miércoles, 18 de marzo de 2020









     Esta sensación de que todo lo que era ya no volverá a ser es agobiante.  El aislamiento voluntario no me complica ya que sociabilizar no es mi fuerte, y verme obligada a encerrarme en mi taller realmente es una oportunidad para el placer.  Pero las actividades programadas caen unas tras otras, llegan los avisos de cierre de espacios y galerías con ininterrumpida continuidad, y la incertidumbre y el pánico empieza a filtrarse en las redes (aun cuando tratamos de mantener estrictos contactos selectivos).

      Desde hace días se multiplican imágenes de personas desesperadas por abastecerse de alimentos (comprensible) y cantidades absurdas de papel higiénico (inentendible para muchos).  Sin ser de los que han abarrotado sus reservas, creo que puedo entender una de esas compras compulsivas.  En estas horas de angustia también encuentro consuelo en jugar con rollos de cartón…







     Cuarentena de ratones, conejos y ositos:















































































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