En cuatro
días este blog cumple 10 años, un auténtico disparate de tiempo. Pero para quienes tenemos arraigada la
costumbre de llevar diarios personales, el tiempo pierde importancia y
dimensión, porque de lo que se trata es de reseñar el devenir de la vida diaria
en la única intención de comprenderla.
Este blog, como diario de artista, busca ordenar y decodificar el proceso
creativo en su entorno cotidiano, en un país del fin del mundo y en una ciudad
que demasiadas veces parece ser, realmente, Finis Terra.
En esa primera entrada me quejaba de las dificultades que tenía entonces para mostrar mi trabajo en Buenos Aires. Diez años después sigo enfrentando el mismo problema: el circuito local es más propenso a rechazar mis postulaciones que a darme vía libre para la cuelga de mi obra. Las razones las supongo similares: no pertenezco, no provengo de la academia centralizada, no tengo los amigos debidos, no se negociar del modo recomendado. No soy uno de ellos y no intento serlo. Soy por naturaleza un paria y por convicción un outsider. Y, lo peor de todo, evidencio el gusto por mi apacible marginalidad. Diez años despues es evidente que no aprendí nada. Y que sigo siendo quién soy.
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