domingo, 29 de diciembre de 2019




 Apacibles avances del último fin de semana del año







    Cada vez pinto menos con óleo, por muchísimas razones valederas:  porque requiere tiempo continuo de trabajo (que no tengo, yo voy intermitentemente de rato robado a otros haceres a rato reservado para supuesto descanso); y pintar de pie ante el caballete se volvió complicado para alguien con la espalda destrozada.  Tengo ahora un caballete de mesa, para trabajar sentada, pero el óleo me sigue pidiendo estar parada y, por lo habitual, bailoteando alrededor de la obra con la música muy fuerte.  Estoy demasiado vieja para el óleo.  Pero de vez en cuando vuelvo y recupero el placer de hacerlo, así que lo demoro (innecesariamente) como debe hacerse con esas cosas que nos gustan mucho y que nos hacen mal.  Puro placer prohibido.




















































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