Apacibles avances del último fin de semana del
año
Cada vez pinto menos con óleo, por
muchísimas razones valederas: porque
requiere tiempo continuo de trabajo (que
no tengo, yo voy intermitentemente de rato robado a otros haceres a rato
reservado para supuesto descanso); y pintar de pie ante el caballete se
volvió complicado para alguien con la espalda destrozada. Tengo ahora un caballete de mesa, para
trabajar sentada, pero el óleo me sigue pidiendo estar parada y, por lo
habitual, bailoteando alrededor de la obra con la música muy fuerte. Estoy demasiado vieja para el óleo. Pero de vez en cuando vuelvo y recupero el
placer de hacerlo, así que lo demoro (innecesariamente)
como debe hacerse con esas cosas que nos gustan mucho y que nos hacen mal. Puro placer prohibido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario