El problema es la duda- le explico, aunque
me parece una obviedad. -La duda de si realmente somos lo que decimos que
somos, lo que creemos que somos, lo que tan desesperadamente necesitamos ser. ¿Y si no es así? ¿Si en realidad somos otro montón de cosas
pero “artista”, artista no hemos sido nunca?
La
duda es permanente. No existe diploma,
ni matrícula ni patente que nos certifique que somos un artista.
No hay forma de tener la certeza, ninguna garantía de que esto no se trate
de un error. Ningún procedimiento
certificado que determine que no somos impostores, una falsedad, una trampa. Podemos llevar la vida abocada al juego
creativo, dedicando más horas a ello que a cualquier otra actividad, podemos
haber hipotecado nuestro destino, nuestra calma y nuestra fe, podemos haber
tirado lo simple y lo fácil despectivamente por la ventana, pero nada de esos
nos asegura el objetivo. ¿Catalogamos
para artista? Quién sabe. Es dudoso.
Cuestión de interpretación.
Hay
días que la duda lo cubre todo, que la angustia nos gana y nos preguntamos -desbordados
por el llanto- qué estamos haciendo, por qué nos empeñamos en perder el tiempo
y la vida en algo que evidentemente hacemos mal. Y lo hacemos mal porque no obtenemos nada a
cambio, porque invertimos e invertimos y nunca hay compensación. Porque los fracasos se acumulan, porque los
proyectos se caen, porque es el silencio y la indiferencia la respuesta mayoritaria
cuando tocamos las puertas. Porque después
de tanto sembrar, una mala tormenta nos frustra la cosecha y nos quedamos al
final de tanto esfuerzo con las manos completamente vacías.
Hay días
que la duda es la única certeza y no podemos prometernos nada. La duda y la nada son las dos caras de esa
moneda que llamamos futuro.
Excelente todo!!!, felicitaciones.
ResponderEliminarGracias Enrique! Saludos!!!
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