El desánimo
y la angustia que impregnan a casi todas las personas con las que me cruzo
estos días se me han colado en el ánimo y, aunque quiero sentarme a pintar,
cuando lo intento las ganas se me diluyen y lo poco que hago me resulta decepcionante.
Debería empezar de nuevo, pero tampoco encuentro la energía. Recupero un dibujo descartado a medio hacer, lo recorto primero (¿lo arruino?) para ajustarlo a un 30X30 y evaluar posibilidades. Lo recorto después en cuatro para la medida adecuada y otra vez me trabo. Tampoco me genera el entusiasmo necesario para sentarme a trabajar.
Estoy
maldecida por la tristeza de un país que se cae a pedazos. Tal vez mañana, si sale el sol y pongo la
música tan fuerte que no pueda oír la realidad, logre reencontrarme con el
camino...
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