La totalidad de las imágenes que se reproducen en este blog corresponden a obras de mi autoría.
jueves, 26 de diciembre de 2019
Evidentemente no soy una nativa tecnológica, y aprender
el uso de estos recursos y sus constantes cambios sobre la
marcha implica estar atenta y ponerle ganas al aprendizaje, pero los
resultados del esfuerzo valen la pena. Y no es teoría, es
pura práctica: sobre concreto -web mediante- coordinamos
participación en eventos del otro lado del mundo, organizamos envíos y recupero
de las obras con empresas de Courier, enviamos material para catálogos en
diversos idiomas (¡gracias
infinitas al Google Traductor!) y adquirimos ejemplares de las
publicaciones que incluyen nuestra obra mediante entrega puerta a
puerta. Tramitamos avisos y licencias de exportación transitoria de
obras de arte on line.
Hacemos pagos electrónicos por transferencias o por Paypal, sistemas que
también nos permiten cobrar en caso de una venta de nuestro trabajo en el
exterior –ya nadie en el
medio que mueva nuestro dinero sin nuestro control y apropiándose de comisiones
otrora usurarias-. Nada de esto era posible, así de fácil, así
de accesible económicamente, hace 20, 15 años. Al menos no lo era
para artistas emergentes, prácticamente desconocidos, autogestionados y con un
mínimo presupuesto para aplicar a la gestión propia de la
obra. Estos tiempos interesantes nos permiten
desafiar los límites y comprometernos en serio con el después del
acto creativo, en la esencial etapa de acercar la obra al espectador.
En lo personal, 2019 fue
el año que esta acción de difusión de mi trabajo superó un límite hasta hoy
insalvable: asegurar la vuelta de la obra a casa. Hasta entonces debía
contar con una persona en el país del evento para que se encargara del retiro y
el reenvío (lo que implicó
en los hechos que muchas obras no pudieran volver y se perdieran para mi),
ahora hemos aprendido a contratar una empresa que profesionalmente hace esa
tarea de retirar, embalar y remitir la obra, permitiéndonos seguir por internet
el recorrido de regreso en tiempo real. Esa posibilidad se
abre como una nueva oportunidad de poder no solo realizar envíos para
participar en colectivas, sino vuelve más factible montar una individual del
otro lado del Atlántico sin la estricta necesidad de que yo viaje con
las obras. Cada vez el mundo es más chiquito y las chances se multiplican
en igual proporción.
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