  






























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