Vida real de artista. Lidiando con los embalajes otra vez.
El embalaje es una tarea engorrosa, pero a la vez esencial si uno quiere que las obras lleguen en buen estado a su destino. Aunque no son muchas las obras que se exhibirán en Esperanza, Santa Fe, es la distancia y su traslado mediante una empresa de transporte lo que requiere recaudos extremos para asegurar su integridad. Obra por obra con esquineros en las puntas de los marcos, papel con globitos para proteger los vidrios, cartón corrugado empaquetando, placas de Telgopor como separadores entre obras y todo dentro de cajas de cartón rígido, a su vez envueltas en film para resguardar el bulto. O sea, un agobio total. Así cada bulto con tanto empaque se vuelve mamotrético, pesado y difícil de maniobrar. Llevarlos desde el taller a la empresa transportista crea el nuevo inconveniente de requerir un flete para llegar a la sede del transporte.
Estos son los momentos en los que me desdigo de mi convicción de ser
independiente y autogestionada, y clamo que es imprescindible un galerista o
marchand para que se haga cargo de estas molestas tareas. ¡Que alguien lo haga por mi! Pero los artistas indie (o pobres,
según se descarten los neologismos y las metáforas) somos sólo nosotros para
cubrir todos los roles. Ejemplo gráfico
(y un poco patético) del multitasking.
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