Acabo de recibir el ejemplar físico del Número
VI de Dare-Zine, una publicación independiente de un grupo de amantes
del arte y el diseño de Bulgaria.
Este “el mundo es tan pequeño” establecido por el imperio
de internet y las redes sociales me puso
en contacto con ellos y acabé siendo parte del proyecto. Que a pocos días de su lanzamiento en Bulgaria
(Europa del Este, desde acá como a un mundo y medio de distancia),
que fue el 7 de noviembre, me llegara el ejemplar por correo a mi casa en Buenos
Aires me tiene por completo anonadada.
Y la absoluta belleza de la publicación física me ha maravillado.
Más allá
de la búsqueda conceptual, el resultado estético es hermoso. La elección y la calidad de las imágenes, la
textura del papel -que cambia de mate a satinado en algunas páginas a
requerimiento de la propuesta-, el juego de dos tapas invertidas, una para
el contenido en inglés y otra para el contenido en cirílico, en una maravillosa
alegoría de que estaremos de un lado o del otro pero ambos integramos la misma unidad. Una publicación interesante en
su contenido, provocadora en su concepto y como objeto una absoluta exquisitez que merece un lugar privilegiado en
mi biblioteca.
Párrafo
aparte tengo que destacar la calidez del trato vía mail con la editora en jefe,
Djuli Hadjolyan, con quien ha sido un placer conectar. Yo postulé a una convocatoria en redes y
luego ella me contactó y aun distanciándonos el idioma y la geografía,
coincidimos en una conversación cordial y constructiva que culminó con la
inclusión de mi trabajo en el precioso número VI de Dare-Zine. Los que digan que el arte no sirve para nada
no pueden estar más errados. El arte
permite esto: comunicar, contactar y construir ignorando por completo las
fronteras, las distancias y las diferencias. Encontrar el sobre apenas abrir la puerta
esta mañana ha sido una sorpresa y un disfrute total.
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