El absoluto silencio de radio a las
múltiples postulaciones hechas en los últimos meses para mostrar mi
trabajo en la segunda mitad del año hace presumir que Buenos Aires
continúa siendo una plaza esquiva para mi obra.
Veo algo del material si aceptado y me pregunto (como tantas otras
veces) cuál es el criterio de selección.
Si, claro, habla la voz del resentimiento. Pero realmente me cuesta entender cuál es el
código por el que trabajos -a simple vista precarios, de regular factura y nula
coherencia en el conjunto, lo que en mi planeta se llama trabajo de aficionado u
oportunista- consiguen colgarse con tanta facilidad en lugares (comillas
muy pero muy grandes) “serios”, de “prestigio”, avalados por la “academia”.
Varios ítems más para cargar a mi bitácora de rechazos. Sigue siendo mi currículum de lugares donde no me ha aceptado nunca el más abundante y variopinto.
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