Aunque uno
intente evadirse de la realidad -sabido es que vivo en mi propio planeta la
mayor parte del tiempo- el absurdo imperante en mi país es tan extremo que
resulta imposible no verse condicionado.
Una versión de pan y circo patética y decadente que obliga
a la vergüenza ajena ante el comportamiento público del régimen gobernante. Y aunque uno intente escaparse hacia el
trabajo creativo, arrastra consigo gran parte de este espanto cotidiano. Pan y circo, pan verde con
gorgojos y un circo lastimoso y deshilachado donde los políticos han usurpado
malamente el rol de payasos y acróbatas. Panem et circenses.
Vuelvo a un
viejo proyecto circense, convencida hoy de que su puesta conjunta es lo único
que podría exhibir en BAires (si alguna vez consigo espacio para
hacerlo). Una parte de obras
construidas sobre basura, sobre material de descarte como cajas de embalajes,
rollos de cartón de papel de cocina y servilletas. Al mismo tiempo que otros proyectos, va
tomando forma en mi taller un diorama en túnel que estoy edificando
dentro de una caja de cartón de un delivery:
Con rollos
de cartón, palitos de sushi y los pirotines de papel encerado de unas galletitas danesas di
estructura a unas Coristas de Circo que aún me faltan terminar:
Y un
retrato sobre papel quemado donde planeo probar unas extravagantes acuarelas
artesanales que conseguí hace poco en una feria de diseño e ilustración en Recoleta:
Es la única
manera que concibo de combatir ferozmente el pan y circo: con
mucho trabajo.
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