Muchos proyectos trazados durante este año se frustraron o, sencillamente, salieron mal. Otros, salieron muy bien. Propendiendo siempre hacia la acción, estoy ahora más abocada en trazar planes de ejecución en el primer semestre del 2020 que en hacer balances para atrás. Sí, sé que uno debe detenerse a evaluar resultados, que se aprende algo de eso; pero la experiencia de mis muchos años me dice que siempre será así: habrá cosas que saldrán bien y otras que saldrán mal. Que no se trata del promedio ni de la resta entre unos y otros, que ese número es apenas la anécdota. Lo que cuenta es la pasión del seguir haciendo. El mirar para adelante. El tener plena confianza que nuestra mejor obra está por ser realizada, que la tierra prometida nos espera unos pasos más allá. Que Finis Terra es el destino y que, pese a nuestras quejas por la extrema añoranza, no tenemos ningún apuro en llegar.
2019 fue un buen año; 2020 será uno al que
le aplicaremos igual intensidad. Hemos
asumido que depende sólo de nosotros la calidad del tiempo con el que nos
construimos la vida.