domingo, 24 de septiembre de 2023

 

Avances experimentales






      Reconstruí el papel soporte (ahí donde se me ocurrió cutter en mano rebanar un pedazo) con remanentes de papel batik verde.  ¿Quedó bien?, para nada.  La superficie está hundida y el remiendo mal adherido.  Pero como ese tipo de imperfecciones son normales en mis obras no es suficiente para desalentarme.  Agrego pedacitos de partitura en las esquinas para emprolijar esos sectores y gracias a mi dislexia los pego al revés.  Es tan mío ese error que termina resultándome lógico que estén invertidos.  Sigo.





 

        Me dedico a “limpiar” la superficie: a las figuras femeninas y a los angelitos los redibujo con lapiceras de tinta en gel (una total impertinencia reducir a Rubens a un juego de biromes…), y abuso en la inclusión de más cartouches y ornamentaciones varias mientras desaparezco los vestigios de mapas del diseño original.  Al resto lo unifico en un negro mate, para nada definitivo.  Quién sabe que más habré de hacer por ahí.

 

































      Contra mi naturaleza establezco un fondo aceptable antes de incluir la imagen central. Algo irá sobre todo el conjunto, probablemente un retrato, quemado y con muchos huecos para que todo lo trabajado abajo esté arriba y quede como anécdota que fue primero y que después.  Mélange.  Mixtura mestiza.  Lo que hacemos y lo que somos.







 

     Mientras trabajo recuerdo por qué abandoné este tipo de soportes sobre bastidor de madera.  No puedo doblarlos, no los puedo acomodar en la cercanía de mi visión limitada de miope.  Necesito que todo sea más chico y más flexible, yo trabajo acompañando la obra con mi cuerpo, amontonándonos juntas una sobre la otra.  La rigidez de la madera me impone distancia y eso me dificulta la comunicación.  Seguramente volveré pronto a mis papelitos, más íntimos y gratos, aunque luego se vuelvan caros de enmarcar y frágiles para el transporte.  Pero el placer del hacer es lo que manda. 









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