“Otra
celebrada instantánea del mismo año nos remonta al lanzamiento de la
publicación del primer número de la Revista Sur; en la fila de atrás y de pie,
de izquierda a derecha, se suceden Eduardo Bullrich, Jorge Luis Borges,
Francisco Romero, Eduardo Mallea, Enrique Bullrich, Victoria Ocampo y Ramón
Gómez de la Serna; sentados, de derecha a izquierda, al lado de una mesita
presidida por un retrato de Ricardo Güiraldes, se sientan o se agachan
guardando el equilibrio Guillermo de Torre, Ernest Ansermet, Carola Padilla,
María Rosa Oliver, Norah Borges, Oliverio Girondo, Pedro Henríquez Ureña.
Borges sería uno de sus colaboradores habituales, hasta que la publicación se
extinguiera en 1970, pese a que se mantuvo bastante al margen de las mundanas
fiestas de su directora, Victoria (a ella dedicaría El jardín de los senderos
que se bifurcan), y de algunos de sus invitados. Fue justamente en 1932, en una
reunión en honor a Duhamel, cuando tuvo lugar el feliz y fructífero encuentro
entre Borges y un joven escritor de diecisiete años, Bioy Casares. La
colaboración entre ambos se iniciaría en 1936, al escribir juntos un folleto
comercial muy bien pagado sobre las virtudes del yogur. A partir de una ingente
bibliografía, exageraron los datos para demostrar que los búlgaros consumidores
de la receta original de dicha cuajada habían llegado a sobrepasar los ciento
cincuenta años, y llegaron, en medio del entusiasmo, a inventar la existencia
de una familia búlgara cuya hija menor superaba los noventa años, con el subsiguiente
escándalo de la empresa patrocinadora; acabaron haciendo, pues, literatura
fantástica del género panfletista.”
Silvia Rins, El penúltimo
infierno de Borges
Bioy
ha relatado muchas veces su primer encuentro con Borges: “Lo
conocí a Borges en mil novecientos treinta y dos en una reunión en San Isidro a
la que nos había invitado Victoria Ocampo. Las invitaciones de Victoria, como
las levas de otro tiempo, no dejaban alternativa. La reunión era en honor de un
extranjero ilustre, a lo mejor Duhamel (si la cronología lo permite). Me puse a
conversar con Borges. Victoria nos increpó: había que atender al huésped
ilustre… Algo ofuscado y muy corto de vista, Borges volteó una lámpara. Debió
de parecernos que esta pequeña catástrofe le probaría a Victoria que su actitud
no había sido afortunada y proseguimos nuestra conversación. (…) Desde aquella
conversación fuimos amigos con Borges. Probablemente él notaría que yo había
leído mucho y que nada me importaba como la literatura. Para mí encontrar a
Borges fue como encontrar la literatura viva.” Conversaciones en el taller literario con Carlos
Cartolano (https://calledelorco.com/2014/03/06/encuentro-borges-bioy-casares/)
En otro
reportaje, Bioy comenta el mismo episodio del encuentro y la lámpara,
pero entrando en más detalles: “Borges se puso a hablar mucho conmigo
aunque yo era un chico. Victoria Ocampo, seguramente, me había invitado porque
mi madre, que era amiga de ella, le habrá dicho que yo escribía. Entonces me
invitaron para hacerme conocer un ambiente de escritores. Estaba allí un
escritor francés, uno de los de turno de visita en la Argentina, y Victoria,
que era muy mandona, muy maestra mandona, dijo: “¿Quieren dejarse de hablar
entre ustedes y atender al señor fulano de tal?”. Borges se sintió un poco
ofuscado. Tenía mala vista y tropezó con una lámpara tirándola al suelo. Ese
incidente nos hizo sentir una cierta complicidad.” Entrevista de Mónica
Sifrim en Casa de Letras – Escuela de Escritura Creativa (https://www.casadeletras.ar/2014/06/12/bioy-casares-habla-de-un-amigo/)
Algunas
reseñas cuentan que lo que Victoria les dijo al verlos tan ensimismados
en su conversación fue “No sean mierdas, che, y atiendan a los invitados”
y fue tanto la terminología como el tono
autoritario lo que hizo saltar a Borges y derribar la lámpara. La destrucción de una lámpara como inicio de una
amistad que iluminaría las letras durante muchos años resulta una alegoría
preciosa.
Llevaba tiempo buscando excusas para intentar un retrato de Victoria Ocampo y habiendo llegado la ocasión propicia, me siento como una criatura a la que se le permite sacar todos sus juguetes y hacer desparramo incontrolado.
Empecemos
por el principio: un boceto de una Victoria joven, decidida, testadura, capaz
de fundar a inicios de la década de 1930 una revista literaria de proyección
internacional, en una época donde las mujeres -según la legislación vigente entonces en
la Argentina- eran incapaces de derecho y no podían votar. La imagen de
una mujer que podía pegarle dos gritos a Borges, ya l´enfant
terrible de las letras, y hacerle romper por el sobresalto una de las
hermosas lámparas de la casa de la familia Ocampo en San Isidro. Y fuego.
Sobre una cartulina lila adhiero el
retrato chamuscado por el fuego y agrego algo de dibujo clásico a mi gusto: un lazo
para texto, un angelito, una representación de la justicia. Que luego vaya a escribir en el lazo la cita “Nuda
Veritas” es una broma de mi inconsciente: verdad y justicia en memoria
de Victoria, quien fuera presa por un régimen nefasto que años después, y
de modo rastrero, se apropió del eslogan “memoria, verdad y justicia”
para hacer sus negociados turbios en defraudación del Estado y de la realidad histórica.
El primer
trabajo en colaboración entre Borges y Bioy fue un folleto
publicitario para la “leche cuajada”, un yogur, que iba a lanzar la empresa láctea
de la familia Casares. Si bien
tengo el texto del folleto completo, con sus desopilantes recetas, publicado en
un librito precioso llamado Museo - Textos Inéditos, de Emecé
Editores, en el ejemplar más antiguo que poseo de la Revista Sur (año
1937) aparece la publicidad concreta de la leche cuajada. Y no me cabe duda de que la frase “Alimento
para intelectuales y sedentarios en general” es la más contundente evidencia
de lo que se han divertido estos dos monstruos de las letras en su colaboración
literaria.
Copié el aviso publicitario, lo quemé un poco -porque
eso es lo que hago-, y lo incorporé a la composición de la obra.
Y no podía omitir
el clásico SUR y la flecha señalando para abajo. Lo dije: saqué todos mis juguetes favoritos
para jugar este juego en particular.
Seguimos.
Seguiré de cerca a esa maravillosa Victoria Ocampo. Con las impagables referencias a la cuajada La Martona y la revista Sur. Y pasada por el fuego, of course.
ResponderEliminarNo te podés imaginar lo divertida que estoy con esto, me estoy consintiendo todos mis caprichos. Ya te voy a ir mostrando. Besos querida amiga!!!
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