Siguiendo los consejos y sugerencias que
me dio en una charla telefónica un par de días atrás la curadora de la Art
Week, separo algunas obras de la serie Postales Victorianas
para alistarlas a ser parte de mi puesta.
Tomo conciencia que, de vuelta, me complican las puntas que salen de los
planos. ¿A quién se le puede ocurrir
esos contornos sinuosos e irregulares, que se extienden caprichosa e imprevisiblemente? Claro, a mí.
Fue muy divertido en su momento, ahora, que tengo que meterlas en una
valija y montarlas en un tiempo mínimo en soportes acrílico que van a viajar
por separado, sólo quiero gritar. Es
evidente que me gustan las cosas complejas.
Mientras,
mis Chicas Cuadraditas parecen
más propicias para el traslado, pero hasta que no confirme la posibilidad de
conseguir unos soportes acrílicos livianos que me permitan exhibirlas todas
juntas siguen siendo un acto de pura fe.
En el
revoleo de cosas de mi taller en búsqueda de las obras que quiero preparar para
este viaje, me encuentros cosas abandonadas por la mitad y me distraigo. ¡Qué lindo el violeta del papel base! Ignoro por qué la dejé de lado, pero de pronto
me parece muy urgente prestarle atención…
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