Siguiendo
la lógica, para usar mi versión del Juicio
de Paris de Rubens como fondo, el retrato central debe remitir a
Helena. Trabajé un rostro cuya
expresión de aburrimiento supuse propia de la princesa griega cuando se discutía
sobre la superioridad de su belleza, y la sometí al fuego para quitar exceso de
papel y abrir huecos para que el diseño
del fondo se entremezcle con el retrato.
Pero tras
quemar el boceto y posicionarlo sobre el fondo no me gustó para nada como
quedaba distribuida la imagen. Se perdía
el ángel entre las piernas de las dos diosas y si ajustaba un rostro a un hueco
tapaba por completo la otra figura femenina. Lejos de lo que tenía en mente. Descarté por completo ese retrato para esta
obra.
Así que
adherí a mi fallida Helena a un papel batik de color para darle
luego algún destino, y volvía a preguntarme como continuar sobre un trabajo
recuperado que empieza a anunciar muy rápido la posibilidad de volverá la pila
de las inconclusas y abandonadas.
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