jueves, 4 de febrero de 2021

 








     Aunque se suponga que en el “negocio” del arte prima la originalidad, parece que en distintas partes del planeta se anda pensando lo mismo.

 

     Refería en este blog en el final de la entrada del 30 de Julio del 2020 que:

     “¿Tiene sentido pensar en muestras físicas para lo que queda del año?  La reducción de público asistente derivado de los protocolos que se están trazando ¿justifica el alto costo que el artista debe afrontar para mover su obra?  Todos en el mercado hablan de repensar las formas de exhibición, pero las muestras virtuales se agotan en sus propias posibilidades cuando las plataformas de difusión son las redes, donde todos estamos desesperadamente mostrando (mal, amontonado, sin ningún atractivo para el espectador).  Y armar exhibiciones en otro tipo de plataformas tampoco nos asegura visibilidad si no se invierte en una campaña de publicidad sectorizada.  De cualquier manera, sigue siendo demasiado caro y muy poco productivo para el artista.  Ni físico ni virtual, las ideas brillan por su escasez.

      Alguien me sugiere la virtualidad física de la vidriera, donde nadie entre, donde no haya que concertar cita, donde se pueda observar estando el eventual espectador al resguardo de la calle, al aire libre, con o sin barbijo, portando síntomas de cualquier patología, libre de ver el tiempo que le plazca y en el momento que se le ocurra.”

 






 https://gabifarnell.blogspot.com/2020/07/los-protocolos-para-la-apertura-de-las.html

 

 

    Hace unos días en un  tweet  Jerry Saltz (crítico de arte neoyorkino, ganador del Pulitzer) planteaba similar futuro para las vidrieras abandonadas por la pandemia:

 




 

 

     Casi al mismo tiempo, la galería italiana Massimo de Carlo opta por abrir en Paris una mini galería/vidriera para exhibir una sola obra: 

 










 


     Parece que por ahí va la cosa, tomando escaparates vacíos para transformarlos en plataformas de exhibición solo para afuera, sin ingreso de espectadores ni eventos sociales ni vernissages.  Supongo que a los galeristas les favorece esta modalidad, ya que se ahorran los gastos fijos de personal para atender al público, de seguridad y catering.  Pero para los artistas no debería existir mayor beneficio, porque tengo la sospecha de que el alquiler de esos espacios, de esos “cubos blancos” va a seguir saliendo de nuestro bolsillo.  Pasaremos de rentar metros lineales de pared para colgar la obra a alquilar una vidriera herrumbrosa de un local comercial que tuvo que cerrar por mérito de la peste,  a gastar en adecuarla con cerramientos pulcros y múltiples luminarias, y asumir el riesgo si alguien de un piedrazo rompe el vidrio y se hace (o destruye porque sí) lo que exhibimos.  Nunca win-win para el artista.

 

     Puede ponerse el mundo patas para arriba, cambiar de un manotazo todas las reglas de juego conocidas, adaptarnos a los golpes a una impensada realidad salida de una novela apocalíptica, pero aun en ese revoltijo caótico una única verdad se mantendrá inalterable: los artistas seguimos pagando todos los costos y corriendo todos los riesgos si queremos mostrar nuestro trabajo.
















2 comentarios:

  1. gracias por tu invitación, tienes un muy buen trabajo, muy expresivo.

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  2. Se puede profundizar en el tema...,las invitaciones que abundan en las redes implican grandes gastos para el artista visual, expos condicionadas al alquiler de un espacio no existe tal cosa como sin ánimo de lucro. Antes todo era complicado al tener que peregrinar buscando el galerista o el manchant.Ahora tampoco tenemos eso...las obras languidecen en los talleres esperando comprador.

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