Un par de días
atrás, reseñando los avances de “Occasio”, citaba a Eco, en
voz del querido Belbo y su melancólica verdad de “La
Ocasión se escoge por instinto, y en ese momento no sabemos que se trata de
ella.” (Umberto Eco, El Péndulo
de Foucault). La ocasión, la
oportunidad, el bendito tren que no debemos dejar pasar. Y sólo por instinto podemos actuar frente a
ella, por intuición, por timing.
Pero llegó la peste y puso el universo
patas para arriba. Lo que era y
conocíamos dejó de ser y nos infundió la (válida) sospecha de que ya
nunca volveríamos a lo que fuera. Quedamos en un limbo estático, de pánico e
incertidumbre, a la espera de que lo que sea que nos reactive el movimiento y
la vida. Pero en este rincón perdido del
mundo, donde combinamos magistralmente la peste con la inoperancia
gubernamental y la corrupta perversidad de políticos y sus esbirros, nuestro
limbo se convirtió en el infierno con todos sus círculos y la certeza de no
tener salida posible. Lasciate
ogni speranza, voi ch'entrate, Dante dixit. "Abandonad toda
esperanza, quienes aquí entráis".
Entonces la Ocasión se vuelve
una chance de supervivencia, en el necesario escape de este espiral
descendente. El mantra argentino de que
la única salida del país es Ezeiza se torna un chiste malo cuando se
cancelan los vuelos y carecemos de pasaporte sanitario por ausencia de vacunas.
No hay Ocasión de huir de acá… Abandonad toda esperanza…
Seguimos encerrados con la sola expectativa de más encierro, contando
los muertos cada atardecer en todos los noticieros de la TV. Nos dice la
Ministra de Salud que la peste nos dejará secuelas mentales a todos. ¡Qué idea tan original e inesperada! Las redes se dividen entre los encerrados
pagos, los empleados públicos y asalariados que reciben su depósito a fin de
mes -que todo lo consienten-, y los ciudadanos liberados de la mano de
dios que viven exclusivamente de un trabajo que ya no pueden hacer -que
claman cada vez más articuladamente por la rebelión-. La Ocasión
propiciatoria más perfecta para el caos.
¿Dónde quedamos los artistas? Encerrados en el taller, trabajando en lo que
hacemos, no pudiendo escapar del agobio de la sinrazón y el miedo. Encerrados componiendo un relato visual de estos
tiempos y de esta sensación desesperante de que hemos perdido definitivamente la
Ocasión, no porque nuestra intuición no la reconociera sino
porque nos vedaron toda posibilidad de ejercer nuestro instinto de
supervivencia.
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