De vuelta a hacer lo que más nos gusta, sólo
por el placer de privilegiar nuestros caprichos por sobre toda teoría y
concepto. Retratos apacibles, fuego y
papeles de colores, ¿qué más se necesita cuando uno sólo tiene ganas de jugar?
Si querés
intelectualizamos, cómo no: es muy posible que me esté consolando, que mis traumas
infantiles de abuso parental narcisista me hayan dejado tan rota que constantemente
estoy tratando de reconstruirme. Qué la
imagen bella, frágil y prolija que pretende la composición sea esa fachada detrás
de la que me vi obligada a vivir fingiendo.
Que las sirenas más que canto entonen un grito de auxilio. O no, tal vez sea una trampa y yo esté,
simplemente, jugando. Nec Timeo
Nec Sperno, no temo ni desespero. El latín es tan Inspector Morse
que no puedo resistirme. Las sirenas
siempre han sido símbolo de elocuencia (y de engaño) y Pegaso
no teme volar hacia el sol.
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