Tomando
como inspiración el precioso libro de Silvia Rins, El penúltimo
infierno de Borges, me dispuse a jugar con un fragmento de su primer
capítulo, Tres Sueños. Toda
la mística borgeana está ahí, así que me di licencia para recurrir a mi propia mitología
personal y recuperé ese retrato que adoro del Maestro y que fue el primer “dibujo”
con conciencia de dibujo que tracé hace, ¡qué barbaridad! ya 30 años. Por entonces, aun empeñada en pintar, alguien
con sentido común me dijo que, si mi base de dibujante era tan fuerte, ¿por qué
no, simplemente, dibujar? Acaté el consejo
y terminé con mi primeria serie de
dibujos en la Manzana de las Luces.
Hoy, El Inmortal está con paradero desconocido, supuestamente en territorio patagónico. Larga historia. Pero retomo sus expresivas manos capaces de construir un universo y desde ahí vuelvo al juego que más me gusta jugar. Inicio con el retrato conocido, pero ahora el fuego es un compañero inevitable que tambien participa:
Y el papel de color sólido como base de resguardo para
lo que sobrevive de las llamas y el agua necesaria para mantener el control.
Un antiguo mapa de Dinamarca como un escaso
fondo distante y el trazado de Beppo, con sus ojos hipnóticos.
Beppo y
tigres de Oriente, que quise fueran azules pero a veces me condiciona el
papel disponible en mi tablero. Veremos como
adecuar su tonalidad más tarde.
Seguimos.
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