sábado, 6 de julio de 2024

 





          Últimos detalles de composición de  El bibliófilo.  Al inadecuado angelito de Swedenborg decidí incorporarle el resplandor del foil plata, para que brille conforme a su inteligencia (aunque carezca de vestimentas).  El riesgo de que la cola que uso para adherir en vez de sostener el foil ablande el papel blanco base y arranque el diseño del angelito era bastante elevado, pero ya decidida a hacerlo no hay otra alternativa que dejar que sea el destino quien disponga si va a ser un resplandor inteligente o uno de absoluta torpeza.  Posicionar el pedacito de plata, frotar con una moneda y a ver que quedó…












 

      En la foto no luce el efecto iridiscente del foil, pero en persona, afortunadamente, quedó bastante bien.






 

     Y ahí debía detenerme, pero la sensación de que algo faltaba se volvió insoportable.  El exceso de texto en la zona inferior central pedía un detalle, un toque, algo, que equilibrara y compensara toda la composición.  Y que fuera amarillo (el amarillo de Wilde sigue siendo el que impone las reglas, realmente una personalidad muy mandona).  En libre asociación de ideas (o de obsesiones) recordé mis pequeños post-it fluo que ya usé en otra obra.  La medida es perfecta.  El amarillo no es tan amarillo pero funciona en trilogía engamada con el amarillo de la pechera del Conejo de Alicia.  ¿Qué implicaría el post-it?  Una advertencia de lo que puede pasarnos cuando le damos demasiada libertad a la imaginación: volvernos cucarachas.  Kafka será el cierre adecuado a la exuberante composición.  Y en tan pequeño pedacito de papel amarillo fuimos por el final de La Metamorfosis.

























 

     Pero aunque el lugar era el correcto, tampoco se trata de encubrir el sitio exacto de La isla del Tesoro.  Skeleton Island aún puede verse, ya que la idea de un post-it es que quede sujeto pero flotante.  Si se levanta la cucaracha podemos ver la X que señala el tesoro.

















 



     Ahora si me voy a dejar de  recargar el diseño y trabajar la obra en unidad. Me pondré a hacer lo que se suponen que hacen los retratistas: a pulir la expresión, a trabajar en los rasgos para que El Bibliófilo surja contundente en un primer plano, para arriba y para adelante.  Ahora a las cosas como nos aconsejaba Ortega y Gasset.


















 



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