Pese a tener un par de obras en marcha,
ambas muy a mi gusto y con grato trabajo por delante, la sensación de desasosiego
general se impone y no puedo concentrarme y avanzar.
Deambulo errática, sin entusiasmo y sin certezas, incapaz de hacer planes a futuro mientras observo como los de otros se caen estrepitosamente a pedazos. Muestras que se cancelan por no poder atravesar artistas y curadores diversas fronteras, obras que no llegan a tiempo a destino por aviones que no vuelan, envíos varados en el correo sin mayor explicación y la amenaza constante de que allí donde se abrieron actividades culturales inminentemente se van a volver a cerrar. La nube negra nos acecha imperturbable. Incapaz de reanudar lo que considero trabajo “en serio”, me distraigo tratando de recuperar soportes cuyo coherente destino es la basura.
Saco
del rincón de descartes de mi taller dos amagues sobre papel blanco de muy mala
calidad con adherencias de restos de unos lindos papeles artesanales con
fibras, hilos y semillas que ya no consigo más. Ambos son de la época que trabajaba en rostros
enmascarados, pero los dos esbozos son realmente espantosos y resulta del todo
comprensible el abandono.
A
fin de recuperar esos soportes, decido mejorar los retratos centrales como
punto de arranque. Con acrílico blanco
trato de dibujar rostros más expresivos.
No luce demasiado bien ese primer intento…
Dibujamos los rasgos con grafito y vamos mejorándolos un poco con tinta
gel de color.
Texto de encabezado rememorando viejas revistas de espectáculos…
…y en la necesidad de limpiar un poco el fondo recurro a lo que me queda de mi papel encerado con angelitos:
Así acabamos este rato de reciclar viejos desastres. Diría que me gustan, que pueden llegar a buen puerto, pero en estos días nefastos no tengo fe en nada.
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