En
proceso.
Minimizar recursos, me dice
(me ordena), en su convicción de que por pertenecer a la generación de
cristal tiene la verdad revelada. Su
absoluta fe en el coaching me desquicia por momentos y por otros me acredita su
palmaria ingenuidad. Minimizar recursos,
si claro, ¡era tan obvio y no lo veía!
Pero con los años se acumulan mañas y
cuando somos lo que hacemos no alcanza con discursos motivacionales para
desmoronarnos las costumbres de hacer trampa.
Minimizo recursos, si, solo un trio de lapiceras, blanco, negro y escaso
dorado como licencia a mi afición a los brillos. Pero quién necesita la
multiplicidad del color para la complejidad cuando podemos intrincarnos con la
línea. No puede salir de otra manera: el
menos siempre me propende al demasiado.
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