Retomamos el ritmo de vorágine habitual. Por un lado, toda mi ansiedad está puesta en este momento en la votación pública de Casa de América para determinar las obras que irán físicamente a Madrid para su exhibición en el Palacio Linares de Arte en la Red. Quiero desesperadamente que Terra Cognitae sea elegida y que viaje a España a lucir espléndida en un contexto majestuoso aunque yo me quede acá y siga su triunfal derrotero por foto. Pero no hay mucho más que pueda hacer, solo difundir el enlace y esperar que Terra Cognitae conquiste por si sola el lugar que se merece.
En paralelo, arranco con el vértigo de organizar la
logística necesaria para trasladar obras de Burlesque hasta Esperanza,
Provincia de Santa Fe, para que sean parte de la muestra que arranca el 4 de marzo en la Fundación
Ramseyer Dayer.
En tanto, en la dimensión desconocida también llamada
el universo virtual, avanza la Biennale.io, con requerimientos que me llegan diariamente (armar chat en Telegram -aplicación que no había usado antes-, crear un avatar para
el metaverso, estructurar una galería en esa realidad ajena con mi obra,
vincular todo a la cuenta de Instagram, y más, y más, y más…), requerimientos que en su
mayor parte no entiendo y que hago chapuceramente, más por intuición y buena
voluntad que por conocimiento. Pero se supone que esto es lo que nos depara
el futuro así que, aunque no entendamos demasiado, seguimos adelante.
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