domingo, 27 de junio de 2021

 


     El plan es hacer un collage a la inversa:  simular adherencias inexistentes en un mero amontonamiento, y a la vez incluir papeles base adheridos de  mi modo habitual.

     Ya que se trata de un trabajo de estudio, una experimentación para calmarme los nervios, recorté un pedazo de papel misionero de un pliego que se había usado para cubrir el piso cuando se reparó con yeso una rotura del cieloraso.  El papel está mayormente sucio y salpicado, y aunque recorté el sector más limpio, una ráfaga de gotas de yeso perduran en él.

     Adhiero dos hojas de mi libreta de bocetos, una con el esbozo de un retrato, la otra chamuscada por el fuego.  Oficializado el soporte base empieza el falso amontonamiento: primero una estampilla, fetiche habitual de una filatelista aficionada.  Después angelitos sobre la hoja quemada, porque me resulta lógico vincular ángeles con fuego.















 

     Marco un borde de contorno en cobre y limpio el resto de la pintura para darle reflejos al cabello de la dama del retrato, mientras extiendo el diseño por fuera de la hojita del boceto sobre el papel misionero.



 





     Trazamos un falso sello de Carte Postale, un fragmento de pentagrama musical y un naipe:



 















     Detalles confusos de que el conjunto es una PostCard o una Reina de Picas, seguimos amontonando imágenes con sombras y relieves que lleven al espectador a dudar de qué se trata.  En esto llevamos entretenida el domingo.































sábado, 26 de junio de 2021

 






     Como si ya no tuviéramos suficientes males, esta semana nos ha tocado presenciar el escandalete (patético) del ostensible y mediocre plagio de una artista abiertamente militante y protégé del signo político de turno y de su amparo por un “museo” de dudosa seriedad.  Todo un espanto por lo normal y habitual que resulta por estos lados.  Y para colmo de los colmos, oír una defensa sostenida en la supuesta persecución “patriarcal” que la estigmatizaba por “mujer”.  Si, si, claro.  Las indefensas mujercitas no podemos avanzar en el mercado del arte por el mero hecho de ser mujer.  O de plagiar (y soy quien ha titulado a toda una serie como Plagiaria… o sea… “lo que yo diga  ahora de ti, lo digo de mi”, parafraseando a Walt Whitman).















 

     Un bochorno todo.  El horror evidente de la obra, el impresentable seudo museo que permite la cuelga de semejante esperpento, el respaldo dialéctico de quienes en la defensa se tildan curadoras e historiadoras de arte (con “a”, en su estereotipo feminista de pancarta), también bajo sueldo político; el cachivache general a vista de un público ajeno al métier y que termina -¡razonablemente!-  considerando que todo lo vinculado con el arte y sus hacedores  es igual de mediocres y oportunistas. Vergonzoso.






 


     ¿Cómo se llega a esto?  Así, como se vive en este país en todos sus planos.  Sin seriedad, sin ética, sin valoración de otro mérito que ser “amigo” (adlátere, afiliado o militante) del poderoso de turno.  ¿Calidad?  ¿Qué es eso?  ¡Qué tontería perder el tiempo  priorizando la coherencia, la identidad y la honestidad de la obra!  Sigamos la corriente hoy y mañana ya veremos.  Podemos adecuar rápidamente nuestra visión creativa para el lado que sople el viento siempre y  cuando nos convenga, total, estas son nuestras convicciones, si no le gustan tenemos otras, Groucho dixit.
















domingo, 20 de junio de 2021

 


     Obra en progreso - avances de la semana (no son avances lentos en realidad, son avances dispersos.  Estoy entretenida en otra cantidad indecible de cosas…)


















































domingo, 13 de junio de 2021







     Y entre tanto caos externo, ingobernable y angustiante, vayamos a un ordenado caos interno, prolijo y grato.  La tinta es la herramienta perfecta; el papel alterado por el fuego y el agua, los quiebres y chamuscados, ese desorden irregular que acomodamos con la línea, le da sentido al universo.  No, le sigo discutiendo desde hace siglos (desde el siglo XX al menos), no sólo a óleo y empaste con espátula tosca se logra textura.  La tinta suave, que se arrastra, que se funde, sobre una superficie que se alteró en los contratiempos irresponsables del juego, también logra esos relieves y brillos que te dice cosas distintas según el ángulo que los mires.  Al menos yo los veo.  La obra muta cuando le caminás alrededor.








     Pero no hay mucho sentido en el debate.  Posturas irreconciliables de pintor de mano suelta y trazo indiferente contra dibujante obsesivo de línea rígida y controlada.  Me insiste que el dibujo “no tiene tantas posibilidades”.  Yo no le discuto, estoy demasiado entretenida en arrastrar con una lapicera de punta seca restos del hollín del papel quemado para hacer una barrito suave con la tinta blanca que todavía no se absorbió sobre la tinta negra ya fija en el papel.  El color (texturizado) que queda del mejunje es encantador.