miércoles, 10 de febrero de 2021

 








          Hay días en los que cuesta mucho creer que las cosas regresarán a cierta normalidad.  Por más que querramos a fuerza de voluntarismo organizar exhibiciones físicas, los vaivenes de los confinamientos y la incertidumbre de si podremos cruzar o no las fronteras (ya sea en persona, ya la obra en envío postal) hace que el sentido común nos mantenga quietos a la espera de que aclare. Pero a veces la convicción de que nunca volverá a aclarar en la única certeza.

 

       No hay mal que dure mil años, nos dice el refrán y en modo reflejo se contesta que siempre que llovió paró.  Pero la vida se nos pasa, la angustia se vuelve crónica  y esta sensación de que es inútil cualquier intento de trasladar la obra se vuelve ley inconmovible.  ¿Qué más se puede hacer ante la realidad que asumirla?  Seguimos en estado de hibernación forzosa.

 

       Al no poder movernos hacia afuera queda seguir yendo hacia dentro.  Continúo trazando -lenta y desganadamente- mi versión personalísima de las cartas de tarot que conforman mis Cartas desde el Encierro:











































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