Los artistas solemos hablar de “búsqueda”, y
dejamos que se interprete como que estamos en una lucha con el sentido, la
forma y el contenido de nuestro lenguaje visual. Pero a veces sólo se trata de “buscar”
papel sobre el que dibujar.
Acumulo
cosas, pero no necesariamente cosas útiles o idóneas para mi trabajo. Así que en un domingo de mucho nervio quemé
el dibujo que traía entre manos pero no encontré papel batik para adherirlo
como base.
Revolví mi
tablero, pero sólo quedaban unas cartulinas metalizadas. Ya había usado la dorada y sabía lo inadecuada
que era pese a cruzarla con restos de otros papeles para estabilizarla y darme
márgenes de sostén para la tinta. Me había
prometido que, eventualmente, usaría el papel metal sólo en fragmentos para
pequeñas superficies. Pero yo tiendo a
no escucharme a mi misma, y no había otra cosa, era domingo, estaba muy
ansiosa, y acabé adhiriendo el dibujo en una lámina plateada. Solita con su alma.
Fantástico. Sobre el plata no adhiere el acrílico, la tinta resbala y el grafito rasga y daña la superficie. Muy bonito. Pruebo con un blanco mate, de mayor adherencia, para generar una base. Dibujo sobre otro papel, recorto y uso de molde y trazo sombras blancas del diseño.
Y
empiezo a trabajar sobre esa base blanca, hacia arriba, con acrílico, tinta y
dimensionales. Sin excederme, porque la
base es frágil y se despega como una piel si rasgo mucho sobre la primera capa
mate.
A estas alturas, claramente no es una búsqueda sino una abierta lucha contra el soporte para que adhiera y aguante el dibujo minucioso. Pero como artista del subdesarrollo, nunca tuve los materiales que se suponía debía usar sino a duras penas lo que se le parecía. El universo del sucedáneo y la habilidad tramposa de hacerlo parecer otra cosa. Mi batalla con el plateado ha comenzado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario