¿Qué más hacer? Sí, podría estar intentando hacer otra cosa
pero el encierro me mutila la libertad creativa, me siento amenazada y me
refugio en jugar los juegos conocidos, inofensivos, esos que me permiten
evadirme de la realidad gris hacia una fantasía multicolor.
Sin
ninguna necesidad me permito el tercer arlequín, Demian. ¿Para
qué? ¿Para seguir ocupando espacio que no me sobra? No sé.
Quizá sólo por la enorme diversión de jugar con rollos de cartón y
servilletas de papel.
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