Mixturizo un poco el soporte (bah, la
bolsa de papel base) y recurro a lo que fuera el envoltorio de un ramo de
cumpleaños (si, guardo todo, absolutamente todo).
Y mi lógica concluyó, sin margen de duda,
que mi Río de la Plata necesitaba ¡monstruos marinos! (monstruos,
bien, pero, ¿de mar en un río? Mi lógica
no es tan lógica).
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