¿Para qué
sirven las Ars liberales? Te
explico. La dialéctica te
permite arrancar de asumir ser un mero copista para después (ahí entra la
elegancia de la retórica) asegurar que lo tuyo es plagio reverencial. Avanzas con que, en realidad, es normal abrevar
de quienes te precedieron en tu línea estética, para terminar invocando el espíritu
de Macedonio Fernández y recitar sus palabras como mantra: “…porque
es tan escasa la originalidad que hoy no queda otra que la del primer copista de
autor nuevo, “primera copia” es un subgénero sancionado de originalidad (“Carta
abierta argentino-uruguaya”, Revista Martin Fierro 34, 5-X-1926).
“Una
frase de música del pueblo me cantó una rumana y luego la he hallado diez veces
en distinta obras y autores de los últimos cuatrocientos años. Es indudable que las cosas no comienzan. O el mundo fue inventado antiguo.” Macedonio Fernández
“Yo por
aquellos años lo imité, hasta la transcripción, hasta el apasionado y devoto
plagio (…) No imitar es canon hubiera sido una negligencia increíble.” Jorge Luis Borges, sobre Macedonio Fernández, revista SUR 209-210, marzo
abril 1952.
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